viernes, 17 de abril de 2009

“¡Manos que no dais! ¿Qué esperáis?”

En la aterradora Sierra del Teleno (2185 m.), al fondo del leonés Valle del Silencio, que los eremitas medievales del s.X convirtieron en su “Tebaida”, se encuentra Peñalba de Santiago. El eremitismo derivó en comunidad monástica, se levantó un templo mozárabe en 1105, y allí recibió sepultura el “druídico” san Genadio.
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El impresionante lugar, se encuentra a “tan sólo” 22 kms de Ponferrada. Pero vaya kilómetros, parecen estar hechos de diez mil metros cada uno: curvas y contra curvas cerradas, cuestas empinadas, asfalto no muy regular, a un lado el monte cerrado y al otro el precipicio abierto. Si no eres loco profesional, o suicida aficionado, se tarda casi una hora en llegar. Aunque camino, paisaje, pueblo y templo merecen el esfuerzo.
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Sin embargo, nada más llegar a las puertas del templo, la “Junta de Castilla y León” nos da la bienvenida con un bonito: “Prohibido el acceso al campanario”, o sea, la espadaña. Cosa que está bien, pues hay personas irresponsables que van por ahí cayéndose de los campanarios y demandando luego a quien se les ponga por delante. Y aunque nosotros no pensábamos “acceder” a tan peligroso lugar, el cartelito, único en su especie, nos dio ya muy mala espina.
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En efecto, nada más cruzar el mozárabe umbral, nos saltó a los ojos el siguiente prohibido, esta vez anónimo y sin palabras. El maligno símbolo de la cámara, dentro de un círculo y cruzada por una raya, nos amenazaba en blanco y negro. Amenaza respaldada, por la persona encargada de recibir a los visitantes. Aunque lo más surrealista no era la “tópica” prohibición, sino el cartelito que cuelga bajo ella.
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Su lectura nos deja perplejos. ¿Es que este templo, Monumento Histórico Artístico desde 1931, no recibe subvenciones ni para pagar la luz? ¿En vez de pedir limosna, no sería mejor cobrar un euro, simbólico, por la entrada? Claro que, tanto para dar limosnas como para pagar precios simbólicos, hay que sentir simpatía hacia quienes solicitan tales dádivas. Y el cartel, prohibiendo hacer fotos, más su reiteración de palabra por el guardián, elimina cualquier atisbo de simpatía por nuestra parte, matando en nosotros la semilla de la buena voluntad.
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A quien corresponda: ¿No le da vergüenza que, un Monumento Nacional, se ilumine para los visitantes a base de limosnas? Ponga pronta solución a tal despropósito, y al de hacerse 22 kms por una carretera de montaña –a la que el calificativo de “carretera” ya le resulta piadoso- para luego no poder tomar fotos de esta joya. No es por meter cizaña, pero quizá al antiguo Reino de León, y a sus monumentos, les iría mejor si éste volviera a ser autónomo, sin depender de usted y de Castilla la Vieja con sus viejas malas mañas. Entre tanto, vaya a picota y cepo por tiempo indefinido, a que lo coman las moscas.
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Salud y fraternidad.