jueves, 22 de mayo de 2008

"¡Morir es dormir... y tal vez soñar!" (Hamlet, acto tercero, escena IV)

Templo de Santa María del Rey, s.XII-XIII, portada sur con nichos adosados y cementerio adjunto, Atienza (Guadalajara). [Diapositiva 3 junio 1990].
.
"Todo tiene su momento, y cada cosa
su tiempo bajo el cielo:
su tiempo el nacer,
y su tiempo el morir..."
(Eclesiastés, 3, I-II).
.
¿Qué extraño impulso empuja a los humanos, para convertir en cementerios los templos románicos, arruinados o no? ¿El ansia de lo sagrado trascendente, como seguridad ante el incierto Más Allá? ¿Buscar la protección del lugar sagrado, sobre la memoria de los seres queridos? En el medievo, era común enterrar dentro del templo a la clase social más elevada, y en el exterior al resto de los fieles. En siglos posteriores, cuando algún templo era abandonado por su estado ruinoso, los restos pétreos se aprovechaban como capilla del cementerio local, establecido a su alrededor.
.
Cementerio levantado con sillares y portada porcedentes de la desaparecida Capilla del Temple, s.XII, Campisábalos (Guadalajara). [Diapositiva 16 abril 1994].
.Cementerio levantado con sillares procedentes de la perdida Capilla de NªSª del Templo, s.XII-XIII, Ceinos de Campos (Valladolid) [Diapositiva 1 noviembre 1993].
.
Cuando el templo estaba tan mal, que ni siquiera servía como capilla, sus piedras se utilizaban para levantar el muro del camposanto y, tal vez, su puerta como entrada de éste. Ejemplos tenemos en Campisábalos (Guadalajara), Ceinos de Campos (Valladolid), Ayllón (Segovia), y tantos otros lugares de Celtiberia.
.
Templo de NªSª de Cubillas, s.XII-XIII, interior de las naves transformadas en cementerio, Albalate de Zorita (Guadalajara). [Diapositiva 1 noviembre 1988].
.
Templo de San Vítores, s.XII, interior de la nave convertido en cementerio, Bárcena de Pienza (Burgos).
.
Otra modalidad, fue utilizar parte de los sillares en las tapias del cementerio, el ábside como capilla y, el propio recinto interno de las ruinas, a modo de camposanto. Lo que continúa vigente en nuestros días, a pesar de ser algunas de estas ruinas verdaderos conjuntos monumentales, que contienen elementos primordiales del arte románico. Como el Convento Templario de Albalate (Guadalajara), o las inigualables esculturas absidales del templo de Bárcena de Pienza (Burgos)
.
Templo de San Miguel, inicio s.XIII, nichos del cementerio adosados a sus muros, San Pedro Manrique (Soria). [Diapositiva 31 octubre 1995].
.
Pero, lo que puede resultar relativamente comprensible respecto a las ruinas, ya no lo es tanto en edificios que, al menos inicialmente, estaban correctamente conservados. Así, el Templo de San Miguel, en San Pedro Manrique (Soria), a cuyos muros se han ido adosando nichos con la misma velocidad que se dejaba arruinar, de forma progresiva y al parecer irreversible.
.
Templo de San Martín de Tours, fines s.XII, ventana absidal, Arenillas de Villadiego (Burgos).
.
Otra costumbre, no menos indignante, es la de las lápidas. Cuando, finalizada la última guerra civil, el bando ganador quiso honrar a los caídos por su causa, pensó que el lugar más honorable, para las placas conmemorativas, era el muro de los templos. Se puede comprender, en su contexto. Lo que no se comprende es que, para perpetuar esa memoria, hubiese que destrozar algunas partes de los monumentos románicos, como se hizo en Arenillas de Villadiego (Burgos). Allí está la placa, nada menos que en medio de la ventana absidal, cuyo tímpano con decoración vegetal quedó partido, -o el caso de Ortilla (Huesca), donde la placa tapó parcialmente un crismón románico-. ¿Es que el respeto, la memoria y el cariño, por sus difuntos, habría sido menor si hubiesen colocado la placa en un muro lateral, sin romper ni tapar nada?
.
Ídem anterior, muro norte con lápidas funerarias.
.
Con tal ejemplo, proveniente de las altas esferas, no es de extrañar que las gentes del pueblo llano entendiesen que eso era lo correcto. Así que se aplicaron, con singular perseverancia, a revestir los muros del templo con las lápidas de sus difuntos, pasados y presentes -algunas de ellas han sido colocas muy recientemente-, sin que las autoridades "competentes" hayan ejercido su "competencia" para evitarlo. Y eso que en el pequeño cementerio hay sitio de sobra, para perpetuar con dignidad la memoria de los que partieron, sin tener que lastimar los sillares románicos.
.
Templo de Santa Eugenia, s.XII-XIII, muro norte lleno de lápidas, Lences de Bureba (Burgos).
.
Esta sinrazón se repite por diversos lugares de la geografía celtíbera, como en Igriés y en Bespén (Huesca), o en Lences de Bureba (Burgos) cuyo muro norte está literalmente atosigado de lápidas funerarias. Casi, casi, como una paráfrasis de los versos del "Tenorio":
.
"Ya lo creo; como que esto
era entonces un palacio,
y hoy es panteón el espacio
donde aquel estuvo puesto..."
(Don Juan Tenorio, acto quinto, escena II).
.
A quien corresponda. Por consentir el despropósito y la singular desmesura, que representan estas manifestaciones del sentimiento visceral, popular, en un tema doblemente sensible, como es el del respeto a la memoria de los difuntos, y el del respeto a los monumentos que nos dejaron esos difuntos, sea vuesa merced condenado a picota y cepo. A mas de apercibido que, si no intercede para satisfacer ambas necesidades, sufra la pena anexa de que su memoria no quede reflejada en lápida alguna para la posteridad.

miércoles, 14 de mayo de 2008

¡Ojos que no ven... románico que se pierde!

El pueblo de Las Celadas, está apenas a 30 kms al noroeste de la capital burgalesa. El topónimo “celadas” procede de “celata” lugar oculto o escondido, y está documentado en fecha tan temprana como 1014. Llegó a tener cerca de 150 vecinos, a mediados del s.XIX, repartidos entre sus dos barrios, cada uno con parroquia propia, San Esteban y la Asunción. Pero, hacia 1981 desaparece como municipio y es anexionado por Valle de Santibáñez. La emigración había despoblado el lugar, aunque tenía entonces 75 habitantes, que hoy día escasamente llegan a cuatro docenas.
El barrio de la Asunción fue el primero en despoblarse. Su iglesia, románica de finales del s.XII, perdió en 1895 el carácter de parroquia, para convertirse en ermita. Aunque los vecinos continuaban acudiendo a ella, en determinadas festividades o romerías. Cuando el abandono se acentuó, las tradiciones cayeron en el olvido y con ellas el uso de la ermita. Luego llegaron vándalos y saqueadores de todo pelaje. Alguna voz se alzó para denunciar, y muchos oídos se cerraron para no oir lo que no querían, y muchos ojos miraron para otro lado por no ver lo que no deseaban. No hablaremos mucho más, ahí dejamos lo dicho y estas imágenes, para que quien quiera oir, oiga, y el que quiera ver, vea.
.
La "idílica" imágen, de la ermita entre las eras, no lo es tanto si empezamos a fijarnos, por ejemplo, en los arbustos que siembran su cubierta, separando las tejas y permitiendo el paso del agua.
.
Su ábside, que asienta sobre un inestable terraplén, amenazado por hiedras y jóvenes árboles ve peligrar su estabilidad.
.
El lado sur, cercado de zarzas y maleza, se convierte con la primavera en una "selva" amenazadora que cubre de más olvido las románicas piedras.
.
La portada primitiva, al sur, es imposible de examinar, pues incluso en invierno está "protegida" por espeso zarzal. En 1798 fue cerrada, para construir un granero adosado hoy desaparecido.
.
La puerta del 1798, ha sido literalmente arrancada de sus goznes, por los carroñeros del arte, y cuelga inestable hacia el interior del templo. Las labores agrícolas, con tractores, van arrojando poco a poco tierra sobre esa entrada, que las lluvias arrastran al interior.
.
Un interior que da lástima mirar, en el que se aprecia cómo, los saqueadores de tumbas, han levantado las losas sepulcrales, para rapiñar los "tesoros" que, aquellos humildes labradores de antaño, pudieran haber enterrado junto con los cuerpos de sus seres queridos.
.
El templo, de un sencillo románico final, no carece de gracia estética, de fina espiritualidad. Una belleza mancillada por ladrones y saqueadores, tanto como por quienes, encargados de velar por su conservación se han desentendido de ello.
.
Este ábside fue testigo y partícipe de bautizos, bodas, entierros, plegarias por la lluvia o la sequía, rogativas por las plagas, acciones de gracias por las paces y ruegos en las guerras. Hoy no es más que un triste despojo, de los anhelos y desvelos de toda una comunidad de gentes que, simplemente, querían vivir y mejorar de vida.
.
La puerta desvencijada, el coro hundido, y las grietas de la ya deformada bóveda, anunciando lo que ha de venir, a no mucho tardar. El deplome de un mundo que ya no es comprendido, por quien debiera serlo.
.
Los capiteles, a pesar del encalado, lucen todavía con cierta dignidad su simbolismo vegetal.
.
Hojas y frutos, predican aún su mensaje de regeneración, pero predican en el desierto.
.
Dichos frutos, de esperanza, se han convertido en naturalezas muertas por obra y gracia de la humana condición.
.
La pila bautismal, como en tantos otros lugares, se ha salvado gracias a su sencillez. ¡Carece de figuras que tienten a los chamarileros y traficantes! ¡Pesa tanto, para lo poco que van a dar por ella!
.
Esto es todo cuanto queda del retablo, un trozo de dorada cornisa. Los santos y santas que aquí habitaron, las pinturas con sus vidas y milagros ¿Donde estarán ahora? ¿En que almacen de "anticuario", en que salón de "coleccionista", en que cámara acorazada de nuevo rico, en que sala de juntas de que consejo de administración bancario?
.
A quien corresponda. Aunque el reloj corre, todavía es tiempo de salvar este humilde y bello templo. El último grano de arena no ha caído, pero está a punto de hacerlo. Si no rescata este edificio del olvido, porque es pequeño, pobre y "poco turístico", sea condenado a picota y cepo en esta vida. Y a las calderas de Perico Botero, en la otra existencia.

domingo, 4 de mayo de 2008

¿Ermita o Arca de Noé?

Mansilla de la Sierra (La Rioja), el embalse de Mansilla y al fondo la ermita de Santa Catalina. Nótese la marca del nivel máximo del agua y su estado actual.
.
Cuando la “fiebre de los pantanos” se extendió por Celtiberia, allá por los años sesenta del siglo XX, numerosos pueblos quedaron sumergidos bajo sus aguas en toda la geografía peninsular. No vamos a entrar en polémicas, sobre la dudosa utilidad y beneficios de tales embalses, ni si podían haberse construido de tal o cual manera para causar menor impacto en el entorno natural. Sobre ese aspecto, “Doctores tiene la Iglesia”.
Lo cierto es que, junto con esos pueblos, perecieron muchas iglesias románicas y de otras épocas, no obstante, hubo algunas que se salvaron. Unas, porque las autoridades “competentes” consideraron que tenían valor histórico-artístico, así que fueron desmontadas y vueltas a montar en lugar seguro. Otras, por pura suerte, ya que, al encontrarse en lugar elevado, ahora quedaban al borde del agua.
.
Una de esas afortunadas es la ermita de Santa Catalina, en Mansilla de la Sierra (La Rioja). Aunque sólo queda la mitad del templo, el ábside y un tramo de la nave, debió ser un hermoso ejemplar románico, algunos incluso suponen que pudo tener crucero saliente por los restos estructurales que perduran. Los pocos elementos esculturados, supervivientes, nos hablan de un buen Magister que sabía trabajar la piedra y mostrar los símbolos sagrados con gran belleza.
.
No obstante, lo que podía ser un hermoso monumento románico, en un entorno natural sereno y sosegado, es hoy un esperpento surrealista. Las cada vez más frecuentes y prolongadas épocas de sequía, vacían el embalse día a día. Donde había un lago sereno, en el que se reflejaba la nostálgica imágen de la ermita, desaparece, cada vez mas a menudo, para mostrar el triste espectáculo del viejo pueblo de Mansilla. Es decir, las dolorosas ruinas del viejo Mansilla. Entre las que sobresale otro crucero y otro ábside, el del templo parroquial gótico-renacentista.
.
Este templo, -levantado entre 1568 y 1603-, igual que en otros tantos lugares fue considerado sin valor y abandonado a su suerte, que ha sido la que se ve. Como un barco, arrojado a la costa tras fuerte tempestad, se deshace a merced de la marea representada por inundaciones y sequías.
.
Pero no creamos que el ejemplar románico está completamente a salvo. Se trata de un ejemplar en peligro de extinción. El terreno, en desnivel, debe haber cedido bajo el ábside, asentándose, lo cual ha creado grietas sospechosas en la estructura. Una de ellas, atraviesa parte del muro sur y su contrafuerte. La otra se desliza con lentitud, abriendo el ábside en dos.
.
Esta amenazadora fisura, ya ha partido la bellísima piedra que, a modo de vegetal arquivolta, cubre la ventana absidal, y amenaza con crear una brecha irreparable que derribe lo poco que subsiste de este magnífico templo.
A quien corresponda. ¿Tendremos que esperar, impasibles, a que las piedras de la ermita queden desparramadas por esa ladera, a que rueden hasta el fondo del valle para sumergirse en las aguas que miseriocrdiosamente le perdonaron la vida, hace 48 años? ¿Se va a consentir que esta románica "arca de Noé", con sus simbólicas esculturas, se hunda en ese mar menguante que es el embalse de Mansilla? ¡Haga algo y hágalo ya! Si no lo hiciere, condenado sea a picota y cepo, al borde del embalse, durante el mismo tiempo que Noé pasó en su arca.