Aquí, directamente se desmontó la ventana, se eliminaron arco superior y arquivoltas, para montar de malas maneras unos capiteles, fustes y basas, que más parecen proceder de una portada que de la perdida ventana.
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Templo de Santa María la Antigua, mediados s.XII, Butrera (Burgos).
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En ésta, no se comprende el laborioso trabajo de destruír el arco central, con sus relieves, cuando con menor esfuerzo se podía haber ampliado el vano por su parte inferior, sin estropear el hermoso trabajo del cantero medieval. Y fue suerte que escapasen con bien los personajes de la arquivolta superior. No es de extrañar la cara, entre cejijunta y enrabietada que se les quedó a los seres que nos miran desde los capiteles.
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En esta otra, por suerte, los "reformadores-ensanchadores", al parecer, tenían un poco de más sentido común y derribaron toda la parte inferior, conservando arriba las arquivoltas, el tímpano, y parte del vano aspillerado, aunque tapiándolo. Si algún día alguien quiere, podría restaurarse sin grandes problemas.
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Hace poco, hablamos de la manía por tapiar las ventanas absidales románicas. Hoy dejamos constancia de la manía contraria, agrandar, ensanchar, ampliar a toda costa tales ventanas. Porque, en la mayoría de los casos, esas ampliaciones del vano se hacen sin ton ni son, como vemos en los ejemplos fotográficos arriba comentados.
Y no estamos hablando de incultos instigadores del pasado, algunas de las destrucciones-ensanchadoras se han realizado en años no muy lejanos, cuando se suponía que los administradores de los templos tenían ya "conciencia" del valor de aquello que estaban violando.
A quien corresponda. Igual que pedimos se destape lo tapado, ahora pedimos que se tape lo destapado. ¡No es contradicción! Simplemente, reclamamos se devuelvan a su estado original tantas y tantas ventanas absidales, impúdicamente violadas por gentes sin conciencia. Si no lo hiciere, sea puesto en picota y cepo para público escarmiento.
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