miércoles, 22 de julio de 2009

¿Embudo de fariseos y mercaderes...?

La Seo de Roda de Isábena (Huesca), es una interesante mezcla de elementos de los ss.XI a XVIII. El templo ha sido felizmente restaurado en los últimos años, -por el empeño de un mosén peleón-, y puesto en valor, quizá en demasiado valor... Tanto valor, como para poder “vender” -presuntamente- sus muros “por un plato de lentejas”. ¿O ha sido por otra cosa menos alimenticia, más contante y sonante?
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Su interior no puede ser fotografiado, tan sólo el claustro y ello con ciertas prisas por parte de su guía –educada, pero apremiante-, a pesar de haber tenido que abonar entrada. Se “comprende” esta prohibición, a toro pasado, pues en 1979 robaron todo lo que de valor había aquí, y solo se pudo recuperar una parte en fragmentos. Quizá los “responsables” teman, como los pueblos primitivos, que con las fotos les roben ahora “el alma”. Pero para eso, hay que tenerla, lo cual parece incierto, aunque lo que las altas instancias si tienen es un gran embudo.
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Al pie de la torre, junto a los ábsides románico-lombardos, hay una chillona señal de tráfico que impide detenerse y estacionar, salvo carga y descarga. Este es tributo asumible, siquiera sea como concesión a la salvaguarda física del lugar, ante las agresiones del tráfico rodado. No obstante, al lado de la señal de tráfico, hay otro cartelón menos asumible. Y aquí aparece el “gran embudo fariseo-mercantil”, ese de: “lo estrecho para ti, lo ancho para mí”.
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Una gran chapa de metal, con letras todo lo góticas y estéticas que quieran, pero publicidad al fin y al cabo, señala mediante una flecha la dirección de cierto “Restaurante” local.
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Para mí lo estrecho:
No se pueden hacer fotos en el interior, porque atentan contra no se qué integridad del vacío templo, despojado de sus tesoros, –dicen, las malas lenguas, que robados por causa de la tacañería de sus guardianes, que no quisieron instalar sistemas de alerta que les parecían demasiado caros-.
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Para ustedes lo ancho:
Pero si se pueden colocar cartelones publicitarios, por los que de seguro han cobrado y cobran sus buenos euros, aunque atenten contra la integridad estética y moral del templo.
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A quien corresponda. ¿No ve usted la “obscena” incongruencia? ¿O es que la ve, pero es un estómago agradecido a quien no debe? Deje ya de mirar para otro lado, cuando el “embudo fariseo” funciona a toda marcha, y póngales freno. Nuestras máquinas, nuestra ánima, y la tambaleante fe en la justicia de muchos ciudadanos, se lo agradecerán.
Mientras se lo piensa y hace acopio de valor, para enfrentarse a fariseos y mercaderes, vaya a picota y cepo, bajo el inclemente sol de agosto, con un gran embudo por sombrero...
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Salud y fraternidad.

sábado, 4 de julio de 2009

¡Bienaventurados los pobres de espíritu! ¿Encima eso?

En pleno Camino Jacobeo, el templo de Santiago, en Villafranca del Bierzo, es una joya románica, especialmente por su portada sur, que auna belleza y simbolismo. No obstante, su interior, también contiene elementos de interés. Elementos que, por desgracia, solo podremos llevar en nuestra memoria cuando partamos, puesto que no nos consentirán en modo alguno llevarlos de otra manera que en el recuerdo.
Y es que aquí hay mucha pobreza, empezando por algunos "pobres de espíritu"...
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Porque esta parroquia, es una parroquia humilde... A pesar de los numerosos peregrinos que por ella pasan, los bienes materiales escasean, ¿será que aquí solo acuden "peregrinos que no tienen donde caerse muertos"? Porque el párroco no dispone de dinero para costerse un letrero en condiciones, un letrero elaborado al menos en ordenador y plastificado.
Sin embargo, la humildad y pobreza, ha sido suplida con laboriosidad voluntariosa. Sobre un sencillo folio, donativo de algún feligrés pudiente, y con modesto bolígrafo cedido por donante anónimo, se ha podido estampar el undécimo mandamiento de la Ley del Dios:
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"¡No fotografiarás los templos de Dios en vano! Porque yo Yahveh, soy un dios celoso, que castigo la maldad de los que me fotografían, de padres a hijos, hasta la séptima generación..."
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Por si la prohibición de utilizar cámaras capta-imágenes fuese poca cosa, un voluntario -siempre hay voluntarios para la intransigencia integrista- ha escrito, debajo, con lápiz: "No hablar".
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A quien corresponda. Vaya a picota y cepo, por un año y un día, a que lo alimenten con pan y agua, mientras ve pasar los peregrinos que se dirigen al Camino Jacobeo, donde deseamos que usted nunca ponga los pies hasta haberse redimido de todos los pecados cometidos en el ejercicio de su cargo.
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Salud y fraternidad.

domingo, 28 de junio de 2009

¿Estupidez divina... o divina estupidez?

La “bella leonesa”, Pulchra Leonina, como denominan a la Catedral de León, es una muestra más de la conducta, “neurótica” y “bipolar”, de las autoridades encargadas de gestionar el patrimonio cultural celtibérico. Un patrimonio que, seglar o laico, se subvenciona con fondos públicos salidos de nuestros impuestos. Impuestos que, a la hora de ser adjudicados y recibidos, a nadie le importa de que ideología o creencia proceden, aunque quienes los pagamos tengamos de ambas o carezcamos de ellas, o sean opuestas a las de los receptores.
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En sus puertas encontramos el horario de servicios religiosos, en las parroquias de toda la ciudad, y superpuestos a esta información aparecen los maléficos círculos rojos, enmarcando la cámara de fotos y la de vídeo como instrumentos satánicos. Solo falta el ángel, con la espada ígnea, presto a arrojarnos del “paraíso” si osamos tomar de estas frutas prohibidas.
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Por si tuviéramos tentaciones, de hacer caso omiso de tales prohibiciones, se nos advierte en letrero anejo, que el recinto de la Catedral está “protegido por cámaras de CCTV”. O sea, que si queremos hacer fotos “de tapadillo” seremos descubiertos y filmados.
La parafernalia disuasoria, se complementa con un guardia de seguridad, que sale a recibirnos, nada más traspasar las puertas del templo y ver las cámaras que cuelgan de nuestros cuellos, para recordarnos las prohibiciones colgadas en las puertas.
Lo curioso es que hemos hecho numerosas fotos al interior del templo, en los años 1974, 1981, 1990 y 2000. Es decir, durante esos 26 años a nadie molestó que los turistas hicieran fotos dentro de la catedral, sus flashes no estropearon la piedra, ni estorbaron a los fieles que oraban. Sin embargo, ahora, es... ¿Qué es? ¿Cuestión de “seguridad”?, ¿de “conservación”?, ¿de “prepotencia”? ¿Divina estupidez?
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No obstante, para dejarnos más perplejos, cuando visitamos la Colegiata de San Isidoro, resignados ya a no obtener imágenes de su interior... Resulta que, en la puerta, no estaba el símbolo de prohibición, y tampoco en el interior, ni había “seguratas” admonitorios. ¡Podíamos hacer fotos libremente! ¡A nadie importaba que disparásemos nuestras cámaras, tanto cuanto quisiéramos!
¿Es que la piedra de un edificio es más “sensible” que la de otro a nuestros “disparos”? ¿Es que el “Dios” de este templo es más permisivo que el “Dios” de aquel templo? ¿O será que en los templos no habita “Dios”, sino tan sólo los “mercaderes”?
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A quien corresponda: Aunque sea tropezar en la misma piedra, una y otra vez, le pedimos que reconduzca la nefasta, y anárquica, política “fotográfica” vigente en los monumentos celtibéricos. Porque a los amantes de la fotografía y el arte, ¿qué nos queda? ¿Quizá echarnos al monte, formar comandos armados de cámaras, transformarnos en guerrilleros fotográficos? Mientras reflexiona, vaya a picota y cepo, donde será fotografiado día y noche hasta que la luz de los flashes lo enloquezca.
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Salud y fraternidad.

sábado, 13 de junio de 2009

¡Desván Histórico Artístico Nacional!

El templo de Santa María del Vizbayo, en Otero de Vizbayo (León), que ya es casi un barrio de Ponferrada, fue declarado “Monumento Histórico Artístico Nacional”, desde 1982. Pero no se hagan ilusiones, desde el s.XI acá los despropósitos han menudeado sobre este edificio.
En los años 70 del pasado s.XX, el párroco hizo cerrar el cementerio mediante una tapia, pegada al ábside, a base de grises ladrillos de hormigón coronados por alambre de espino, con una estética en el mejor estilo de los almacenes de chatarra. Tapia que no ha impedido los robos de imágenes, ni las profanaciones de tumbas, pero ha servido de mural sobre el que los grafiteros ejerciten su “arte popular”.
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Sin remontarnos a “reparaciones” anteriores, en 1916 se hundieron las bóvedas de presbiterio y ábside, en cuya chapucera reconstrucción “se perdieron” los hermosos canecillos románicos esculturados –excepto dos-. Todo se recompuso con prisas, sin miramientos, de forma que desaparecieron elementos preciosos que habían sobrevivido durante siglos.
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La antedicha tapia, y su “corona de espinas”, tampoco han incitado a la mejor conservación del cementerio que presuntamente protege. Hay enterramientos francamente deteriorados, y otros en un estado de lamentable abandono. Por supuesto, siguiendo una acrisola tradición celtibérica, a pesar de haber sitio de sobra, las tumbas se pegan pertinazmente a los muros del templo, como si con ello esos difuntos fueran a alcanzar la gloria unos minutos antes que los más alejados, o su gloria fuese a resultar más gloriosa.
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Y, sí, han visto bien, no se froten los ojos. El ábside está triunfalmente “condecorado” con la surrealista mansarda de un desván. ¿Alquilarán esta buhardilla para sufragar los gastos parroquiales, vista la escasez de vivienda y cómo están los alquileres en los tiempos que corren?
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Por la preciosa ventana absidal, ejemplar único, que no se han privado de estropear agrandando sus estilizados vanos, salen cables que corren y se enredan por el tambor de la cabecera, como un anuncio de lo que vamos a encontrar en su interior.
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Interior, al que se accede por una portada sin duda digna del mejor y más afamado “Monumento Histórico Artístico Nacional”: malamente encalada, cubierta de suciedad, llena de grafitos y obscenos chorreones de mugre.
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Un interior indescriptible... ¡De pesadilla! Porque así, a bulto, todo parece normal, pero no hay más que fijarse en los detalles. ¡Y que detalles! ¡El sueño loco de un interiorista kich!
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Lo primero, esos “santiños”, que han de ser de gran devoción, no lo dudamos, y por ello merecen todos nuestros respetos, pero cuya conservación, exposición y distribución no ayuda a mejorar sus calidades estéticas. Más que el ábside de un templo, aquello parece desván de chamarilero, donde los posible méritos de las esculturas desaparecen entre el desaliño general.
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Luego esa vidriera, trans-post-modernista, por parte de padre, y abstraccionista geométrica, por parte de madre, “a juego” con las dos arañas barrocas -las lámparas quiero decir, porque las arañas naturales también abundan-, que escoltan al Nazareno, quien, lógicamente, inclina su rostro sintiendo vergüenza ajena. Mientras, el bueno de san Francisco abre sus brazos en gesto de impotencia, como si preguntara: -“¿Por qué Señor, por qué nos has abandonado en este garito...?.
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El santo de Asís, tiene variados motivos para ese gesto desolado. Bajo sus pies corre una imposta malamente recompuesta, pintarrajeada como el rostro de una prostituta vieja, sobre la que reposa un foco dorado. Foco que no es tal, sino un “aplique” de pared, reconvertido para la ocasión, y “aplicado” al “como salga” sobre unas paredes a las que se ha medio-quitado la capa de cal, por el método de picar y repicar sin miramiento los vetustos sillares.
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La maraña de cables, bomba de relojería sin marcha atrás, se extiende por todo el templo. Sube por las bóvedas, desciende por las encaladas paredes, se enreda en repintadas ménsulas, puertas y escaleras... Cables que corren a tontas y a locas por el recinto, empalmados, en el mal sentido del término, a base de esparadrapos que están pidiendo a gritos un chispazo y el consiguiente incendio. Hoguera purificadora que, solo por milagro divino, todavía no se ha producido.
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Finalmente, la pila bautismal románica, gallonada, sencilla y honesta, ha sido profanada con esa blasfemia de coloretes, más propios de una daifa venida a menos que de un objeto sagrado. Repintes, que producen una pena infinita en cualquier espíritu medianamente sensible.
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Y sin embargo, aquí, suprema neurosis celtibérica, no está prohibido tomar cuantas fotos queramos. Es como si las autoridades “competentes”, añadiendo la burla a la injuria, se hubiesen puesto el mundo por montera, para presumir de su incompetencia con luz y taquígrafos...
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A quien corresponda. No se moleste, no gaste energías, tiempo y dinero de los contribuyentes, en declarar “Monumento Histórico Artístico Nacional” ningún edificio del que luego, una vez acabada la ceremonia oficial y haber posado para las fotos de prensa, se va a desentender miserablemente. Desde 1982 hasta hoy han transcurrido veintisiete años, veintisiete, de la afamada ganadería del padre Cronos, y el templo del Vizbayo está así desde entonces. El tiempo ha pasado por el, sin pasar a través de el.
Póngase ya a la faena, ordene y mande, que eso se le da muy bien, la rehabilitación integral del monumento antes que los cables y las humedades nos den un susto, o algo peor. Mientras se decide a actuar, vaya a picota y cepo por el tiempo que tarden esos coloretes en desaparecer por degradación natural.
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Salud y fraternidad.

lunes, 8 de junio de 2009

“Tejados de vidrio...”

Santos Cornelio y Cipriano, Revilla de Santullán (Palencia).
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Estamos completamente de acuerdo en la protección de los bienes culturales, pero sin que la misma atente a la integridad y homogeneidad del bien protegido, pues eso sería, en palabras del refranero: “Hacer un pan como unas tortas”, es decir obtener un resultado viciado, contrario a lo que se pretendía.
Ese es el caso, cuando la actitud “protectora” intenta desarrollar alguna buena idea sin haberla comprendido por completo.
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En el templo de los Santos Cornelio y Cipriano, en Revilla de Santullán, la fachada sur tiene adosado un recinto cerrado, cuyo origen pudo estar en una desaparecida galería porticada. El caso es que, este espacio, ha protegido la magnífica portada durante varios siglos permitiendo que llegue hasta nosotros en perfecto estado. Cuando se llevó a cabo la última restauración, se pensó que era más económico y aportaba mayor belleza, a dicha portada, la luz natural que la artificial. Por tanto, en el tejado de la estancia, se abrió un largo vano ocupado por un material traslúcido, que deja caer sobre la portada una suave luz cenital.
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La solución es simple, no afea o desentona del conjunto y, amén de ahorrar en energía eléctrica, resalta las cualidades estéticas de la piedra que protege. Podemos decir que se trata, de una “idea luminosa”.
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San Pelayo, Arenillas de San Pelayo (Palencia).
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Visto lo acertado de la anterior solución, en el templo de San Pelayo, en Arenillas de San Pelayo, se intentó algo similar aunque sin contar con los mismos elementos.
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El problema es que aquí no existía espacio protector previo, ante la portada sur, por lo que hubo que crearlo. Para ello se montó una sencilla estructura, a base de un marco sobre dos pies derechos, que soportan una gran lámina transparente que deja escurrir el agua y protege las deterioradas imágenes de la portada.
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Lo malo es que dicha estructura, cuyo material no sabemos si es metal que imita madera, o madera que parece plástico, o plástico que parece metal que imita madera, ha sido colocada de forma que desentona completamente del conjunto. Si de lejos ya nos choca, de cerca se asemeja a unos andamios que, por su escasa altura e inclinación, entorpecen la visión de conjunto de una bella portada que merecía algo mejor. Además, dichas estructuras, han sido empotradas en los muros mediante piezas de metal y tornillería, elementos que no han de hacer mucho bien a la piedra. Si la intención era buena, que nadie lo duda, el resultado es completamente dudoso.
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La Asunción, Lagunas de Somoza (León).
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A escala más modesta, la idea, la dudosa idea, se ha repetido en el templo de La Asunción, en Lagunas de Somoza (León). Allí, sobre su rescatada portada norte, empotradas sobre los canecillos, han puesto unas escuetas vigas de madera que soportan la reducida pieza traslúcida.
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Sobre la fealdad y dudosa utilidad práctica del invento, hay que añadir que el “cristal”, o “metacrilato”, o lo que quiera que sea, se encuentra agrietado, no sabemos si por obra y gracia del clima o las pedradas de la chiquillería. Pero dicho desperfecto no es de ayer, visitamos el lugar un 16 de abril de 2000 y ya estaba así, volvimos el 5 de abril de 2009, al cabo de nueve años, y tal elemento se encuentra todavía más agrietado. Lo que implica, de nuevo, abandono y falta de mantenimiento.
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A quien corresponda: recuerde que “Quien tiene tejado de vidrio, no ha de tirar piedras al de su vecino”. Por ello, procure enmendar sus yerros, no siga consejos de “restauradores de diseño”, sino de profesionales cualificados, porque proteger no es “crear”. Quienes deseen instalar neo-elementos, que dejar como impronta contemporánea de su “arte”, háganlo en los núcleos modernos de ciudades y pueblos, pero no en los edificios históricos, bastardeando un Arte que ellos no han sido capaces de crear y cuyo espíritu parecen ser incapaces de comprender. Y usted, vaya a picota y cepo, sin tejadillo que lo proteja de los elementos, hasta que entienda que prostituir el patrimonio histórico no es la mejor manera de hacer Historia.
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Salud y prosperidad.

domingo, 17 de mayo de 2009

¡Sierpe Rupiana, regresa y devóralos...!

Ermita de la Santa Cruz, Montes de Valdueza (León), 4 abril 2009.
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En el leonés Valle del Silencio, que citamos hace poco en referencia a Peñalba de Santiago, se encuentra otro pueblecito con gran sabor medieval. Hablamos de San Pedro de Montes, lugar nacido al abrigo del Monasterio, que da nombre al pueblo, fundado por san Fructuoso en el s. VII, sobre una escarpada ladera frente a un viejo castro celta. A la entrada del caserío, un poco apartada, estaba la humilde ermita de la Santa Cruz, elevada sobre la roca en que san Fructuoso se retiraba para hacer oración.
En este mágico enclave cuentan una antigua conseja, conocida como “Leyenda de la Sierpe rupiana”. Resumida, viene a decir que, al fondo de la barranca por donde corre el río Oza, a los pies de la ermita de la Santa Cruz, en una gran caverna, vivía un espantoso monstruo, cruce de dragón y serpiente, con un solo ojo. Tanto era el tamaño de la Sierpe Rupiana que, cuando su cabezota alcanzaba la ermita, su cola todavía se hallaba en el interior de la cueva allá abajo junto al río.
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Dicho espanto de la naturaleza, se alimentaba del ganado de aldeanos y monjes, pero al escasear por su insaciable apetito, el temible monstruo continuó banquete con seglares y clérigos, hoy uno, mañana otro. Se reclamó la presencia de san Fructuoso, que estaba en eremítico retiro, y este tramó lo que sigue: los monjes confeccionaron una enorme hogaza de pan, a base harina de castañas, amasada con orujo y jugo de tejo, que dejaron en la puerta de la ermita. La sierpe comió el cebo, quedó adormecida, y aprovecharon para clavarle en su único ojo una gran estaca de castaño, bien afilada y calentada casi al punto de ignición. El monstruo se retorció, dando coletazos que derribaban robles centenarios y desprendían peñascos como casas, hasta refugiarse en lo más profundo de su cueva, donde murió con los sesos consumidos por el calor.
Los lugareños afirman que unas figuras ondulantes, en los relieves de la ermita de la Santa Cruz, aluden a este episodio. Por desgracia, ya no podemos comprobarlo...
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Donde antes se encontraban dichos relieves, hoy solo queda una terrible herida que, justicia poética, nos recuerda el destrozado único ojo de la Sierpe Rupiana.
Esta ermita no es la original, sino una levantada en 1723, poco más debajo de la anterior, y en la que se reutilizaron groseramente algunos fragmentos escultóricos de la primitiva. Tales elementos, del año 905 y origen visigodo-mozárabe, fueron sustraídos miserablemente, el domingo 3 de marzo de 2007. Bueno, para ser precisos, fue robada una lápida fundacional de la ermita, que estaba a punto de ser exhibida en la edición ponferradina de Las Edades del Hombre, aunque para el caso es como si hubiesen “afanado” todo el conjunto. El presidente del Consejo Comarcal del Bierzo, Ricardo González Saavedra, culpó del robo a la Junta de Castilla y León por la falta de vigilancia. A su vez, la vicepresidenta de la Junta, María Jesús Ruiz, arremetió contra el delegado del Gobierno en la comunidad, Miguel Alejo, por entender que debía ser este el garante de la seguridad del patrimonio histórico artístico. [Ignoramos si el delegado la emprendió con el conserje, éste, a su vez, la tomó con su mujer, y ella lo pagó con el perro...]
A raíz de esta controversia, con la iglesia hemos topado, el obispado decidió desmontar las piezas restantes y ponerlas en custodia en la basílica de Nuestra Señora de la Encina, de Ponferrada, hasta que en Montes de Valdueza se pudiera garantizar un mínimo de seguridad. O sea, “ad calendas Graecas”.
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Las piezas visigodo-mozárabes el 17 de abril de 2000.
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Por suerte visitamos y fotografiamos el conjunto hace nueve años, cuando todavía unos no habían decidido robar parte, ni otros salvar el resto, por el mismo procedimiento: llevarse las piezas. Allí estaban, su lápida fundacional, a la izquierda, junto con otros fragmentos ornados con entrelazos ondulados y rosetas, todo ello sirviendo de improvisadas jambas y columna, para otra piedra con dos arquillos incompletos, que serían de herradura, sobre la que se sitúa la mejor pieza: un cuadrado en el que se inscribe un crismón “asturiano”, formado por cruz paté con el Alfa y la Omega, cuyo fondo tiene restos de pintura roja.
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A quien corresponda: déjese de culpar a otro, que a su vez culpa a otra, que luego culpa al de más allá. Y en vista de que, al menos de momento, la cosa no tiene arreglo, haga de lo hecho pecho. Admita que lo de la vigilancia es cuestión peregrina, si no imposible, y puesto que volver a traer las piezas a Montes es imprudente, al menos haga una reproducción en piedra artificial, como se hizo con ciertas esculturas de diversas catedrales, y colóquelas en su lugar original. Las piezas auténticas estarán a salvo, a ser posible en el Museo de León, donde sean visitables, y los peregrinos, porque espíritu peregrino hay que tener para visitar tales lugares, podrán gozar de la contemplación in situ de estas joyas del primer medievo, aunque sean copias. Y ya de paso, aproveche para restaurar el interior de la ermita, pues viendo en que estado se encuentra, no nos extraña que los “cacos” pensaran que hacían un favor con retirar tan ricas piedras de este ruinoso y polvoriento desván. Si no lo hiciere, vaya a picota y cepo, con el deseo de que el espíritu de la Sierpe Rupiana lo acose cada noche hasta que repare el desaguisado.
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Salud y fraternidad.

viernes, 15 de mayo de 2009

¿“Bien de Interés Cultural” o “Bien de Interés Basural”?

Robles de Laciana es un pequeño pueblo de la montaña leonesa, frontero con el reino astur al que se accede por el vecino Puerto de Somiedo. Su parroquial, de Santo Xuliano, fue templo de un pequeño monasterio, desaparecido. Un epígrafe, junto a la puerta, dice fue consagrado en 1090, lo que le convierte en el más antiguo del Valle de Laciana. El sencillo edificio románico, todo en mampostería de pizarra, sin decoración, ha sido recientemente restaurado y declarado “Bien de Interés Cultural”.
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Este “reciclaje” ha librado al templo de la ruina, pero no de esa plaga moderna, que es la manía de amontonar los cubos de basura y contenedores de reciclaje, en lugar bien visible, junto a los monumentos más destacados de cada lugar.
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No conformes con eso, aquí han rizado el rizo. Cubos y contenedores, asedian, rodean y escoltan el cartel explicativo que, con motivo de su declaración como “Bien de Interés Cultural”, se instaló para informar de las características del monumento.
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Pero no creamos que este despropósito sea privativo de pequeños pueblos montañeses, donde alejados de toda civilización, “presuntamente” escaseen la cultura o el amor al arte y a los “bienes culturales”, porque también en grandes ciudades, centro de esa civilización, donde “presuntamente” abundan la cultura y el amor al arte y al “Patrimonio de la Humanidad”, se repite punto por punto el disparate aludido. Ahí está el magnífico, el enorme, templo románico de San Millán, en Segovia capital, bien cercado por cubos de basura junto a los cuales, lógica precaución, está prohibido estacionar...
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A quien corresponda: En este tiempo de crisis, nosotros vamos a poner nuestro granito de arena para crear puestos de trabajo. Ya hemos encargado a sendos talleres, de cantería y carpintería, una elevada cantidad de picotas y cepos, para ampliar nuestro servicio. El cual, en breve, esperamos sea declarado “Bien de Interés Público” y dotado de vigilantes jurados, al par que juramentados. Porque a causa de la ineptitud e irresponsabilidad de las autoridades “competentes”, con una sola picota y cepo ya no tenemos bastante para atender a nuestra selecta clientela.
Así pues, vayan usted y sus incompetentes sayones, a “picotas y cepos”, por tiempo indefinido, hasta que solucionen el problema de los residuos urbanos y su incompatibilidad con los monumentos, patrimonio de una época quizá menos limpia pero también menos guarra.
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Salud y fraternidad.

viernes, 17 de abril de 2009

“¡Manos que no dais! ¿Qué esperáis?”

En la aterradora Sierra del Teleno (2185 m.), al fondo del leonés Valle del Silencio, que los eremitas medievales del s.X convirtieron en su “Tebaida”, se encuentra Peñalba de Santiago. El eremitismo derivó en comunidad monástica, se levantó un templo mozárabe en 1105, y allí recibió sepultura el “druídico” san Genadio.
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El impresionante lugar, se encuentra a “tan sólo” 22 kms de Ponferrada. Pero vaya kilómetros, parecen estar hechos de diez mil metros cada uno: curvas y contra curvas cerradas, cuestas empinadas, asfalto no muy regular, a un lado el monte cerrado y al otro el precipicio abierto. Si no eres loco profesional, o suicida aficionado, se tarda casi una hora en llegar. Aunque camino, paisaje, pueblo y templo merecen el esfuerzo.
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Sin embargo, nada más llegar a las puertas del templo, la “Junta de Castilla y León” nos da la bienvenida con un bonito: “Prohibido el acceso al campanario”, o sea, la espadaña. Cosa que está bien, pues hay personas irresponsables que van por ahí cayéndose de los campanarios y demandando luego a quien se les ponga por delante. Y aunque nosotros no pensábamos “acceder” a tan peligroso lugar, el cartelito, único en su especie, nos dio ya muy mala espina.
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En efecto, nada más cruzar el mozárabe umbral, nos saltó a los ojos el siguiente prohibido, esta vez anónimo y sin palabras. El maligno símbolo de la cámara, dentro de un círculo y cruzada por una raya, nos amenazaba en blanco y negro. Amenaza respaldada, por la persona encargada de recibir a los visitantes. Aunque lo más surrealista no era la “tópica” prohibición, sino el cartelito que cuelga bajo ella.
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Su lectura nos deja perplejos. ¿Es que este templo, Monumento Histórico Artístico desde 1931, no recibe subvenciones ni para pagar la luz? ¿En vez de pedir limosna, no sería mejor cobrar un euro, simbólico, por la entrada? Claro que, tanto para dar limosnas como para pagar precios simbólicos, hay que sentir simpatía hacia quienes solicitan tales dádivas. Y el cartel, prohibiendo hacer fotos, más su reiteración de palabra por el guardián, elimina cualquier atisbo de simpatía por nuestra parte, matando en nosotros la semilla de la buena voluntad.
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A quien corresponda: ¿No le da vergüenza que, un Monumento Nacional, se ilumine para los visitantes a base de limosnas? Ponga pronta solución a tal despropósito, y al de hacerse 22 kms por una carretera de montaña –a la que el calificativo de “carretera” ya le resulta piadoso- para luego no poder tomar fotos de esta joya. No es por meter cizaña, pero quizá al antiguo Reino de León, y a sus monumentos, les iría mejor si éste volviera a ser autónomo, sin depender de usted y de Castilla la Vieja con sus viejas malas mañas. Entre tanto, vaya a picota y cepo por tiempo indefinido, a que lo coman las moscas.
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Salud y fraternidad.

martes, 31 de marzo de 2009

Córdoba 2016: Apostilla con remoquete...

Si consultan la entrada anterior, recordarán el extraño cartel que, con horarios y prohibiciones, campea sobre la puerta del templo románico cordobés de Santa Marina de Aguas Santas.
Es tan alucinante, que en el primer análisis se nos escapó un detalle, no menos curioso que el de prohibir "comer y beber" dentro del recinto sagrado.
Se trata de la prohibición de orar en el templo. ¿Que somos absurdos y traemos las cosas por los pelos? Nada de eso, lean, lean:
"Horario de visita exclusivamente turística".
Es decir, si es "exclusivamente turística", el término "exclusivamente" quiere señalar que no se pueden realizar otras actividades, salvo las propias del término "turístico".
¿Quiere eso decir, que si a algún turista "se le escapa" una oración, plegaria o súplica, durante la visita, será multado y/o expulsado del templo?
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A quien corresponda: Mande sustituir a ciertos "vigilantes", con mentalidad de "portero de discoteca", que controlan de malas maneras el cumplimiento de las normas en los templos, a los cuales hay que pagar por acceder en horario turístico, para no poder ejercer el "derecho turístico" de fotografiar. Pero por favor, mantenga usted en sus puestos a quienes redactan las notas sobre dichas normas, para que sigan obsequiándonos con estos surrealistas modelos, ejemplos soberanos de estulticia, que enriquecen el acervo cultural popular. Si no lo hiciere vaya vuecencia a picota y cepo, hasta que en todos los templos celtíberos puedan tomarse fotos libremente.
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Salud y fraternidad.

miércoles, 25 de marzo de 2009

El sur, también existe...

El proyecto llamado Ciudad Europea de la Cultura, nace en 1985, y la primera ciudad celtibérica elegida, en 1992, es Madrid. Cambia su nombre, en 1999, por el de Capital Europea de la Cultura, y en este nuevo ciclo son designadas Santiago de Compostela, en 2000, y Salamanca, en 2002. Para 2016, se presentan catorce candidatas celtíberas, entre ellas Córdoba.
Si las autoridades competentes pretenden que la ciudad califal, que merecidamente ostenta el título de Patrimonio de la Humanidad, tenga alguna posibilidad en esa candidatura europea, deberían ir pensando en cambiar su anárquica mentalidad cultural por otra más coherente. No es de recibo que, en una trayectoria generalmente buena, se introduzcan manchas, “por descuido”, si tenemos en cuenta el alto honor que pretenden. Para muestra valgan dos botones, que sirven por una cremallera.
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Templo de San Lorenzo, arriba sus cubos diseño "Barrio Sésamo", y abajo los de diseño "glamour pijo".
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Hace poco, denunciamos los “contenedores de residuos urbanos” situados ante el templo de San Pedro –que, se pongan como se pongan, son vulgares cubos de basura-. Bien, pues se acaba de restaurar magníficamente el templo tardo-románico de San Lorenzo, pero como a las “autoridades competentes” les parecía que faltaba “algo”, también se han “restaurado” sus cubos de basura. Además por duplicado, unos de diseño “glamour pijo”, en la fachada norte, y otros de diseño “Barrio Sésamo”, ante el jardincillo de su fachada oeste. Como guinda, a este pastel, la imprescindible señal de tráfico.
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Templo de Santa Marina de Aguas Santas.
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El tema de cubos y señales de tráfico, ante los monumentos cordobeses, con ser sangrante, no es el peor obstáculo que vemos para sus pretensiones culturales europeístas. Lo peor es la “mentalidad de cortijo”, de ciertos párrocos “tridentinos”, que dictan a su antojo las normas para visitar los monumentos: el dueño de cada “cortijillo” puede hacer y deshacer, a su gusto, sobre las condiciones para acceder al templo correspondiente. Y la “autoridad laica competente”, debe ser cómplice, por acción u omisión.
. Templo de Santa Marina de Aguas Santas, otro ejemplo de románico-tardío, estamos en marzo y es sábado, son las 11,10, por tanto nos encontramos dentro de fecha y horario. Sin embargo la puerta permanece sospechosamente entornada, al acercarnos vemos que nos impiden el paso un cordón, y un atril que sostiene los textos que describen, en castellano e inglés, las características del templo. Barrera, al parecer, instalada para que no entren los turistas de forma “incontrolada”.
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Además, hay unos folletos con la “Ruta Fernandina”, promoción turística que han creado a base de los templos tardo-románicos, más o menos restaurados, que existen en la ciudad. Aunque como en otras muchas cosas, hay en ello más de auto-bombo que de verdadera intención cultural. A las pruebas nos remitimos.
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Grandes carteles, como este, anuncian a bombo y platillo las diferentes rutas que pueden seguirse para visitar los templos medievales de Córdoba. ¡Pero, mucho ojo, que el lobo deja ver sus orejas bajo la piel de cordero!
Sobrepuesto a este cartel, hay uno tamaño folio, con los correspondientes horarios de visita, en cuya base destacan unos círculos rojos de prohibido. ¡Entonces, salta una alarma en nuestro cerebro!

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Además de los cubos de basura, y las señales de tráfico, no podían faltar en la “Ruta Fernandina” las prohibiciones de rigor. ¿Cuáles? Evidentemente, una absurda y otra más absurda.
La “absurda”, por supuesto, es la de la izquierda. Uno no sabe si se han equivocado y al querer anunciar una cafetería han confundido las señales: se prohíbe -suponemos- comer y... ¿beber? Cuchillo y tenedor, dan a entender lo de la comida, pero ¿y la taza, que significa? Cierto que hay “gente pa’tó”, pero ¿tantos cientos de personas entraban al templo, comiendo y bebiendo, como para tener que prohibirlo? Mira que hemos visitado “cienes y cienes” de templos, por toda celtiberia, y es la primera vez que vemos una prohibición de este tipo.
La “más absurda”, evidentemente, es la de la derecha. ¡Nada de fotos, faltaría más, que carencia de respeto por un lugar sagrado!
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Eso sí, al lugar sagrado, como es en “horario turístico”, solo se puede acceder “con ticket”, es decir pagando 1 € de vellón. Claro que de esto te enteras cuando, tras asomar la cabeza por la rendija, luchando por no derribar el atril y romper el cordón, que más que barrera es “aduana”, logras ver a un cancerbero y le preguntas con timidez si se puede visitar el templo.
Su primera información consiste en recabar el pago del € por barba, y la segunda, sin que nadie le pregunte, anunciar que está prohibida la toma de fotografías. Debe ser, que se nos traslucían las “nefandas intenciones fotográficas” en el rostro. Inútil luchar contra molinos de viento, por mucho que le argumentamos, permaneció inflexible y fue elevando el tono hasta rayar lo grosero, momento en que desde detrás del cordón enfocamos la cámara hacia la nave, disparamos, y abandonamos el lugar con toda la dignidad que la ocasión requería, sin pararnos a escuchar los improperios que el guardián soltaba en el sagrado recinto.
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Ahora bien, el despropósito de todo lo antedicho no está solo aquí, sino en la comparación con otros templos de la anárquica “Ruta Fernandina”.
En el de San Lorenzo, sus puertas están de par en par, la entrada es libre, gratuita, y además te dejan fotografiar a placer, incluso las pinturas medievales recién restauradas; por descontado, nadie te dice nada sobre comer o beber dentro del templo, eres libre de ser irreverente. En el de San Pablo, las puertas están entornadas como en cualquier templo corriente, una vez dentro hay una mesa con una amable joven, quien con cierta timidez, como si tuviese vergüenza torera, te avisa que debes soltar el euro de rigor, porque “estamos en horario turístico”, por contra también puedes hacer fotos, sin traba alguna, hasta reventar la cámara; aquí tampoco nos impiden comer o beber a placer, cosa que, por otra parte, a nadie con dos dedos de frente se le ocurriría hacer en semejante lugar. El de San Pedro, está siempre cerrado a piedra y lodo, sin siquiera un cartel que indique horario alguno.
¿Qué pasa, que cada parroquia-cortijo tiene un “Amo” que dicta leyes diferentes? ¿El horario turístico es sólo un truco, para “timarles” los euros a los visitantes? ¿El sacar fotos está al libre albedrío del párroco-“Amo” de turno, porque a unos les parece pecaminoso anatema la acción de fotografiar y a otros no?
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A quien corresponda: Ponga orden en este caos, si el horario es turístico y de pago, permita las actividades turísticas, como son obtener fotografías de piedras que no han de sufrir menoscabo por ello. Coloque vigilantes profesionales del turismo, no profesionales de la prepotencia y el “ordeno y mando”. Si quiere que esta bella ciudad, tan entrañable por muchos conceptos, llegue a ser Capital Europea de la Cultura, comience por tener cultura usted mismo e inculcarla a los escasos, pero poderosos, clérigos integristas que parecen tener la sartén por el mango en algunos templos que, recuérdelo, no son de ellos, sino de los fieles que les dan vida con su asistencia.
Si no hiciere caso, sea llevado a picota y cepo, hasta que recapacite o hasta que la incultura, el integrismo y los fariseos desaparezcan del mapa. Porque el sur también existe, pero sus buenas gentes no se merecen que ustedes existan y las gobiernen.
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[Nota aclaratoria para mal-pensantes profesionales: Quien esto denuncia, no es un “forastero criticón”, sino alguien que vivió en Córdoba durante los años 70, y pasó largas temporadas allí durante los 80, para continuar visitando regularmente la ciudad hasta el presente. Alguien que ama entrañablemente esta urbe, y querría que todo su monte fuese orégano, y fuese oro todo lo que en ella reluce. Quien esto denuncia, no es un ateo irredento, de colmillo retorcido, sino alguien respetuoso con las creencias religiosas de todos. Alguien, que desearía ver más florecimiento espiritual, en los seres humanos, y menos mercaderes dentro del Templo].

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Salud y fraternidad.