Robles de Laciana es un pequeño pueblo de la montaña leonesa, frontero con el reino astur al que se accede por el vecino Puerto de Somiedo. Su parroquial, de Santo Xuliano, fue templo de un pequeño monasterio, desaparecido. Un epígrafe, junto a la puerta, dice fue consagrado en 1090, lo que le convierte en el más antiguo del Valle de Laciana. El sencillo edificio románico, todo en mampostería de pizarra, sin decoración, ha sido recientemente restaurado y declarado “Bien de Interés Cultural”.
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Este “reciclaje” ha librado al templo de la ruina, pero no de esa plaga moderna, que es la manía de amontonar los cubos de basura y contenedores de reciclaje, en lugar bien visible, junto a los monumentos más destacados de cada lugar.
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No conformes con eso, aquí han rizado el rizo. Cubos y contenedores, asedian, rodean y escoltan el cartel explicativo que, con motivo de su declaración como “Bien de Interés Cultural”, se instaló para informar de las características del monumento.
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Pero no creamos que este despropósito sea privativo de pequeños pueblos montañeses, donde alejados de toda civilización, “presuntamente” escaseen la cultura o el amor al arte y a los “bienes culturales”, porque también en grandes ciudades, centro de esa civilización, donde “presuntamente” abundan la cultura y el amor al arte y al “Patrimonio de la Humanidad”, se repite punto por punto el disparate aludido. Ahí está el magnífico, el enorme, templo románico de San Millán, en Segovia capital, bien cercado por cubos de basura junto a los cuales, lógica precaución, está prohibido estacionar...
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A quien corresponda: En este tiempo de crisis, nosotros vamos a poner nuestro granito de arena para crear puestos de trabajo. Ya hemos encargado a sendos talleres, de cantería y carpintería, una elevada cantidad de picotas y cepos, para ampliar nuestro servicio. El cual, en breve, esperamos sea declarado “Bien de Interés Público” y dotado de vigilantes jurados, al par que juramentados. Porque a causa de la ineptitud e irresponsabilidad de las autoridades “competentes”, con una sola picota y cepo ya no tenemos bastante para atender a nuestra selecta clientela.
Así pues, vayan usted y sus incompetentes sayones, a “picotas y cepos”, por tiempo indefinido, hasta que solucionen el problema de los residuos urbanos y su incompatibilidad con los monumentos, patrimonio de una época quizá menos limpia pero también menos guarra.
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Salud y fraternidad.
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Este “reciclaje” ha librado al templo de la ruina, pero no de esa plaga moderna, que es la manía de amontonar los cubos de basura y contenedores de reciclaje, en lugar bien visible, junto a los monumentos más destacados de cada lugar.
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No conformes con eso, aquí han rizado el rizo. Cubos y contenedores, asedian, rodean y escoltan el cartel explicativo que, con motivo de su declaración como “Bien de Interés Cultural”, se instaló para informar de las características del monumento.
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Pero no creamos que este despropósito sea privativo de pequeños pueblos montañeses, donde alejados de toda civilización, “presuntamente” escaseen la cultura o el amor al arte y a los “bienes culturales”, porque también en grandes ciudades, centro de esa civilización, donde “presuntamente” abundan la cultura y el amor al arte y al “Patrimonio de la Humanidad”, se repite punto por punto el disparate aludido. Ahí está el magnífico, el enorme, templo románico de San Millán, en Segovia capital, bien cercado por cubos de basura junto a los cuales, lógica precaución, está prohibido estacionar...
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A quien corresponda: En este tiempo de crisis, nosotros vamos a poner nuestro granito de arena para crear puestos de trabajo. Ya hemos encargado a sendos talleres, de cantería y carpintería, una elevada cantidad de picotas y cepos, para ampliar nuestro servicio. El cual, en breve, esperamos sea declarado “Bien de Interés Público” y dotado de vigilantes jurados, al par que juramentados. Porque a causa de la ineptitud e irresponsabilidad de las autoridades “competentes”, con una sola picota y cepo ya no tenemos bastante para atender a nuestra selecta clientela.
Así pues, vayan usted y sus incompetentes sayones, a “picotas y cepos”, por tiempo indefinido, hasta que solucionen el problema de los residuos urbanos y su incompatibilidad con los monumentos, patrimonio de una época quizá menos limpia pero también menos guarra.
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Salud y fraternidad.
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