El templo de Santa María del Vizbayo, en Otero de Vizbayo (León), que ya es casi un barrio de Ponferrada, fue declarado “Monumento Histórico Artístico Nacional”, desde 1982. Pero no se hagan ilusiones, desde el s.XI acá los despropósitos han menudeado sobre este edificio.
En los años 70 del pasado s.XX, el párroco hizo cerrar el cementerio mediante una tapia, pegada al ábside, a base de grises ladrillos de hormigón coronados por alambre de espino, con una estética en el mejor estilo de los almacenes de chatarra. Tapia que no ha impedido los robos de imágenes, ni las profanaciones de tumbas, pero ha servido de mural sobre el que los grafiteros ejerciten su “arte popular”.
.
Sin remontarnos a “reparaciones” anteriores, en 1916 se hundieron las bóvedas de presbiterio y ábside, en cuya chapucera reconstrucción “se perdieron” los hermosos canecillos románicos esculturados –excepto dos-. Todo se recompuso con prisas, sin miramientos, de forma que desaparecieron elementos preciosos que habían sobrevivido durante siglos.
.
La antedicha tapia, y su “corona de espinas”, tampoco han incitado a la mejor conservación del cementerio que presuntamente protege. Hay enterramientos francamente deteriorados, y otros en un estado de lamentable abandono. Por supuesto, siguiendo una acrisola tradición celtibérica, a pesar de haber sitio de sobra, las tumbas se pegan pertinazmente a los muros del templo, como si con ello esos difuntos fueran a alcanzar la gloria unos minutos antes que los más alejados, o su gloria fuese a resultar más gloriosa.
.
Y, sí, han visto bien, no se froten los ojos. El ábside está triunfalmente “condecorado” con la surrealista mansarda de un desván. ¿Alquilarán esta buhardilla para sufragar los gastos parroquiales, vista la escasez de vivienda y cómo están los alquileres en los tiempos que corren?
.
Por la preciosa ventana absidal, ejemplar único, que no se han privado de estropear agrandando sus estilizados vanos, salen cables que corren y se enredan por el tambor de la cabecera, como un anuncio de lo que vamos a encontrar en su interior.
.
Interior, al que se accede por una portada sin duda digna del mejor y más afamado “Monumento Histórico Artístico Nacional”: malamente encalada, cubierta de suciedad, llena de grafitos y obscenos chorreones de mugre.
.
Un interior indescriptible... ¡De pesadilla! Porque así, a bulto, todo parece normal, pero no hay más que fijarse en los detalles. ¡Y que detalles! ¡El sueño loco de un interiorista kich!
.
Lo primero, esos “santiños”, que han de ser de gran devoción, no lo dudamos, y por ello merecen todos nuestros respetos, pero cuya conservación, exposición y distribución no ayuda a mejorar sus calidades estéticas. Más que el ábside de un templo, aquello parece desván de chamarilero, donde los posible méritos de las esculturas desaparecen entre el desaliño general.
.
Luego esa vidriera, trans-post-modernista, por parte de padre, y abstraccionista geométrica, por parte de madre, “a juego” con las dos arañas barrocas -las lámparas quiero decir, porque las arañas naturales también abundan-, que escoltan al Nazareno, quien, lógicamente, inclina su rostro sintiendo vergüenza ajena. Mientras, el bueno de san Francisco abre sus brazos en gesto de impotencia, como si preguntara: -“¿Por qué Señor, por qué nos has abandonado en este garito...?.
.
El santo de Asís, tiene variados motivos para ese gesto desolado. Bajo sus pies corre una imposta malamente recompuesta, pintarrajeada como el rostro de una prostituta vieja, sobre la que reposa un foco dorado. Foco que no es tal, sino un “aplique” de pared, reconvertido para la ocasión, y “aplicado” al “como salga” sobre unas paredes a las que se ha medio-quitado la capa de cal, por el método de picar y repicar sin miramiento los vetustos sillares.
.
La maraña de cables, bomba de relojería sin marcha atrás, se extiende por todo el templo. Sube por las bóvedas, desciende por las encaladas paredes, se enreda en repintadas ménsulas, puertas y escaleras... Cables que corren a tontas y a locas por el recinto, empalmados, en el mal sentido del término, a base de esparadrapos que están pidiendo a gritos un chispazo y el consiguiente incendio. Hoguera purificadora que, solo por milagro divino, todavía no se ha producido.
.
Finalmente, la pila bautismal románica, gallonada, sencilla y honesta, ha sido profanada con esa blasfemia de coloretes, más propios de una daifa venida a menos que de un objeto sagrado. Repintes, que producen una pena infinita en cualquier espíritu medianamente sensible.
En los años 70 del pasado s.XX, el párroco hizo cerrar el cementerio mediante una tapia, pegada al ábside, a base de grises ladrillos de hormigón coronados por alambre de espino, con una estética en el mejor estilo de los almacenes de chatarra. Tapia que no ha impedido los robos de imágenes, ni las profanaciones de tumbas, pero ha servido de mural sobre el que los grafiteros ejerciten su “arte popular”.
.
Sin remontarnos a “reparaciones” anteriores, en 1916 se hundieron las bóvedas de presbiterio y ábside, en cuya chapucera reconstrucción “se perdieron” los hermosos canecillos románicos esculturados –excepto dos-. Todo se recompuso con prisas, sin miramientos, de forma que desaparecieron elementos preciosos que habían sobrevivido durante siglos.
.
La antedicha tapia, y su “corona de espinas”, tampoco han incitado a la mejor conservación del cementerio que presuntamente protege. Hay enterramientos francamente deteriorados, y otros en un estado de lamentable abandono. Por supuesto, siguiendo una acrisola tradición celtibérica, a pesar de haber sitio de sobra, las tumbas se pegan pertinazmente a los muros del templo, como si con ello esos difuntos fueran a alcanzar la gloria unos minutos antes que los más alejados, o su gloria fuese a resultar más gloriosa.
.
Y, sí, han visto bien, no se froten los ojos. El ábside está triunfalmente “condecorado” con la surrealista mansarda de un desván. ¿Alquilarán esta buhardilla para sufragar los gastos parroquiales, vista la escasez de vivienda y cómo están los alquileres en los tiempos que corren?
.
Por la preciosa ventana absidal, ejemplar único, que no se han privado de estropear agrandando sus estilizados vanos, salen cables que corren y se enredan por el tambor de la cabecera, como un anuncio de lo que vamos a encontrar en su interior.
.
Interior, al que se accede por una portada sin duda digna del mejor y más afamado “Monumento Histórico Artístico Nacional”: malamente encalada, cubierta de suciedad, llena de grafitos y obscenos chorreones de mugre.
.
Un interior indescriptible... ¡De pesadilla! Porque así, a bulto, todo parece normal, pero no hay más que fijarse en los detalles. ¡Y que detalles! ¡El sueño loco de un interiorista kich!
.
Lo primero, esos “santiños”, que han de ser de gran devoción, no lo dudamos, y por ello merecen todos nuestros respetos, pero cuya conservación, exposición y distribución no ayuda a mejorar sus calidades estéticas. Más que el ábside de un templo, aquello parece desván de chamarilero, donde los posible méritos de las esculturas desaparecen entre el desaliño general.
.
Luego esa vidriera, trans-post-modernista, por parte de padre, y abstraccionista geométrica, por parte de madre, “a juego” con las dos arañas barrocas -las lámparas quiero decir, porque las arañas naturales también abundan-, que escoltan al Nazareno, quien, lógicamente, inclina su rostro sintiendo vergüenza ajena. Mientras, el bueno de san Francisco abre sus brazos en gesto de impotencia, como si preguntara: -“¿Por qué Señor, por qué nos has abandonado en este garito...?.
.
El santo de Asís, tiene variados motivos para ese gesto desolado. Bajo sus pies corre una imposta malamente recompuesta, pintarrajeada como el rostro de una prostituta vieja, sobre la que reposa un foco dorado. Foco que no es tal, sino un “aplique” de pared, reconvertido para la ocasión, y “aplicado” al “como salga” sobre unas paredes a las que se ha medio-quitado la capa de cal, por el método de picar y repicar sin miramiento los vetustos sillares.
.
La maraña de cables, bomba de relojería sin marcha atrás, se extiende por todo el templo. Sube por las bóvedas, desciende por las encaladas paredes, se enreda en repintadas ménsulas, puertas y escaleras... Cables que corren a tontas y a locas por el recinto, empalmados, en el mal sentido del término, a base de esparadrapos que están pidiendo a gritos un chispazo y el consiguiente incendio. Hoguera purificadora que, solo por milagro divino, todavía no se ha producido.
.
Finalmente, la pila bautismal románica, gallonada, sencilla y honesta, ha sido profanada con esa blasfemia de coloretes, más propios de una daifa venida a menos que de un objeto sagrado. Repintes, que producen una pena infinita en cualquier espíritu medianamente sensible.
.
Y sin embargo, aquí, suprema neurosis celtibérica, no está prohibido tomar cuantas fotos queramos. Es como si las autoridades “competentes”, añadiendo la burla a la injuria, se hubiesen puesto el mundo por montera, para presumir de su incompetencia con luz y taquígrafos...
.
A quien corresponda. No se moleste, no gaste energías, tiempo y dinero de los contribuyentes, en declarar “Monumento Histórico Artístico Nacional” ningún edificio del que luego, una vez acabada la ceremonia oficial y haber posado para las fotos de prensa, se va a desentender miserablemente. Desde 1982 hasta hoy han transcurrido veintisiete años, veintisiete, de la afamada ganadería del padre Cronos, y el templo del Vizbayo está así desde entonces. El tiempo ha pasado por el, sin pasar a través de el.
Póngase ya a la faena, ordene y mande, que eso se le da muy bien, la rehabilitación integral del monumento antes que los cables y las humedades nos den un susto, o algo peor. Mientras se decide a actuar, vaya a picota y cepo por el tiempo que tarden esos coloretes en desaparecer por degradación natural.
.
A quien corresponda. No se moleste, no gaste energías, tiempo y dinero de los contribuyentes, en declarar “Monumento Histórico Artístico Nacional” ningún edificio del que luego, una vez acabada la ceremonia oficial y haber posado para las fotos de prensa, se va a desentender miserablemente. Desde 1982 hasta hoy han transcurrido veintisiete años, veintisiete, de la afamada ganadería del padre Cronos, y el templo del Vizbayo está así desde entonces. El tiempo ha pasado por el, sin pasar a través de el.
Póngase ya a la faena, ordene y mande, que eso se le da muy bien, la rehabilitación integral del monumento antes que los cables y las humedades nos den un susto, o algo peor. Mientras se decide a actuar, vaya a picota y cepo por el tiempo que tarden esos coloretes en desaparecer por degradación natural.
.
Salud y fraternidad.
6 comentarios:
Vaya pena...en nuestra linea de defensa del patrimonio,por otro lado...Se conoce que al ser declarado un templo, monumento histórico artístico,adquiere una patina que le hace inmune a los elementos;por lo que ya con eso está "conservado" de por vida.
El criterio estético del que esté al cargo del interior,debe de tenerlo en el mismo sitio que las avispas tienen su "gracia".
Por otro lado,la decoración,que pone a la de la casa de la familia Adams a la altura del betún;me está dando la clave que explicaría las levitaciones,visiones y otros estados alterados de conciencia,tan ligados a la religión cristiana...
Tienes razón, compadre Riviere, en este templo es posible alcanzar "estados alterados de conciencia", a poco que meditemos un poco. En cuanto a las "visiones", no es preciso esperar, se tienen ya desde el momento de entrar.
Aunque eso sí, no recomendamos las "levitaciones" bajo ningún concepto, podrían ustedes enredarse, en alguno de los cables, y "trascender este valle de lágrimas" santamente electrocutados...
Salud y fraternidad.
Debo confesarle,sin rubor alguno,que el estado de la entrada "principal",y el color de la puerta,han teñido mi memoria con un recuerdo ciertamente indeleble,o como mínimo,muy dificil de olvidar.
Ya empezaba a que me habían puesto algo en bebida...
Saludos.
No soy español, pero sí, a distancia, me duele ver que un monumento histórico artístico, sea convertido en un establo...sin cuadrúpedos equinos, a no ser que los encargados hagan las veces.
Compadre Maracay, le ruego no ofenda usted a los cuadrúpedos equinos, comparándolos con los politicos encargados de cuidar el patrimonio cultural.
Los burros, mulos y asnos, tienen más inteligencia, mejores intenciones y actitudes más positivas, que quienes nos dirigen, cualquiera medianamente inteligente sabe eso...
Le agradezco sus agudas observaciones, pues me alegra ver que mis críticas y sugerencias llegan tan lejos.
Salud y fraternidad.
Tenían que nominarlo para el título de "Patrimonio de la humanidad hortera", no tiene desperdicio, seguramente se lo concedían de lindo gusto.
La verdad es que las tiene todas, creo que no se puede hacer tanto mal en tan poco sitio.
Saúdos Alkaest.
Publicar un comentario