lunes, 8 de junio de 2009

“Tejados de vidrio...”

Santos Cornelio y Cipriano, Revilla de Santullán (Palencia).
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Estamos completamente de acuerdo en la protección de los bienes culturales, pero sin que la misma atente a la integridad y homogeneidad del bien protegido, pues eso sería, en palabras del refranero: “Hacer un pan como unas tortas”, es decir obtener un resultado viciado, contrario a lo que se pretendía.
Ese es el caso, cuando la actitud “protectora” intenta desarrollar alguna buena idea sin haberla comprendido por completo.
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En el templo de los Santos Cornelio y Cipriano, en Revilla de Santullán, la fachada sur tiene adosado un recinto cerrado, cuyo origen pudo estar en una desaparecida galería porticada. El caso es que, este espacio, ha protegido la magnífica portada durante varios siglos permitiendo que llegue hasta nosotros en perfecto estado. Cuando se llevó a cabo la última restauración, se pensó que era más económico y aportaba mayor belleza, a dicha portada, la luz natural que la artificial. Por tanto, en el tejado de la estancia, se abrió un largo vano ocupado por un material traslúcido, que deja caer sobre la portada una suave luz cenital.
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La solución es simple, no afea o desentona del conjunto y, amén de ahorrar en energía eléctrica, resalta las cualidades estéticas de la piedra que protege. Podemos decir que se trata, de una “idea luminosa”.
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San Pelayo, Arenillas de San Pelayo (Palencia).
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Visto lo acertado de la anterior solución, en el templo de San Pelayo, en Arenillas de San Pelayo, se intentó algo similar aunque sin contar con los mismos elementos.
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El problema es que aquí no existía espacio protector previo, ante la portada sur, por lo que hubo que crearlo. Para ello se montó una sencilla estructura, a base de un marco sobre dos pies derechos, que soportan una gran lámina transparente que deja escurrir el agua y protege las deterioradas imágenes de la portada.
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Lo malo es que dicha estructura, cuyo material no sabemos si es metal que imita madera, o madera que parece plástico, o plástico que parece metal que imita madera, ha sido colocada de forma que desentona completamente del conjunto. Si de lejos ya nos choca, de cerca se asemeja a unos andamios que, por su escasa altura e inclinación, entorpecen la visión de conjunto de una bella portada que merecía algo mejor. Además, dichas estructuras, han sido empotradas en los muros mediante piezas de metal y tornillería, elementos que no han de hacer mucho bien a la piedra. Si la intención era buena, que nadie lo duda, el resultado es completamente dudoso.
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La Asunción, Lagunas de Somoza (León).
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A escala más modesta, la idea, la dudosa idea, se ha repetido en el templo de La Asunción, en Lagunas de Somoza (León). Allí, sobre su rescatada portada norte, empotradas sobre los canecillos, han puesto unas escuetas vigas de madera que soportan la reducida pieza traslúcida.
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Sobre la fealdad y dudosa utilidad práctica del invento, hay que añadir que el “cristal”, o “metacrilato”, o lo que quiera que sea, se encuentra agrietado, no sabemos si por obra y gracia del clima o las pedradas de la chiquillería. Pero dicho desperfecto no es de ayer, visitamos el lugar un 16 de abril de 2000 y ya estaba así, volvimos el 5 de abril de 2009, al cabo de nueve años, y tal elemento se encuentra todavía más agrietado. Lo que implica, de nuevo, abandono y falta de mantenimiento.
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A quien corresponda: recuerde que “Quien tiene tejado de vidrio, no ha de tirar piedras al de su vecino”. Por ello, procure enmendar sus yerros, no siga consejos de “restauradores de diseño”, sino de profesionales cualificados, porque proteger no es “crear”. Quienes deseen instalar neo-elementos, que dejar como impronta contemporánea de su “arte”, háganlo en los núcleos modernos de ciudades y pueblos, pero no en los edificios históricos, bastardeando un Arte que ellos no han sido capaces de crear y cuyo espíritu parecen ser incapaces de comprender. Y usted, vaya a picota y cepo, sin tejadillo que lo proteja de los elementos, hasta que entienda que prostituir el patrimonio histórico no es la mejor manera de hacer Historia.
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Salud y prosperidad.

5 comentarios:

Paco Torralba dijo...

De verdad que he pasado un buen rato, a pesar de tus generosos comentarios, viendo las fotografías. Una vez mas, chapuza nacional (o internacional, me imagino que en casi todos los paises se dará). Si, has estado indulgente con la supuesta buena intención de los artistas. Lo de siempre, falta de medios para realizar una obra digna. Y dejadez para un mundo rural que se va acabando.
Salu2

mizo dijo...

Está claro que es una chapucilla, sobre todo estéticamente, pero sí que hay que reconocer la buena intención, limitada, como siempre, por la falta de economía, conocimientos, o en el mire, oiga, en lo que encontramos algo mejor, ponemos esto y que no se nos estropee el chiringito.
Saludos y que la lucha no pare.

Alkaest dijo...

Que gran verdad es esa de: "el que no se consuela, es porque no quiere"...

Bueno está lo bueno, pero lo que pasa es que aquí pretendemos azuzar la conciencia, -de quien la tenga-, para avanzar hacia las soluciones ideales.
Debemos luchar, a brazo partido, para desterrar la "cultura de la chapuza". Porque para actuar de forma mediocre, y conformarse con ello, ya existen profesionales, llamados políticos...

Salud y fraternidad.

Montacedo dijo...

De hecho, la solución alcanzada en Revilla de Santullán (visitada recientemente), con ser ingeniosa, tampoco es perfecta ya que impide ver en su conjunto el alero y la portada. Pero supongo que derribarlo todo es un poco fuerte.

Espero que le vaya bien a Belarmino, el simpático anciano que sigue enseñando el templo.

Alkaest dijo...

Ese es el problema de los "añadidos" antiguos, a no ser que se trate de algo que amenace ruina, o que ya la posea, es muy dificil deshacerse de ellos. Así que, muchas veces, se opta por soluciones de compromiso.
En efecto, lo hecho en Revilla no es lo ideal, el propio señor Belarmino se quejaba de que las cristaleras no estaban bien instaladas, lo cual provocaba goteras sobre la portada.
De nuevo, la chapuza dentro de un proyecto bienintencionado.

La última vez que tuvimos el placer de estar con el señor Belarmino, se defendía bien del paso de los años. Amabilidad a raudales y buen humor, con mucha socarronería nos dijo que su única preocupación era que, para atender a los turistas, debía desatender a sus gallinas, las cuales estaban "pasando hambre" mientras él nos enseñaba el templo...

Salud y fraternidad.