martes, 31 de marzo de 2009

Córdoba 2016: Apostilla con remoquete...

Si consultan la entrada anterior, recordarán el extraño cartel que, con horarios y prohibiciones, campea sobre la puerta del templo románico cordobés de Santa Marina de Aguas Santas.
Es tan alucinante, que en el primer análisis se nos escapó un detalle, no menos curioso que el de prohibir "comer y beber" dentro del recinto sagrado.
Se trata de la prohibición de orar en el templo. ¿Que somos absurdos y traemos las cosas por los pelos? Nada de eso, lean, lean:
"Horario de visita exclusivamente turística".
Es decir, si es "exclusivamente turística", el término "exclusivamente" quiere señalar que no se pueden realizar otras actividades, salvo las propias del término "turístico".
¿Quiere eso decir, que si a algún turista "se le escapa" una oración, plegaria o súplica, durante la visita, será multado y/o expulsado del templo?
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A quien corresponda: Mande sustituir a ciertos "vigilantes", con mentalidad de "portero de discoteca", que controlan de malas maneras el cumplimiento de las normas en los templos, a los cuales hay que pagar por acceder en horario turístico, para no poder ejercer el "derecho turístico" de fotografiar. Pero por favor, mantenga usted en sus puestos a quienes redactan las notas sobre dichas normas, para que sigan obsequiándonos con estos surrealistas modelos, ejemplos soberanos de estulticia, que enriquecen el acervo cultural popular. Si no lo hiciere vaya vuecencia a picota y cepo, hasta que en todos los templos celtíberos puedan tomarse fotos libremente.
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Salud y fraternidad.

miércoles, 25 de marzo de 2009

El sur, también existe...

El proyecto llamado Ciudad Europea de la Cultura, nace en 1985, y la primera ciudad celtibérica elegida, en 1992, es Madrid. Cambia su nombre, en 1999, por el de Capital Europea de la Cultura, y en este nuevo ciclo son designadas Santiago de Compostela, en 2000, y Salamanca, en 2002. Para 2016, se presentan catorce candidatas celtíberas, entre ellas Córdoba.
Si las autoridades competentes pretenden que la ciudad califal, que merecidamente ostenta el título de Patrimonio de la Humanidad, tenga alguna posibilidad en esa candidatura europea, deberían ir pensando en cambiar su anárquica mentalidad cultural por otra más coherente. No es de recibo que, en una trayectoria generalmente buena, se introduzcan manchas, “por descuido”, si tenemos en cuenta el alto honor que pretenden. Para muestra valgan dos botones, que sirven por una cremallera.
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Templo de San Lorenzo, arriba sus cubos diseño "Barrio Sésamo", y abajo los de diseño "glamour pijo".
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Hace poco, denunciamos los “contenedores de residuos urbanos” situados ante el templo de San Pedro –que, se pongan como se pongan, son vulgares cubos de basura-. Bien, pues se acaba de restaurar magníficamente el templo tardo-románico de San Lorenzo, pero como a las “autoridades competentes” les parecía que faltaba “algo”, también se han “restaurado” sus cubos de basura. Además por duplicado, unos de diseño “glamour pijo”, en la fachada norte, y otros de diseño “Barrio Sésamo”, ante el jardincillo de su fachada oeste. Como guinda, a este pastel, la imprescindible señal de tráfico.
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Templo de Santa Marina de Aguas Santas.
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El tema de cubos y señales de tráfico, ante los monumentos cordobeses, con ser sangrante, no es el peor obstáculo que vemos para sus pretensiones culturales europeístas. Lo peor es la “mentalidad de cortijo”, de ciertos párrocos “tridentinos”, que dictan a su antojo las normas para visitar los monumentos: el dueño de cada “cortijillo” puede hacer y deshacer, a su gusto, sobre las condiciones para acceder al templo correspondiente. Y la “autoridad laica competente”, debe ser cómplice, por acción u omisión.
. Templo de Santa Marina de Aguas Santas, otro ejemplo de románico-tardío, estamos en marzo y es sábado, son las 11,10, por tanto nos encontramos dentro de fecha y horario. Sin embargo la puerta permanece sospechosamente entornada, al acercarnos vemos que nos impiden el paso un cordón, y un atril que sostiene los textos que describen, en castellano e inglés, las características del templo. Barrera, al parecer, instalada para que no entren los turistas de forma “incontrolada”.
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Además, hay unos folletos con la “Ruta Fernandina”, promoción turística que han creado a base de los templos tardo-románicos, más o menos restaurados, que existen en la ciudad. Aunque como en otras muchas cosas, hay en ello más de auto-bombo que de verdadera intención cultural. A las pruebas nos remitimos.
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Grandes carteles, como este, anuncian a bombo y platillo las diferentes rutas que pueden seguirse para visitar los templos medievales de Córdoba. ¡Pero, mucho ojo, que el lobo deja ver sus orejas bajo la piel de cordero!
Sobrepuesto a este cartel, hay uno tamaño folio, con los correspondientes horarios de visita, en cuya base destacan unos círculos rojos de prohibido. ¡Entonces, salta una alarma en nuestro cerebro!

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Además de los cubos de basura, y las señales de tráfico, no podían faltar en la “Ruta Fernandina” las prohibiciones de rigor. ¿Cuáles? Evidentemente, una absurda y otra más absurda.
La “absurda”, por supuesto, es la de la izquierda. Uno no sabe si se han equivocado y al querer anunciar una cafetería han confundido las señales: se prohíbe -suponemos- comer y... ¿beber? Cuchillo y tenedor, dan a entender lo de la comida, pero ¿y la taza, que significa? Cierto que hay “gente pa’tó”, pero ¿tantos cientos de personas entraban al templo, comiendo y bebiendo, como para tener que prohibirlo? Mira que hemos visitado “cienes y cienes” de templos, por toda celtiberia, y es la primera vez que vemos una prohibición de este tipo.
La “más absurda”, evidentemente, es la de la derecha. ¡Nada de fotos, faltaría más, que carencia de respeto por un lugar sagrado!
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Eso sí, al lugar sagrado, como es en “horario turístico”, solo se puede acceder “con ticket”, es decir pagando 1 € de vellón. Claro que de esto te enteras cuando, tras asomar la cabeza por la rendija, luchando por no derribar el atril y romper el cordón, que más que barrera es “aduana”, logras ver a un cancerbero y le preguntas con timidez si se puede visitar el templo.
Su primera información consiste en recabar el pago del € por barba, y la segunda, sin que nadie le pregunte, anunciar que está prohibida la toma de fotografías. Debe ser, que se nos traslucían las “nefandas intenciones fotográficas” en el rostro. Inútil luchar contra molinos de viento, por mucho que le argumentamos, permaneció inflexible y fue elevando el tono hasta rayar lo grosero, momento en que desde detrás del cordón enfocamos la cámara hacia la nave, disparamos, y abandonamos el lugar con toda la dignidad que la ocasión requería, sin pararnos a escuchar los improperios que el guardián soltaba en el sagrado recinto.
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Ahora bien, el despropósito de todo lo antedicho no está solo aquí, sino en la comparación con otros templos de la anárquica “Ruta Fernandina”.
En el de San Lorenzo, sus puertas están de par en par, la entrada es libre, gratuita, y además te dejan fotografiar a placer, incluso las pinturas medievales recién restauradas; por descontado, nadie te dice nada sobre comer o beber dentro del templo, eres libre de ser irreverente. En el de San Pablo, las puertas están entornadas como en cualquier templo corriente, una vez dentro hay una mesa con una amable joven, quien con cierta timidez, como si tuviese vergüenza torera, te avisa que debes soltar el euro de rigor, porque “estamos en horario turístico”, por contra también puedes hacer fotos, sin traba alguna, hasta reventar la cámara; aquí tampoco nos impiden comer o beber a placer, cosa que, por otra parte, a nadie con dos dedos de frente se le ocurriría hacer en semejante lugar. El de San Pedro, está siempre cerrado a piedra y lodo, sin siquiera un cartel que indique horario alguno.
¿Qué pasa, que cada parroquia-cortijo tiene un “Amo” que dicta leyes diferentes? ¿El horario turístico es sólo un truco, para “timarles” los euros a los visitantes? ¿El sacar fotos está al libre albedrío del párroco-“Amo” de turno, porque a unos les parece pecaminoso anatema la acción de fotografiar y a otros no?
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A quien corresponda: Ponga orden en este caos, si el horario es turístico y de pago, permita las actividades turísticas, como son obtener fotografías de piedras que no han de sufrir menoscabo por ello. Coloque vigilantes profesionales del turismo, no profesionales de la prepotencia y el “ordeno y mando”. Si quiere que esta bella ciudad, tan entrañable por muchos conceptos, llegue a ser Capital Europea de la Cultura, comience por tener cultura usted mismo e inculcarla a los escasos, pero poderosos, clérigos integristas que parecen tener la sartén por el mango en algunos templos que, recuérdelo, no son de ellos, sino de los fieles que les dan vida con su asistencia.
Si no hiciere caso, sea llevado a picota y cepo, hasta que recapacite o hasta que la incultura, el integrismo y los fariseos desaparezcan del mapa. Porque el sur también existe, pero sus buenas gentes no se merecen que ustedes existan y las gobiernen.
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[Nota aclaratoria para mal-pensantes profesionales: Quien esto denuncia, no es un “forastero criticón”, sino alguien que vivió en Córdoba durante los años 70, y pasó largas temporadas allí durante los 80, para continuar visitando regularmente la ciudad hasta el presente. Alguien que ama entrañablemente esta urbe, y querría que todo su monte fuese orégano, y fuese oro todo lo que en ella reluce. Quien esto denuncia, no es un ateo irredento, de colmillo retorcido, sino alguien respetuoso con las creencias religiosas de todos. Alguien, que desearía ver más florecimiento espiritual, en los seres humanos, y menos mercaderes dentro del Templo].

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Salud y fraternidad.

lunes, 16 de marzo de 2009

Mas vale “Soledad”, que mal acompañá...

Según llegamos a la población soriana de Calatañazor, a la derecha de la cuesta que sube al núcleo amurallado, encontramos la ermita de Nuestra Señora de la Soledad. Un precioso ejemplar románico, obra del Magíster que tantas buenas obras dejó en estas tierras.
Sin embargo, algún “magíster” actual, ha debido considerar que este hermoso templo podía “embellecerse” aún más. ¿Cómo? ¡Colocando ante su ábside unos expresivos carteles de tráfico!
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¿Qué mejor lugar para situar, los indicadores de dirección y demás? Así, cuando los conductores se detengan en el cruce, para cerciorarse hacia donde deben ir, de paso se podrán deleitar con las piedras románicas que hay detrás. Es lo que se llama, “potenciar positivamente la imagen”, pues los carteles “atraen” la atención hacia el artístico templo. A menos que se trate de otra cosa. ¿Será que han querido “amurallarla”, con esas señales, pues se encuentra extramuros?
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A quien corresponda: ¿No había otro lugar más indicado, en el amplio cruce, para situar las señales sin desvirtuar la imagen románica del templo? Haga el favor de reparar este entuerto estético, cosa fácil y barata donde las haya. Si no lo hiciere, sea puesto en picota y cepo hasta que los carteles se caigan de puro oxidado.
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Salud y fraternidad.

sábado, 14 de marzo de 2009

“Templo con dos puertas, malo es de guardar...”

Zayas de Báscones (Soria), es ahora tan sólo un enclave agrícola en mitad de los campos sorianos. En un extremo de lo que fuera el pueblo, subsiste el muy remodelado templo románico de Santiago. Ha desaparecido su galería porticada, sustituida por una de madera que le da cierto aire foráneo. En el ábside sobrevive una ventana con capiteles vegetales, sencillos pero de buena factura. Y en el muro sur, malvive su sencilla portada románica, “embellecida” a base de capas de cal.
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Antaño, alguna “cabeza bienpensante” consideró que la portada original ofrecía poca protección. Para subsanar tal carencia, no tuvo mejor idea que adosar una gran “contra-portada”, de madera, sobre la románica. Así, estando cerrada, una ocultaba a la otra. Se trata de un marco sobrepuesto a la piedra, coronado por un gablete semejante al de un retablo, que permite encajar las hojas de la “protectora puerta”.
Lo malo es que, el “ingenioso” artilugio, parece haber salido de un derribo. No es del tamaño adecuado a la portada románica, sino más pequeño, con lo cual no enmarca la obra de piedra, sino que la enmascara, oculta parte de sus arquivoltas, capiteles y columnas.
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Todo ello, con ser malo, no es lo peor. Para anclar el industrioso artilugio al muro, estorbaba la portada que se quería proteger, porque sobresalía de la fachada. Así que, el desnivel, se rellenó con cemento y yeso hasta igualar la superficie donde había de encajar el marco. Se emparedaron de este modo, dos capiteles con sus correspondientes columnas, amén de parte de las arquivoltas.
Esto fue hace varios siglos, antes de que el lugar se despoblase, pero seguramente han de pasar otros varios antes de que alguien deshaga el inútil entuerto.
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A quien corresponda. Le rogamos restituya esta magnífica portada a su estado original, librándola de tan absurda protección que nada protege y mandando sea limpiada de yeso y cal. Aunque pocas esperanzas tenemos, según su manifiesta incompetencia todavía nos conformaríamos con que no permitiese el derribo del templo, visto lo que consintió hacer, en 1993. ¿Recuerda aquellos dos kilómetros de la vía romana del Itinerario de Antonino, próxima al pueblo, que fueron arrasados con “permiso oficial”, por un particular, para roturar varias fincas?
Si no atendiere a razones, sea puesto en picota y cepo, hasta que algún colega suyo conceda permiso a alguien para que arrase sus fincas, cortijos y dehesas, con el noble fin de sembrar patatas.
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Salud y fraternidad.

domingo, 1 de marzo de 2009

“Con la sacristía hemos topado...”

Templo del Salvador, s.XII-XIII, Tirgo (La Rioja). En su costado norte se incrusta, literalmente, la sacristía.
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Durante la Edad Media, la sacristía, el lugar donde la nueva religión guarda los ornamentos de culto y sus sacerdotes se revisten para las ceremonias, es un edificio separado del templo, y se compone de una o dos salas abovedadas, cuyo tamaño está acorde a la importancia del edificio religioso al que sirve. Pasado el medievo, se instituyó “la santa costumbre” de adosar, dichas estancias supletorias, al templo, generalmente entre el presbiterio y el ábside, para mayor comodidad del clero.
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[Idem ant.] ¿La mitad oculta de la rica ventana, estará todavía tras el muro de la sacristía añadida?
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Ello no habría tenido mayor importancia, si no fuese por la absurda manía que tomaron todos de levantar sus sacristías sin orden ni concierto. Es como si, a partir del tardo-gótico, se hubiese desatado una competición, del estilo de “a ver quien es el que la tiene más grande” -la sacristía, quiero decir-. En nombre de la cual, se cometieron tropelías arquitectónicas sin cuento.
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Nuestra Señora de la Antigua, s.XII, Butrera (Burgos). Sacristía adosada al sur y absurda ventana añadida.
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Así, durante siglos, destrozaron portadas, arrancaron canes de los aleros, derribaron galerías porticadas, eliminaron cruceros, mutilaron o cegaron ventanas absidales, y mil barbaridades más. Todo para añadir unos “salones” cuyo tamaño y ostentación no tenían nada que ver con la utilidad práctica que se les suponía.
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[Idem ant.] Aquí no solo se ha tapado la ventana absidal, además se la ha destrozado para superponerle otra “mas estética y práctica”.
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Estos delirios de grandeza “sacristeril”, con ser nefastos para los edificios medievales, especialmente los románicos, no fueron lo peor. La puntilla se la dio una manía contemporánea, “manía supersticiosa” nos atreveríamos a decir, la de no atreverse a tocar dichas sacristías para rescatar lo que, de medieval, permanecía oculto bajo ellas.
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A quien corresponda: No sea “supersticioso”, atrévase a elegir una línea de restauración en la que, si no se derriban las sacristías -lo que sería ideal, pero poco viable-, al menos se realicen las adaptaciones necesarias, reduciendo, rebajando, disminuyendo, para sacar a la luz y devolver, a tantos y tantos templos, una parte de la pureza de líneas que los Magíster románicos dieron a sus templos. Si no lo hiciere, sea condenado a picota y cepo, y si ello no fuere suficiente para hacerle rectificar, sea adosada a la parte más vistosa de su chalet, villa o cortijo, una “sacristía” que le haga ver en carne propia a lo que nos referimos.
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Salud y fraternidad.

martes, 24 de febrero de 2009

¡Me lo copia cien veces!

Junto a los ricos templos de San Miguel y San Esteban, la localidad berciana de Corullón (León) cuenta además con el modesto San Fiz. Es, sin embargo, un buen ejemplar de románico rural, ss.XII-XIII, que no carece de elementos destacables, a pesar de saqueos y destrozos varios. No obstante ha sido restaurado, al par que señalizado. Sin embargo, de dicha señalización solo podemos decir una cosa: ¡Es una vergüenza! O mejor, un par de cosas: ¡Un robo y una vergüenza!
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El fabricante del cartel informativo, por el que habrá cobrado sus buenos dineros, no ha empleado los mejores materiales, ya que la capa de pintura se ha levantado, y el metal, al carecer de protección, presenta numerosos puntos de óxido. No ha de durar muchos inviernos más, sobre todo con el clima del Bierzo.
A tan mala calidad material, hay que añadir su mala calidad “intelectual”. Quien escribió este panel, el operario que lo hizo en el taller, digo, fue cuando menos negligente, pues se le colaron dos “gazapos” brutales. Y, seguramente, a su jefe o supervisor le pasaron inadvertidos tales “gazapos”, porque no queremos pensar que una vez descubiertos los coló de “matute”. Claro, que si lo hizo, debió ser con la cómplice estupidez del funcionario que los encargó, pues o bien no los revisó según se los entregaron, o bien no descubrió las faltas por incultura manifiesta.
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Pasen, pasen y vean los “gazapos” triscar por los prados del texto escrito:
Su planta es de una sola nace rectangular”, (debería decir “nave rectangular”).
Alero con cornisa sobre medillones sencillos”, (debería decir “modillones sencillos”).
¿Qué cultura es la que intentamos difundir, con estupideces como la presente? ¿Así pretenden, los organismos encargados de ello, educar a los ciudadanos para que amen el patrimonio?
Pero claro, estos carteles se han pagado con dineros públicos, o sea, de nuestros impuestos, por lo cual el administrador de los mismos, es, además de torpe, un mal administrador al que parece no importarle como se gasta un dinero que no ha salido de su bolsillo.
Y si alguien piensa que hay problemas más serios, para el patrimonio, que unos cuantos gazapos en los carteles informativos, tendré que darle la razón. Pero también será bueno que las “autoridades competentes” reflexionen, sobre la sospechosa abundancia de carteles con “gazapos”, porque si consentimos el desprecio de los pequeños detalles, no deberá extrañarnos luego que se desprecien también los grandes. Como decían nuestras abuelas: “Bien está lo que bien parece”.
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A quien corresponda. Haga un curso acelerado de gramática de la lengua castellana –porque de Gramática Parda, ya sabemos que va usted bien servido-, inspeccione a las empresas encargadas de elaborar los carteles, que para eso cobran sus buenos dineros, es decir, nuestros buenos dineros, y mándeles rectificar. Si no lo hiciere, vaya a picota y cepo, para que durante su estancia y arresto, nos copie cien veces los textos incorrectamente redactados, de los paneles informativos, monumentales, de toda Celtiberia.
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Salud y fraternidad.

lunes, 9 de febrero de 2009

La “Cenicienta” de Caracena.

El pueblo de Caracena (Soria), es conocido por su templo de San Pedro y la preciosa galería porticada que atesora. Pero allí hay otro templo románico, el de Santa María, un hermano pobre al que pocos visitan.
Y se comprende el por qué, nadie se ha molestado en restaurarlo aunque si en injuriarlo. Sus muros enfoscados, no invitan a la aproximación. Sin embargo, si venciendo el prejuicio estético nos llegamos a él tendremos una agridulce sorpresa. Porque el edificio, a pesar de los destrozos, abandonos y saqueos, conserva todavía algunos elementos que denotan la riqueza que debió poseer. Y la riqueza que, de seguro, todavía oculta bajo capas de yesos y encalados.
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La sencilla portada sur, ha sido cobijada bajo un artificioso y rústico porche, para lo cual se han tapado parte de sus arquivoltas y columnas. Ello estropeó la portada, pero no impidió que los amigos de los ajenos “afanasen” los capiteles figurados. Eso sí, se supone que el porche ha protegido la portada del clima...
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En el ábside, enfoscado como todo lo demás, se abre una magnífica ventana, con capiteles de animales fantásticos, que sólo por las primorosas arquivoltas, de entrelazos, ya merecería una cuidadosa conservación. Sin embargo, una grieta ha partido el muro, separando los sillares, como un aviso sobre la ruina que viene.
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La portada norte, la más rica del templo, ha sido cegada con sillares, ya que da al cementerio. Antaño tuvo también su porche “protector”, pero ahora solo muestra los mechinales de las vigas que lo sostuvieron antes de hundirse. Y, como no, diversas lápidas y cruces han aprovechado justo esta zona para reposar recordando a los vecinos que ya no están.
El edificio, guarda todavía algunas otras piezas arquitectónicas interesantes, pero permanecen escondidas. Quizá salgan a la luz, cuando la ruina del templo se haga realidad y los muros, al derrumbarse muestren aquello que los siglos y las gentes ocultaron.
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A quien corresponda. ¿Tendrá que venirse abajo este templo, sin haber sido restaurado, para que los lamentos del personal le muevan a hacer algo en su favor? La lógica mercantil dice, que es en beneficio de los habitantes del lugar que aquí existan dos monumentos románicos, en lugar de uno, pues ello representará más atractivo turístico. Y usamos tal argumento monetario, por ver si eso le mueve a actuar, ya que los argumentos puramente culturales parecen hacer escasa mella en su determinación de ignorar la triste realidad de tantos y tantos monumentos. Si aún así no hiciere nada, sea condenado a picota y cepo por tiempo indefinido.
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Salud y fraternidad.

martes, 3 de febrero de 2009

“Por san Blas, la cigüeña verás...”

Villanueva de la Torre, es sólo una pedanía de Barruelo de Santullán (Palencia), al norte de Aguilar de Campoo, pero en el medievo tuvo cierta importancia, como delatan el magnífico templo románico de Santa Marina, del s.XII, diversas casas solariegas con escudos heráldicos, y la cercana torre defensiva. Además, desde 1175, la villa perteneció al Monasterio de Santa María de Aguilar, durante varios siglos.
Si subimos a la torre del templo, desde el cuerpo de campanas divisaremos, hacia el sur, el torreón defensivo que, al menos en su actual estado, no datará de más allá de mediados del s.XIII, aunque se asiente sobre una edificación anterior. Poseyó un foso perimetral de protección, como se adivina por los restos conservados, así como barbacana que le permitía defender el acceso de la planta baja.
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Durante siglos, la torre ha sufrido sucesivos desmochamientos y recrecidos, que la privan hoy de una estampa más airosa, por haber perdido las hiladas superiores de sillares, con sus almenas, a pesar de lo cual aún alcanza los 15 metros de altura. De planta cuadrada, debió tener cuatro pisos separados por techumbres y suelos de madera, en los intermedios se abren sendos vanos, uno de los cuales tiene indicios de haber sustentado un cadalso. El torreón, guarda muchas similitudes con el existente en el vecino Rebolledo de la Torre (Burgos), junto a otro templo románico.
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Actualmente es propiedad particular y está “bajo la protección” de la Declaración genérica del Decreto de 22 de abril de 1949, y la Ley 16/1985 sobre el Patrimonio Histórico Español.
Hablando en plata, que está abandonada a su triste suerte. Así las cosas, la torre se desmorona lentamente, pero dentro de un “marco legal”. Su interior está colmatado por los derrumbes de las plantas superiores, varias grietas crecen a lo largo de sus muros. El día menos pensado, todo vendrá al suelo y entonces allí serán los lamentos, las críticas, el arrojarse las culpas unos a otros. Entre tanto, sobre sus descuadrados sillares todavía anidan las cigüeñas del refrán: “Por san Blas, la cigüeña verás. Y si no la vieres, año de nieves”.
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Por lo que pueda pasar, no hagan caso de las guías al uso, que proclaman el “libre acceso” a la torre. Pues al menor descuido, les pueden caer encima algunos sillares o, en el mejor de los casos, una generosa ración del “guano” que derrama la colonia de cigüeñas que ha ocupado sus almenas...
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A quien corresponda: Mande ya, sin tardanza, recuperar y restaurar la Torre Fuerte de Villanueva, no sobran tantas fortificaciones en la zona como para permitirnos perder otra más. Si no lo hiciere, sea llevado a picota y cepo, o mejor aún, aherrojado a los muros de la ruinosa torre, expuesto a la lluvia de guano de las simpáticas aves zancudas, por tanto tiempo como tarde en avenirse a razones.
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Salud y fraternidad.

jueves, 22 de enero de 2009

"Este galapaguito, no tiene mare..."

Santa Cruz de Retorta, ss.XI-XII (Concello de Guntin, Lugo).
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La pequeña joya, que es el templo gallego de Santa Cruz de Retorta, tenía un “defecto”. Al menos, para los habitantes del lugar que ya lo han subsanado...
Cuando lo visitamos, una amable y simpática vecina, se ofreció a enseñarnos aquello de lo que todos se sienten tan orgullosos. Un edificio románico que, “figúrense ustedes si es de mérito, que han venido hasta señores de la capital para estudiarlo”.
Abstraídos por las explicaciones de nuestra improvisada “guía rural”, sobre los tímpanos, el ábside, apenas reparamos en una especie de gran “macetón” que, conteniendo un arbusto, descansaba junto a la portada norte por la que nos introdujimos al templo.
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No obstante, al salir, fijamos nuestra mirada en aquel extraño recipiente de piedra, con su borde perfectamente labrado. Aquello parecía... ¡Una pila bautismal románica! Preguntamos a la afable vecina, la cual confirmó nuestras sospechas. Se trataba de la pila del templo. Le expresamos nuestro asombro, porque tal joya se encontrase sirviendo de macetón. Y su sencilla explicación fue: “Es que estaba junto a la puerta de entrada, y como el templo es algo estrecho, estorbaba a la hora de entrar y salir. Así que la quitamos y se puso otra más pequeña, ahí también está muy bonita”.
Si que está bonita, arrinconada, llena de verdín, como un galápago adormecido.
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"Este galapaguito
no tiene mare;
lo parió una gitana,
lo hechó a la calle..."
(Federico García Lorca, Nana de Sevilla).
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A quien corresponda: ¿Puede dejarse, al capricho del personal, arrinconar una pieza de esta categoría? Y no solo arrinconar, sino dejar a la intemperie, tras convertirla en vulgar tiesto, expuesta a las tentaciones del primer “aprovechado” que le eche el ojo y las zarpas encima.
Resuelva el caso, a la mayor brevedad posible, o si no sea condenado a picota y cepo, expuesto al público oprobio y a los hechizos de las “meigas”.

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Salud y fraternidad.

martes, 20 de enero de 2009

¡Si tu memoria no fue aliento mío...!

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¿Córdoba, Patrimonio de la Humanidad o de la “Urbanidad”? Esta pregunta nos ronda, desde que decidimos recorrer los monumentos medievales, de la ciudad califal, y comprobamos cómo se preocupan los munícipes locales por el “urbanismo” del casco histórico. Como muestra, valgan dos botones.
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Primer botón.
El templo románico-gótico de San Pedro, como otros de la ciudad, está sitiado por señales de tráfico verticales. Bien verticales y bien visibles:
prohibido aparcar”, “detenerse”, “estacionar”, “reservado”. Así, como indicadores de “aparcamientos cercanos”. Para postre, un precioso reclamo luminoso de “Farmacia” se nos cuela ante el objetivo, en primerísimo plano.
Bien está, que quiera defenderse el patrimonio cultural y cuidar su entorno de agresiones automovilísticas, con fines turístico-económicos, o los que mejor parezcan al consistorio municipal. ¿Pero no habría manera de situar las señales de forma menos agresiva para los monumentos?
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Segundo botón:
En la fachada sur del mismo templo, ante la portada de ese lado, si que dejan aparcar: ¡A los cubos de basura! Perdón, “contenedores de residuos urbanos”. Unos contenedores, presuntamente compatibles con el entorno, para los que se ha habilitado el correspondiente hueco en la acera. ¡Luego, están ahí de manera intencionada, “oficial” y “legal”!
El caso es que, tan sólo pocos metros más allá, pasado el ábside, existe espacio más que suficiente para colocar los tan necesarios contenedores, sin necesidad de afear los muros del templo. Porque, por mucho que en el ayuntamiento presuman de “diseño”, los contenedores afean. Sobre todo, cuando están tan llenos que, los vecinos, se ven obligados a depositar sus bolsas de basura al lado de los mismos.
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“¡Córdoba para morir!
Y loca de horizonte
mezcla en su vino,
lo amargo de don Juan
y lo perfecto de Dioniso”
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(Federico García Lorca, Poema del cante jondo).
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A quien corresponda: Menos presumir de lo que presume, menos dárselas de lo que se las da, y más respetar la memoria histórica de esta ciudad, que fue crisol de culturas y faro intelectual cuando en otros lugares, de cuyo nombre no quiero acordarme, todavía se consideraba pecado bañarse. No continúe insultando nuestra inteligencia, con falsos postulados “transpostmodernistas”, recapacite y devuelva al casco histórico su historicidad. En caso contrario, vaya a picota y cepo, hasta que el Guadalquivir vuelva a ser navegable a su paso por la ciudad de los califas.
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Salud y fraternidad.

domingo, 18 de enero de 2009

Del árbol caído, todos hacen leña... y del templo caído, cantera.

Como la etimología de su nombre indica, el lugar de Brías (Soria), fue asentamiento celtíbero. Junto a el, pasaba una calzada romana, a cuyo lado se alzó, a principios del s.XII, un templo, que recibió la advocación de Nuestra Señora de la Calzada, en el cual se veneraba la imagen románica del mismo nombre.
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Cuando en 1690 se levantó la actual parroquial, de San Juan, sobre las ruinas de otro templo románico. La Virgen de la Calzada fue llevada a este nuevo edificio, barroco, y su antigua morada quedó rebajada a la humilde condición de ermita de la Soledad, título que le cuadraba bien por el entorno en que se halla. Pasaron siglos, de guerras, abandono y olvido, cayó su bóveda, se saqueó su piedra. Luego, el solar vacío entre sus muros, fue aprovechado como cementerio.
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Hasta que, modernamente, cuando en otros lugares los templos románicos se atosigan de tumbas que los invaden hasta deformarlos, aquí se vació el cementerio y se trasladó a lugar más apropiado. ¿Sirvió esto para restaurar el templo o prestarle algún tipo de atención? Nada de eso, quedó abandonado a su triste suerte, tan triste como la de aquellos difuntos que ya no tenían familiares que los reclamasen y por ello sus huesos quedaron allí, tan abandonados como las ruinas románicas.
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Pero no a todos les importaba tan poco este monumento, hubo algunos “interesados” que, con premeditación, nocturnidad y alevosía, aprovecharon para “rescatar” algunas columnas y un capitel, que representaba sirenas de doble cola las cuales, los simbólicos personajes, recogían con sus manos. Algún coleccionista, las estará disfrutando en su mansión.
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Quizá no les dio tiempo a más, o consideraron que los otros capiteles carecían de importancia, por eso todavía podemos contemplar alguno en esa portada que amenaza venirse abajo en el momento más inesperado. El peso del muro la ha deformado, sus dovelas han cedido, abriéndose, hasta dar la sensación de que el arco, en lugar de medio punto, es carpanel.
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El resto de los muros van cediendo al paso del tiempo y los elementos, la vegetación circundante come poco a poco el terreno, sube por las paredes y lo invade todo. Entre la espadaña y los árboles cercanos, las plantas trepadoras forman ya un túnel, tapizan la nave, se comen el ábside por dentro y por fuera.
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Pronto ni siquiera podrán verse los magníficos capiteles del arco triunfal, con sus escenas de juglaría, sus caballeros y esa original Nuestra Señora de la Calzada. Muy pronto, las raíces de la hiedra cuartearán la piedra, la disgregarán y todo volverá al seno de la Madre Tierra, del que surgió.
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A quien corresponda: Ponga pronto remedio a tanta ruina y desolación, mande afianzar las ruinas, como primera providencia, no consienta que un templo tan bello se pierda en el olvido. Si no lo hiciere, sea condenado a picota y cepo, hasta que la mágica Sima de Brías y la Dama encantada que mora en ella, rompan su hechizo...
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Salud y fraternidad.

domingo, 4 de enero de 2009

El “Monte del Destino”

En medio de las suaves lomas sembradas de cereal, surge de pronto un lejano promontorio rocoso. Es el pétreo guardián fronterizo, sito entre La Rioja, Álava y Burgos.
Estos impresionantes colmillos de dragón, que son el risco de Cellorigo (La Rioja), conocido como “Peña Luenga” (914 m), albergó durante muchos siglos un castillo inexpugnable que custodiaba el cercano portillo de la Hoz de Morcuera, en los Montes Obarenes. Primero sirvió de puesto avanzado para las tropas musulmanas, que empujaban a los visigodos hacia el norte. Luego, cuando éstos lo reconquistaron, hacia mediados del s.IX, fue bastión para frenar las incursiones musulmanas hacia La Rioja Alavesa. Junto con el de Pancorbo, que defendía el paso a La Bureba castellana, fueron bastiones imprescindibles en los duros años de razzias cordobesas y toledanas.
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Cuando, hacia 1065, Fernando I asentó su poder sobre Castilla, entregó la estratégica fortaleza de Cellorigo a don Rodrigo Álvarez, abuelo del Cid. Y tanta fama tuvo que, en 1372, Enrique II dispuso que el castillo de Cellorigo figurase en el blasón de la ciudad de Burgos.
Aquí, los ejércitos se encontraron y destrozaron, durante varios cientos de años. Todavía hoy, cuando los labradores trabajan la tierra, suelen aflorar en los surcos restos herrumbrosos de las armas que, durante más de tres siglos, entrechocaron las tropas musulmanas y cristianas. Sin embargo, del poderoso castillo, apenas quedan entre la tupida maleza irreconocibles vestigios, de sus otrora inexpugnables muros. Aunque en el pueblo sobreviven dos torre medievales, quizá de los siglos XII-XIII, probables restos de las murallas urbanas.
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La villa crecida a su protectora sombra, llegó a ser próspera y debió tener una importante judería, pues en 1174 se nombra a Cellorigo como “castellum iudeorum”.
El templo parroquial, de San Millán, data del s.XV, -con sacristía del XVIII-, levantado sobre uno románico precedente del que no quedan restos.
En 1040 hay constancia de la existencia de un Monasterio de San Pelayo, en Cellorigo, que aparece de nuevo en documentos posteriores relacionados con Silos. Debió ser un pequeño cenobio, pero todo ha desaparecido, aunque en el lugar conocido como “Santa Muchacha” existe un cementerio medieval que pudo pertenecerle.
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Queda sin embargo la ermita de Nuestra Señora del Barrio, del s.X, con reformas del XII, en las que se conservaron el ábside recto y una portada con arco de herradura, del primitivo edificio visigótico. Además, en la parroquial, se conservan dos capiteles mozárabes, de temática vegetal, procedentes de la arruinada ermita.
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Este enclave, como "Lugar Sagrado", no surge de la nada en el medievo. Antaño hubo aquí un castro celta, y quedan por los contornos restos dolménicos, como testigos mudos del temor reverente que estas peñas suscitaban en los pueblos que se asentaron bajo su sombra protectora. La dominación romana no borró ese sentimiento espiritual, simplemente lo sincretizó, operación repetida por los visigodos.
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Por desgracia, tales sentimientos no tuvieron continuidad en tiempos recientes. El templo visigodo-mozárabe sufrió los vaivenes de la historia, pero fue restaurado durante el periodo románico y empleado, como santuario de Nuestra Señora, durante muchos siglos. Luego, el abandono, el olvido y el desprecio dieron con sus piedras por el suelo.
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Donde los celtíberos veneraron las Deae Matres, los romanos la Magna Mater, y quienes vinieron luego a Nuestra Señora, reinan ahora las zarzas y arbustos del monte. El templo se deshace y vuelve al seno de la Madre Tierra, para quien fue levantado...
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En la parroquial, alguien, con mejores intenciones que medios, guardó dos capiteles del templo mozárabe, quizá del arco de herradura que sobrevive en el muro norte, o de alguna portada ya perdida. Estos pobres restos, nos hablan de un edificio de cierta entidad que hubo de tener una regular importancia.
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[Las fotos de los capiteles mozárabes debemos agradecerlas a la magnífica página de internet, sobre románico riojano:
a cuyo autor hemos solicitado permiso para reproducirlas].
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A quien corresponda: ¿Permitirá que un edificio de tan larga tradición, e intensa historia, desaparezca convertido en polvo? ¿Es posible que le importe tan poco el sentimiento espiritual, que en esta Peña de Cellorigo se manifiesta, llámese Madre Tierra o Nuestra Señora?
Si no pone pronto remedio a tanta ruina y desolación, sea condenado a picota y cepo, hasta que los riscos de Cellorigo se desmoronen y conviertan en lisa llanura.
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Salud y fraternidad.