martes, 1 de abril de 2008

¿Somos “terroristas denunciantes” o “moscas cojoneras”?

Templo en ruinas de San Jorge, s.XII, despoblado de San Jorde (Villabermudo, Palencia).
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Acabo de descubrir que, cuantos hacemos lo que hago en este blog, somos “terroristas denunciantes”. ¡Y yo, con estos pelos!
Hace pocos meses, en un pleno de las Cortes de Castilla y León, el procurador José Ignacio Martín Benito interviene para preguntar a la Consejera de Cultura por el estado del patrimonio de la comunidad, poniendo de relieve el estado lamentable de una parte de sus monumentos. La Consejera se va por la tangente, para disertar sobre patrimonio sin responder a la interpelación. Malo, pero pase. Cosas del “juego” parlamentario. Pero ya no es de recibo, lo sucedido días después.
El Director General del Patrimonio de la Junta, Enrique Sáiz Martín, hizo unas suculentas declaraciones sobre este pleno, en León, donde estaba con motivo de las Jornadas sobre Patrimonio leonés, promovidas por El Diario de León. Para empezar, restó importancia al informe de Hispania Nostra, donde figuran cinco monumentos leoneses en la lista roja a causa de los graves deterioros que padecen, sentenciando: “lo fácil es hacer listas”. Fallo garrafal, propio de quien rara vez abandona su poltrona para manchar los zapatos con el polvo del camino. Hacer listas fundamentadas sobre este tema es bien difícil, tienen que estar respaldadas por el trabajo de campo y, para eso, alguien tiene que recorrer muchos kilómetros, padeciendo numerosas incomodidades.
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Templo en ruinas de Santa María, s.XII, Padilla de Arriba (Burgos).
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Pero lo verdaderamente sangrante vino luego, cuando, tras atacar al procurador José Ignacio Martín Benito, por su intervención, reiteró que “lo fácil es hacer una política alarmista”, y se descolgó con esta “perla de sabiduría”: reprochó al procurador, don José, por haberse apuntado “al terrorismo denunciante”.
Obviando la obscenidad de su intención, ofender con la más dolorosa calificación posible al adversario, aplicándole un adjetivo de bien triste actualidad por diversos conceptos, solo queda sonrojarnos por la “presunta” incultura del Director General de Patrimonio. Sonrojarnos y sentir pena. La Real Academia de la Lengua Española, define el término “terrorismo” como: “sucesión de actos de violencia ejecutados para infundir terror”. O sea que, para don Enrique, alto cargo de “responsabilidad”, denunciar el estado de ruina y abandono de los edificios histórico-monumentales, del patrimonio común, es “un acto de violencia ejecutado para infundir terror”.

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Templo en ruinas de San Martín, s.XII, Villahizán de Treviño (Burgos).
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¡Diosa Madre, protégenos! Resulta que desde este blog estamos realizando actos constantes de “terrorismo denunciante”. Cada vez que colocamos fotos de un templo en ruinas, que pedimos la restauración de un monumento románico, la reparación de una ventana, el arreglo de una grieta: ¡Estamos realizando una sucesión de actos de violencia, ejecutados para infundir terror!
A pesar de la habilidad, del señor Director General del Patrimonio castellano-leonés, para retorcer el significado de las palabras, quienes denunciamos los males patrimoniales no nos consideramos terroristas, ni guerrilleros. No creemos llegar, ni siquiera, al grado de agitadores sociales. Como dijo el poeta: “Lástima grande, que no sea verdad tanta belleza”. Dudo mucho que aquellos que presuntamente deberían “aterrorizarse”, con nuestro dedo acusador, se aterroricen lo más mínimo.
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Templo en ruinas de San Miguel, s.XII, Tubilla del Agua (Burgos).
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Ahora bien, si este “responsable” político, interpreta que es terrorismo defender, de forma pacífica, por medio de la palabra moderada, o mediante la letra impresa, aquello considerado razonable, aquello que representa un beneficio intelectual, espiritual y económico para la comunidad, entonces estaremos muy orgullosos de ostentar el título de “terroristas denunciantes” con que nos ha agraciado a cuantos “hacemos listas fáciles”. Aunque, para su ilustrísima y alta señoría, estamos seguros de ello, no pasemos en realidad de ser vulgares “moscas cojoneras”. [Dícese, según andaluza definición popular, de aquello que importuna y molesta de forma insistente, por alusión a las moscas que atosigan a los animales de labor].
A quien corresponda, ponemos en picota y cepo, por consentir ocupar cargos de responsabilidad a quienes actúan de forma irresponsable, y le dedicamos nuestra consigna más "terrorífica": ¡Multiplíquese por cero!

1 comentario:

Rubén Oliver dijo...

Ya es bien lamentable lo mostrado.
La denuncia pica,claro.Vaya novedad!.

Saludos.