lunes, 3 de marzo de 2008

¿Quién acabó con el templo? ¡Todos a una!

Dibujo de Parcerisa (1860). Nave y ábside ya se han hundido, subsisten la torre y la Capilla de Lara, o Alvires.
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Dibujo de Parcerisa (1860). Galería porticada de la Capilla de Lara, o Alvires, inicios s.XIII.
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Santa María del Templo, 2ª mitad s.XII, Ceinos de Campos (Valladolid).
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En Ceinos de Campos (Valladolid), se encontraba la más antigua Encomienda de la Orden del Temple, en el reino de León, citada ya en 1168, comparable en importancia a las de Ponferrada y Faro. Poseía un magnífico templo, de nave única y ábside curvo, presidido por una Virgen románica. Tenía torre, adosada al norte, de tres cuerpos y dobles ventanas. También una rica capilla funeraria, al oeste, cubierta de pinturas góticas, con rosetón, galería porticada y puerta de acceso al atrio cubierto. Don Gonzalo Núñez de Lara, regente de Enrique I, que se opuso a la entronización de Fernando III, hubo de exiliarse a tierras musulmanas. Murió en Baeza, en 1222, y en su testamento dispuso ser enterrado en la capilla templaria de Ceinos, donde fue trasladado a un rico sepulcro esculpido. Igual que sucedió en la Encomienda de Villasirga (Palencia), con el enterramiento del infante don Felipe, muerto en 1274 durante su exilio en la Granada musulmana, por las desavenencias mantenidas con su hermano Alfonso X. En Villasirga, se conservan iglesia, capilla y sepulcro. En Ceinos, todo lo ha consumido el tiempo y la incuria.
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Casa particular, en Ceinos, con restos de arcos románicos reutilizados. [Diapositiva 9 noviembre 1995].
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Cementerio de Ceinos, nicho con sillares, columnas y arcos románicos reutilizados. [Diapositiva 9 noviembre 1995].
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Casa particular, Ceinos, ménsula reutilizada, con cabeza de águila, quizá de la bóveda de la Capilla de Lara, o de Alvires. [Diapositiva 9 noviembre 1995].
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A partir de 1799 comienza el calvario de este magnífico templo, al ser declarado en ruinas y convertido en cementerio. Todavía aguantó en pie hasta 1868, cuando los derrumbes por abandono, y los derribos intencionados, han dejado el edificio templario tan deteriorado que se decide emplear sus piedras como material de relleno para la construcción. El Museo Provincial de Valladolid, compró por 4.000 reales los restos de una de sus arquerías esculturadas, la piedra restante fue molida para hacer grava y empleada en la pavimentación de la nueva carretera general. Su recuerdo se fue perdiendo, de modo que hoy nadie se pone de acuerdo sobre el lugar donde se alzaba el templo. Por suerte, algunos vecinos habían actuado antes como “recolectores”. Tomaron “prestados” parte de los capiteles de la nave, que emplearon como sustento de bancos en las solanas de sus casas; dovelas de las arquerías, pasaron a ser dinteles de ventanas o, junto con restos de columnas, arcos de panteón familiar en el cementerio; canes, que acabaron, como talismanes contra las brujas, empotrados sobre las puertas de las casas o en el frontón municipal.
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Capitel interior, de la nave. Colección particular de don José Varela Feijoó, Mayorga (Palencia). [Diapositiva 9 noviembre 1995].
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Entre todos estos "recolectores", hay un auténtico coleccionista, el simpático y amable don José Varela, quien nos permitió visitar y fotografiar las escasas piezas que, procedentes del perdido templo de Ceinos, atesora en su finca de Mayorga. Las ha reunido pacientemente, tras comprarlas a vecinos del entorno que las utilizaban para los más vulgares usos, tales como relleno de muros en las tapias de los corrales, o topes para sujetar portones en los establos. Se lamentaba este caballero, de no haber podido hacerse con más ejemplares, pues, a veces, quienes las poseen sin preocuparse de ellas, muestran un repentino amor por "sus piedras" cuando alguien denota interés en rescatarlas del olvido y se niegan a desprenderse de tal "tesoro".
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Museo Nacional de Escultura, Valladolid, restos de la galería porticada de Santa María del Templo en Ceinos de Campos. [Diapositiva 8 noviembre 1993].
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Cuando Santa María del Templo amenazaba ruina, y se trató de salvarla, los que podían no quisieron, y los que quisieron no podían. Al final se hizo lo que se pudo, que fue bien poco. Tampoco creamos que los arcos, con sus esculturas, comprados y conservados en el Museo Provincial de Valladolid, hayan tenido una suerte envidiable. No fueron colocados en ninguna sala especial, entre las otras joyas medievales, ni siquiera fueron colocadas en una sala. Quedaron relegadas en un pequeño jardincillo interior, muy romántico y decadente, eso sí, pero abierto a todos los elementos, que han continuado degradando la piedra, cubierta de hiedra y verdín.
Sin embargo, tal vez porque los “custodios” de tales restos tienen mala conciencia, resulta arduo visitar y no digamos fotografiar, el mejor recuerdo que nos resta del singular edificio de los Caballeros Templarios de Ceinos. Hay que solicitar un permiso, por escrito, a la dirección del Museo, que lo concederá o no. Si hay suerte, tendremos que acudir al Museo el día en que permanece cerrado al público, y aunque amable, correcto y colaborador, tras comprobar nuestras credenciales, el encargado de guiarnos nos advertirá que podemos tomar fotos “pero no en exceso”.
A quien corresponda. La barbarie destructora, el expolio y saqueo del patrimonio común, no han terminado. Es cosa, por desgracia, rabiosamente actual. Ponga los medios para detenerlo, en la medida de lo posible, so pena de picota y cepo. A quienes, en su día, consintieron la desaparición del Templo de Ceinos, nuestro más absoluto desprecio, y el deseo de que la Madre Tierra los vomite de su seno cuando llegue el Dies Irae.

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