domingo, 28 de junio de 2009

¿Estupidez divina... o divina estupidez?

La “bella leonesa”, Pulchra Leonina, como denominan a la Catedral de León, es una muestra más de la conducta, “neurótica” y “bipolar”, de las autoridades encargadas de gestionar el patrimonio cultural celtibérico. Un patrimonio que, seglar o laico, se subvenciona con fondos públicos salidos de nuestros impuestos. Impuestos que, a la hora de ser adjudicados y recibidos, a nadie le importa de que ideología o creencia proceden, aunque quienes los pagamos tengamos de ambas o carezcamos de ellas, o sean opuestas a las de los receptores.
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En sus puertas encontramos el horario de servicios religiosos, en las parroquias de toda la ciudad, y superpuestos a esta información aparecen los maléficos círculos rojos, enmarcando la cámara de fotos y la de vídeo como instrumentos satánicos. Solo falta el ángel, con la espada ígnea, presto a arrojarnos del “paraíso” si osamos tomar de estas frutas prohibidas.
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Por si tuviéramos tentaciones, de hacer caso omiso de tales prohibiciones, se nos advierte en letrero anejo, que el recinto de la Catedral está “protegido por cámaras de CCTV”. O sea, que si queremos hacer fotos “de tapadillo” seremos descubiertos y filmados.
La parafernalia disuasoria, se complementa con un guardia de seguridad, que sale a recibirnos, nada más traspasar las puertas del templo y ver las cámaras que cuelgan de nuestros cuellos, para recordarnos las prohibiciones colgadas en las puertas.
Lo curioso es que hemos hecho numerosas fotos al interior del templo, en los años 1974, 1981, 1990 y 2000. Es decir, durante esos 26 años a nadie molestó que los turistas hicieran fotos dentro de la catedral, sus flashes no estropearon la piedra, ni estorbaron a los fieles que oraban. Sin embargo, ahora, es... ¿Qué es? ¿Cuestión de “seguridad”?, ¿de “conservación”?, ¿de “prepotencia”? ¿Divina estupidez?
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No obstante, para dejarnos más perplejos, cuando visitamos la Colegiata de San Isidoro, resignados ya a no obtener imágenes de su interior... Resulta que, en la puerta, no estaba el símbolo de prohibición, y tampoco en el interior, ni había “seguratas” admonitorios. ¡Podíamos hacer fotos libremente! ¡A nadie importaba que disparásemos nuestras cámaras, tanto cuanto quisiéramos!
¿Es que la piedra de un edificio es más “sensible” que la de otro a nuestros “disparos”? ¿Es que el “Dios” de este templo es más permisivo que el “Dios” de aquel templo? ¿O será que en los templos no habita “Dios”, sino tan sólo los “mercaderes”?
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A quien corresponda: Aunque sea tropezar en la misma piedra, una y otra vez, le pedimos que reconduzca la nefasta, y anárquica, política “fotográfica” vigente en los monumentos celtibéricos. Porque a los amantes de la fotografía y el arte, ¿qué nos queda? ¿Quizá echarnos al monte, formar comandos armados de cámaras, transformarnos en guerrilleros fotográficos? Mientras reflexiona, vaya a picota y cepo, donde será fotografiado día y noche hasta que la luz de los flashes lo enloquezca.
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Salud y fraternidad.

9 comentarios:

Paco Torralba dijo...

¿Estas seguro que en el Panteón de San Isidoro dejan hacer fotos? El mundo al revés...el año pasado no dejaban ni en el claustro anexo.
Por lo demás ¡que decir! totalmente de acuerdo contigo.
Salu2

Alkaest dijo...

¡Ay, compadre Paco! No te hagas ilusiones, al panteón y demás dependencias anejas no llegamos a entrar, por problemas de tiempo y ruta preestablecida.
Pero ahi es seguro que no se pueden hacer fotos, con el pretexto de que el flash estropea las pinturas tampoco dejan hacer fotos sin flash. Y en el claustro, debe ser porque el reflejo de los flashes sobre las piedras rebota y llega hasta las pinturas...
Pero, bueno, al menos en el interior del templo podemos gozar de los capiteles fotográficamente.

Salud y fraternidad.

Rubén Oliver dijo...

Vamos a ver:los fotones,al incidir sobre determinadas pinturas,quizá y sólo quizá,produzcan efectos indeseados.
La iluminación interna(y externa) de los templos,provoca mucho más "daño" que un simple flash.Por no hablar de las antorchas de video en las bodas y eventos,donde los propietarios o administradores del templo,parecen no tener problema alguno.
No hay ley en el B.O.E. que ampare dicha prohibición,excepto las que deriven del hecho de ser una propiedad privada.
Ya que es una propiedad privada,donde se cobra por la visita,habría que comprobar el posible daño que provoca la iluminación interna y qué criterios se han seguido al instalarla.También qué tipo de medidas de seguridad se han adoptado,ante una hipotética situación de riesgo,cuando el templo está lleno de público.(Como se les exige a los demás locales públicos).¿O sólo valen para cobrar y decir:fotos,no?.

Saludos.

Alkaest dijo...

Verdades como puños, pero las quejas... al maestro armero.

Salud y fraternidad.

Baruk dijo...

jó! es que os quejáis por nada..

Alkaest dijo...

¿Nos quejamos por nada? No, no, nos quejamos "de vicio".
Porque somos unos viciosos de la cámara, de la fotografía, y de la libertad para practicar con ambas sin ofender a los "mercaderes del Templo"...

Salud y fraternidad.

Rubén Oliver dijo...

"los mercaderes del templo"...¡Blasfemia!quedas excomulgado,oficialmente,ya nos pensamos que lo estabas "de facto";pero ahora más,por insinuar lucro derivado en la actividad religiosa.Ja ja ja....

Carlos Sousa dijo...

Más fotos no!!! Parecéis unos paparachis, un día destos os va a venir Ramoncín y os lo va a explicar por escrito, de su propio puño, jeje..

Ya en serio, yo creo que estas prohibiciones se deben a la propia estupidez de los regidores de los templos y (como ya dije una vez) a su prepotencia, ya que se creen dueños y señores, y les "jode" compartir la belleza que en ellos existe, o las burradas que puedan existir, que como bien sueles contar hay muchas.

Un saúdiño.

Alkaest dijo...

¿Pero qué se puede esperar de los "mercaderes del Templo"? ¡Si hasta en su propia mitología, el Dios-Hijo debe arrojarlos de allí a zurriagazos!

Sin querer compararme a su mitologíca divinidad, a golpes de cámara y trípode los arrojaba yo en la actualidad (a ser posible, la cámara con el objetivo más grande que tiviera a mano).

Salud y fraternidad.