Aguilar de Bureba (Burgos), parroquial románica de Santa María la Mayor, presuntamente templaria.
En la cuenca del río Oca se encuentra el antiguo pueblo de Aguilar de Bureba (Burgos), en el centro del caserío, sobre una pequeña elevación, podemos contemplar un magnífico ejemplo de arquitectura románica, de comienzos del s.XII.
La parroquial, de Santa María la Mayor, conserva una gran parte de su estructura medieval: ábside, presbiterio, trozos de la nave, cúpula sobre pechinas en el crucero, portada oeste. Todo ello siguiendo un modelo que se aproxima bastante al templo, también burgalés, de San Pedro de Tejada.
El parcheado de cemento, señala por donde discurre una de las peligrosas grietas del ábside.
Por su rica simbología, plasmada en canes y capiteles, con selectas esculturas de gran calidad, el edificio fue declarado "Bien de Interés Cultural", en 1983. A ello podríamos añadir, cum grano salis, una tradición local que afirma su pertenencia a la Orden del Temple, sin que hasta el presente se halla encontrado documentación que lo confirme o lo niegue.
Concebido, inicialmente, como edificio de una sola nave, a partir del s.XV se le fueron añadiendo estructuras que ocultaron de forma parcial su belleza.
Otra preocupante grieta atraviesa el centro del tambor absidal, deformando la ventana.
Primero, en el s.XV, se reedificó el último tramo, a los pies de la nave, para añadir el coro elevado interior. En el s.XVI se añaden las capillas norte y sur, dándole planta de cruz, y se reforma exteriormente el cimborrio con el añadido de una pequeña linterna.
Luego, en el s.XVIII, se adosa la sacristía al lado norte del ábside, ocultando parte del mismo junto con los canes del alero. En 1762, se levanta el atrio porticado, que protege la portada oeste, y se alza una espadaña de tres pisos.
Los sillares del ventanal se han desplazado, y el "apaño" con cemento no impedirá que continúe el deterioro.
En el s.XIX, el muro norte del templo quedará oculto por un almacén y granero, allí adosado. Obra en la que se emplean sillares románicos, sacados de las diferentes partes del edificio derribadas durante las reformas de los siglos anteriores.
Después de años y años de abandono, en 1953 se efectuaron someras obras de reparación y conservación. Sin embargo, el templo estaba muy tocado, y el deterioro continuó, lento pero implacable.
Nuevas y espeluznantes grietas aparecen cada día, como ésta que nace en la cornisa y baja por el muro del ábside.
En 2002 se derrumbó parte de la bóveda de la nave, con grave peligro del conjunto. Las reparaciones se hicieron "con calma", por lo que el resto de la bóveda continuó cediendo, lo que agravó el frágil estado de la estructura del agrietado edificio.
En 2009, el Ayuntamiento y vecinos de Aguilar de Bureba volvieron a pedir, una vez más, a la Junta de Castilla y León, que rehabilite "con urgencia" el templo parroquial. Afectado por diversas humedades en su cubierta, con problemas de cimentación en el ábside, se habían abierto nuevas y preocupantes grietas por todas partes.
El granero del s.XIX, adosado al costado norte, perdió su cubierta en 2010, y así continúa hoy.
Como todos se temían, en 2010 hubo un desplome. Se hundió la cubierta del almacén adosado al norte, que en su caída arrastró parcialmente la escalera del campanario, derrumbe que ha incidido sobre las grietas existentes por diversos lugares del templo, agrandándolas. Esto, facilita que la lluvia penetre por ellas, y empeore todavía más el deficiente estado del edificio.
Además, el derrumbe, al impedir el acceso al cuerpo de campanas, ha obligado a cancelar las pruebas comarcales, del concurso provincial de campaneros, que antaño se celebraban con el juego de bronces de su espadaña.
El interior del arruinado granero ni siquiera ha sido desescombrado, maleza, humedad y podredumbre reinan en su interior.
Cuando visitamos el lugar, un 20 de agosto de 2011, nueve años después del primer derrumbe de su bóveda, el templo sigue esperando esas "urgentes reparaciones". El granero, arruinado el año anterior, continúa arruinado, los escombros se amontonan en su interior, envueltas por la creciente maleza las vigas de madera se pudren lentamente.
Las grietas han aumentado en el ábside, el brazo sur del crucero, y otras partes del maltrecho edificio, con grave amenaza de su estabilidad.
Los derrumbes han abierto nuevos huecos por donde la lluvia penetra, y ejerce su labor destructora.
Resulta contradictorio, pero define muy bien la estulticia burocrática, que en algunos lugares se hayan podido recuperar edificios históricos, por medio de iniciativas locales apoyadas por instituciones varias, "porque dichos edificios no estaban considerados como Bienes de Interés Cultural".
O sea, que si un edificio no es Bien de Interés Cultural, cualquiera puede aportar recursos y restaurarlo antes que se derrumbe. Pero, si es Bien de Interés Cultural... ¡Ni tocarlo, oiga, aunque se esté cayendo a pedazos!
La base del ábside también está muy dañada por la humedad, los sillares se deshacen y son sustituídos por apresuradas "chapuzas" a base de ladrillo.
En Aguilar de Bureba, aunque ha disminuido la población, el domingo de Pascua los niños siguen celebrando el "Día de la Tortilla", con su ronda y cantinelas. A finales de mayo, los adultos, festejan las fiestas patronales con el "Juego de las Chapas" -en realidad, viejas monedas de cobre-, probando suerte en las apuestas del cara o cruz.
Y cuando llega su tiempo, estando la uva en sazón, en las bodegas se hace vino chacolí. Sagrado licor, con el que se regarán los productos del cerdo, especialmente las afamadas morcillas de Burgos, así como los corderiles lechazos, cuando la ocasión lo requiera. De postre, claro está, no faltará el queso burgalés con miel y nueces.
Porque, a pesar de la emigración, las viejas tradiciones no mueren. ¿Morirá, en cambio, la vieja parroquial románica? ¿Morirá de abandono, y desidia institucional, el viejo templo, quizá Templario?
Un ángulo de la capilla sur, amenaza derrumbarse a causa de la última grieta aparecida.
A quien corresponda: Las grietas de hoy son la ruina de mañana, entérese bien, quien tiene que enterarse, y ponga remedio. No venga con la excusa de que "la economía está mal..., la crisis económica...", porque ha tenido una porción de años en los que, no sólo no había crisis económica sino que había bonanza, durante los cuales tuvo ocasión de hacer lo que no ha querido hacer. Si ahora, que el edificio está en un punto crítico, por su incompetencia, no lo hiciere, sea llevado a picota y cargado con el cepo, para que no deguste más los exquisitos productos locales, bebiendo sólo agua sucia de los charcos y comiendo cenizas, hasta el día del juicio.
Salud y fraternidad.
1 comentario:
Templario o no, es un templo que me impuso respeto aquél 20 de agosto cuando lo conocí. Un templo, con una riqueza simbólica extraordinaria, sobre todo en los capiteles interiores, cuya interpretación bien merece un estudio, aunque no sea el motivo principal de la presente entrada. Es cierto que amenaza con ceder y terminar formando una especie de monxoi, similar al de Foncebadón, si no se le pone remedio. Pero claro, poner remedio significa invertir mucho dinero en el asunto y probablemente este no sea el momento más oportuno con lo que estamos padeciendo. Ahora bien, me pregunto por qué no se hizo algo más apropiado cuando se cedieron algunos cuartos que, como bien comentas, aparte de tapar agujeros de una forma muy tranquila, significaba, también, una pésima gestión pues imagino que el arquitecto o el aparejador que la emprendió entonces, debía de conocer que aquello no era suficiente; es decir, pan para hoy y hambre para mañana. Creo que los responsables sí que merecen figurar en primera fila de Picota y Cepo por el flaco favor que hacen a nuestro Patrimonio Histórico, Artístico y Cultural. Un abrazo
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