domingo, 17 de julio de 2011

De Soria al Pirineo. León Leví, la sombra del "Judío errante" (I)

Vista general de San Esteban de Gormaz (Soria), a la derecha sobresale la espadaña de San Esteban "el viejo". [Dibujo de J. Gil, 1888].

En 1660, el padre Argaiz afirma que el soriano Monasterio de San Esteban, tuvo su origen en tiempo de los godos y, arruinado durante la ocupación musulmana, fue reedificado por los benedictinos en el siglo X, en tiempos del conde Fernán González, dando el cenobio nombre a la villa, que en 934 era ya nombrada como "San Esteban de Gormaz".
Desde finales del siglo XIX, la corporación municipal de San Esteban de Gormaz (Soria), estaba tratando de hacerse con el terreno que ocupaba el céntrico templo parroquial de San Esteban y su cementerio anexo, únicos restos del viejo Monasterio, para derribarlo y crear en dicho solar una nueva Plaza del Mercado. Si hubo en todo el proceso intrigas, falsedades, sobornos, engaños, y complicidad culpable con el clero, es algo que no se puede demostrar, pues unicamente tenemos pruebas circunstanciales. Pero que hubo irregularidades, es algo irrebatible.
En 1873, el Ayuntamiento de San Esteban de Gormaz, previa consulta con el obispado de Soria, que dio su "placet", acuerda que la actividad parroquial se traslade, del templo de San Esteban al del exconvento de San Francisco, alegando "grave deterioro de aquel y la mayor capacidad de este". Sin embargo, tales argumentos se rebelan falaces, puesto que, en 1895, en el nuevo templo parroquial, de San Francisco, comienzan unas obras de rehabilitación y acondicionamiento que se prolongan durante un lustro. ¿Cinco años de restauración, para un templo que ha sido elegido parroquia, porque el otro "estaba maltrecho y amenazaba ruina"? ¿Una restauración por valor de 18.000 pesetas, algo millonario para la época, podía aplicarse a un edificio pero no a otro?

San Esteban de Gormaz (Soria), vista general del casco viejo hoy, con el castillo al fondo y a la izquierda el templo románico de San Miguel. El de San Esteban "el viejo", ha desaparecido del paisaje urbano.

En 1900, se inaugura el nuevo templo, rebautizado como San Esteban Protomártir, en funciones de parroquia exclusiva de la villa. San Francisco, primero se apropió de los feligreses de la vieja parroquia, luego del dinero para su restauración, y ahora se adueñaba también de su advocación. El templo de San Esteban "el viejo", quedó cerrado y abandonado a su destino, falto de cualquier reparación el "deterioro" se transformó fatalmente en ruina.
En 1906, el desalojo del edificio, precursor de su derribo, ha comenzado solapadamente: el Ayuntamiento pide, al obispo de Soria, permiso para trasladar el reloj de la villa, desde el templo de San Esteban "el viejo" al Ayuntamiento. Luego, al retirar el retablo que tapaba el ábside, para colocarlo en la nueva parroquial, la bóveda aparece cubierta con unas singulares pinturas románicas del siglo XII:
"Representaban la Cena de Jesús en casa de Simón el leproso y en ellas aparecía Jesús con tres figuras a cada lado y delante de la mesa otra postrada que bien pudiera ser María Magdalena, ungiendo los pies del Salvador y otra figura arrodillada sosteniendo un vaso y sirviendo un pez a Jesús, estando toda la escena pintada en verde, blanco, rojo y negro".
Pero ni siquiera este descubrimiento, detiene los planes municipales. No será un pequeño "contratiempo", de carácter cultural, el que tuerza sus proyectos urbanísticos. No habían pasado cincuenta años, desde que se le usurpara la titularidad parroquial, cuando, en 1920, el Ayuntamiento habla ya abiertamente del derribo del monumento. En abril de tal año, "en vista del estado peligroso de ruina...", y para cubrir las apariencias pues todo estaba ya consumado, se comunica al párroco "...que proceda a la demolición o reparación... dentro de la mayor urgencia posible". Se trata de un ireprochable acto de hipocresía administrativa, puesto que "el estado de peligrosa ruina" había sido propiciado por las propias autoridades civiles y religiosas, que abandonaron el cuidado del templo en espera de que su deterioro les diese el pretexto para el derribo.

Reconstrucción del templo de San Esteban "el viejo", perspectiva suroeste. [Dibujo cortesía de C. de la Casa y J.J. Ruíz].

El rebaño de fieles, y el pueblo todo, callaba y otorgaba, engolosinado con la flamante parroquia de San Francisco, perdón, "San Esteba Protomártir", que tras ser restaurada no paraba de recibir donaciones para enriquecerse con nuevas imágenes y mobiliario. Para rematar la faena, después de apropiarse de sus fieles, de sus bienes, y de su advocación, la nueva parroquia se apropió también de las piedras del viejo templo.
Si, hasta ese momento, "las cosas de palacio" han ido despacio, ahora todo se acelera. En octubre de 1920, el consistorio municipal comunica que ha llegado a un acuerdo con el obispo. La Iglesia, no solo da su permiso para el derribo de San Esteban "el viejo", sino que entrega el edificio "ruinoso", y el terreno que ocupa, al Ayuntamiento, a cambio de que éste haga una torre-campanario para la parroquial de San Esteban "el nuevo", aprovechando los materiales del previsto derribo. ¿Tiene alguna lógica, que la iglesia regale todo el conjunto, de indudable valor inmobiliario, a cambio de levantar un campanario con materiales de derribo?
Incluso, si consideramos que para la reconstrucción de San Francisco, ahora San Esteban "el nuevo", el prelado tan sólo empleó 4.000 pesetas, mientras que el Estado aportó otras 4.000, y el Ayuntamiento 10.000, aquello no parecía un "negocio" muy favorable para la Iglesia. Sobre todo, porque la "flamante torre campanario" no se levantó en parte alguna, en su lugar se hicieron dos espadañas, en las que no se empleó ni una sola piedra del templo románico, puesto que bastó con las piedras de la propia espadaña de San Esteban "el viejo", que no eran románicas, y todavía sobraron materiales...

La anunciada "torre campanario" de San Esteban "el nuevo", se concretó en dos simples espadañas, sacadas del derribo de la gran espadaña de San Esteban "el viejo".

A mediados de 1921, el alcalde, el párroco y el obispo, firman los papeles del acuerdo, el extraño acuerdo. Alea jacta est. Las obras debieron contratarse poco después, ya que, en una nota de febrero de 1922, los contratistas del Burgo de Osma, don Blas y don Miguel Barral, afirman "tener permiso del obispo para tirar Iglesia y torre de San Esteban", y se obligan a construir el cuerpo de campanas para San Esteban "el nuevo", quedándoles "el aprovechamiento de materiales para venderlos a quien quieran con preferencia al Ayuntamiento o vecinos". Indudablemente, los contratistas ya sabían a quien querían vender los materiales, y no era precisamente a nadie del pueblo.
"Noticiosa esta Comisión de haber sido vendidas por D. Blas Barral..., al comerciante de antigüedades D. León Leví las valiosas pinturas murales del ábside de la iglesia de San Esteban de la Villa de San Esteban de Gormaz y temerosa esta Comisión de que puedan ser llevadas al extranjero... ha puesto el hecho en conocimiento del Sr. Gobernador Civil... porque trate de evitarlo por los medios que estén a su alcance".
Esta es la notificación que, el 6 de julio de 1922, envió a la Real Academia de la Historia y al Gobernador Civil de Soria, la Comisión Provincial de Monumentos, tras una reunión de carácter extraordinario donde el tema no era siquiera el de San Esteban, sino la "compra-expolio" de las pinturas románicas de San Baudelio de Berlanga, por parte del nefasto León Leví. Pero, claro, una cosa llevó a la otra...


Reconstrucción del templo de San Esteban "el viejo", alzado de fachada sur, con portada románica. [Dibujo cortesía de C. de la Casa y J.J. Ruíz].

Porque, aunque las intenciones del Ayuntamiento de San Esteban, con sus idas y venidas a Soria, para negociar con el obispo, eran del público dominio, hasta entonces nadie había parecido interesarse por impedir aquel latrocinio. Hasta mayo de 1922, cuando la "operación inmobiliaria" municipal se había consumado, y el derribo ya estaba en marcha, no se reunió la Comisión Provincial de Monumentos. Ésta envió un miembro para constatar el caso "in situ", don Blas Taracena, quien realizó diversas fotos, y declaró que se trataba de "...un curioso ejemplar de arquitectura románica... de valor excepcional por las pinturas también románicas que decoran totalmente la bóveda del ábside", por lo cual pidió la suspensión del desmonte de esta parte del edificio, hasta que la Real Academia de la Historia se pronunciase.
Eso motivó que, cumpliendo con el Reglamento de las Comisiones de Monumentos, enviasen la antedicha notificación a las "autoridades competentes". ¡Dos meses después de inspeccionar, sobre el terreno, el templo a medio derribar, y constatar el valor artístico del edificio!
Todas las autoridades recibieron su notificación, pero había un inconveniente insalvable en este país: era verano. Y, en España, cuando llega el verano, la administración del Estado cuelga el cartel de: ¡Cerrado por vacaciones! Eso es ley, desde que existen registros históricos, y no hay asunto urgente que valga. Así que, "levantada la liebre" por los de la Comisión, el desmonte del templo, no solo no se paralizó, sino que se aceleró. 
La Real Academia de la Historia se excusó, el 12 de julio: "Hallándose la Academia actualmente en vacaciones... En la primera Junta que se celebre, una vez transcurridas las presentes vacaciones de verano... se dará traslado al Director General de Bellas Artes". Las "largas vacaciones del 22", no finalizaron hasta octubre. Cuando la Academia de la Historia celebró su primera sesión, el día 10, informó del asunto de San Esteban. Mientras, las pinturas se habían esfumado en el límpido aire del estío soriano. Porque traficantes y expoliadores, nunca cierran por vacaciones, al contrario, aprovechan las vacaciones de la administración para "administrar" sus negocios sin impedimentos.

Reconstrucción del templo de San Esteban "el viejo", alzado del ábside, con las ménsulas esculturadas y su bella ventana románica. [Dibujo cortesía de C. de la Casa y J.J. Ruíz].

El comprador León Leví, anticuario, ladrón, intermediario, tratante, o expoliador, según quien opine de él, se había hecho en tales fechas con las prodigiosas pinturas románicas de San Baudelio de Berlanga, y pensaba redondear la operación con las de San Esteban "el viejo", pero el escándalo empezaba a ser mayúsculo y había que ponerle freno. En la Comisión Provincial de Monumentos, se dio lectura a una carta de los contratistas, en la que los señores Barral "...ponen a disposición de la Comisión de Monumentos algunos restos ornamentales...", del derribado templo, y piden que alguien acuda "...a recoger los objetos de mayor interés y dispongan su traslado al Museo Provincial".
En este punto, la actuación de la Comisión Provincial de Monumentos resulta, cuando menos, "extraña". Consta que Don Blas Taracena se personó en la demolición, y vio "los restos ornamentales", ofrecidos por el contratista al Museo Provincial. Sin embargo, nadie se molestó en ir a por ellos. En el Museo Numantino, ni consta la entrega, ni han aparecido tales restos. ¿Por qué se despreciaron tan olímpicamente, quizá porque, en comparación con las pinturas, les parecieron insignificantes? ¿Porque consideraron que era un soborno, una limosna, a cambio de consentir en la venta de los frescos?
O sea, de la documentación inicial de 1922, se deduce que la primera y única compra de León Leví, consistió en las pinturas del ábside de San Esteban "el viejo", sin mostrar el más mínimo interés en "los restos ornamentales", que fueron ofrecidos a la Comisión Provincial de Monumentos. Pero, a mediados de dicho año, después que la Comisión se desentendiese de "los restos ornamentales", centrando su interés en las pinturas, el avispado Leví, compra pinturas y piedras por 4.000 pesetas. Y, casi de inmediato, se desinteresa de las pinturas, y se lleva las piedras que antes ha despreciado. El 7 de julio, nuestro "Judío errante", carga un vagón de tren en la estación de San Esteban de Gormaz, con diez toneladas de piedras, y pocos días más tarde, otro con nueve toneladas, ambos con destino a Barcelona.
¿Acaso, el inclemente sol mesetario del estío soriano, ha debilitado el cerebro del astuto León Leví? Creemos que no, que hay otra explicación más acorde con sus intereses.

Ventana absidal y ménsulas de San Esteban "el viejo", poco antes del derribo [Foto original de 1922, cortesía de C. de la Casa y J.J. Ruíz].

En esos días, el trajinante judío, se encuentra envuelto en una complicada maraña legal, a causa del alboroto ocasionado por la compra de las importantes pinturas románicas de San Baudelio, y no sabe todavía si aquello va a terminar de forma favorable a sus intereses. Por si fuera poco, al "affaire" se han unido las pinturas de San Esteban "el viejo". Juzgando lo acertado del sabio refrán: "Cuanto menos bulto, más claridad", se deshace de los frescos de San Esteban alegando que no lo son, o al menos eso dice.
"Al ir a hacerse cargo de ellas el señor Leví... con peritos, estos dijeron que las pinturas no tenían ningún valor artístico, ni arqueológico, ni histórico, y además que, dado su estado de descomposición... no podían arrancarse como las de San Baudelio... porque no pudiendo separarse de las piedras por estar pintadas sobre ellas y no al fresco, se derruyeron al desmontarlas. En vista de esto el señor Leví rescindió el contrato, el contratista le devolvió la mitad de lo abonado y mandó derribar el ábside con sus pinturas..."
¿Quizá en vista del escándalo, que se sumaba al existente por lo de San Baudelio, Leví tramó un complot junto con los contratistas, para hacer creer que las pinturas se habían destruido, cuando en realidad las había sacado de contrabando? ¿Tal vez, el traslado de las piedras, era la cortina de humo que ocultaba el traslado de las "destruidas" pinturas? Porque, en caso contrario, tendremos que admitir que el astuto judío no lo era tanto, pues había comprado a tontas y a locas, sin saber lo que compraba, y que solo recurrió a los peritos cuando ya el trato estaba cerrado y pagado, teniendo que apelar a la "buena fe" del contratista para que le devolviese lo abonado. Algo, completamente insólito e increible, en la trayectoria "profesional" de tan sagaz traficante de arte.
Como es evidente lo turbio del asunto, pues las pinturas le fueron vendidas en febrero de 1922, antes del derribo, y su compra presuntamente deshecha cuando protestó la Comisión, la "autoridad competente", por fin, decide actuar. Pone el caso en manos del Delegado Regio de Bellas Artes, quien, el 2 de agosto de 1922, ordena sean retenidos los dos vagones de tren, cargados de restos escultóricos y arquitectónicos, que han salido de Soria con destino a Cataluña, antes de que crucen la frontera española.

Portada sur de San Esteban "el viejo", poco antes del derribo [Foto original de 1922, cortesía de C. de la Casa y J.J. Ruíz].

Curioso guiño del destino, los vagones de León Leví se encuentran al pie del Montjuic, el medieval "Monte de los judíos", en una vía muerta de la estación de Morrot, en Barcelona capital, uno de cuyos ramales enlaza con la Estación de Francia. Dentro de ellos, se amontonan la portada, la decorada ventana absidal, y cuarenta ménsulas del alero, del derribado templo de San Esteban "el viejo". También están allí, diversas piedras labradas, aparecidas durante el derribo del templo, y que la Comisión de Monumentos no pudo examinar, verbigracia un sarcófago del s.XV, decorado, que estaba bajo el pavimento.
Desde finales de 1922, León Leví y Blas Barral, tienen abierto un expediente "...administrativo por desmonte y compra de las pinturas murales de San Baudelio al primero, y a las dos conjuntamente por la compraventa de otras pinturas y piedras artísticas de la Iglesia de San Esteban..." En enero de 1923, los contratistas, señores Barral, comparecieron ante la administración, presentaron los documentos otorgados por obispo y Ayuntamiento, demostrando que su actuación había sido legal, y se fueron tan frescos. León Leví, argumentó que había encontrado el templo derribado, que adquirió entonces las piedras, de forma legal, "...sin que existiese ocultación... con intervención del Obispo y de las Autoridades municipales, no realizando nada que tenga conexión con las pinturas". ¡Hace falta tener descaro!
En enero de 1924, cuando, según la Comisión de Monumentos, el templo citado había sido "...derribado totalmente, no quedando en la localidad resto constructivo ni ornamental que pueda ser útil, ni vestigio de sus pinturas que se destruyeron al demolerla", se presenta allí una delegación de la Academia de San Fernando "...para informar sobre el terreno acerca del valor de las antigüedades de que se trata... no llevándose a cabo este examen ocular por estar ya derruida la Iglesia". ¡A buenas horas, mangas verdes!

De la estación de San Esteban de Gormaz, salieron dos vagones cargados con las piedras del templo de San Esteban "el viejo". ¿Iban en ellos las "destruidas" pinturas románicas? [Foto, cortesía de gipuzkoakultura.net].

Tampoco se pudo realizar reconocimiento, ni dictaminar, sobre las piedras retenidas en la estación de Morrot, porque según el Delegado Regio de Bellas Artes de Barcelona: "lo impedía el amontonamiento de las piedras en los vagones..." ¿Pero qué pretexto es ese, acaso, siendo un asunto legal de tal importancia, no se podían descargar y revisar las piedras?
Resulta sospechoso que, en este "expolio consentido", haya tanta "sobredosis" de documentos legales:  autorizaciones, concesiones, contratos, permisos, tanto de la autoridad civil como eclesiástica. Pero, por si todo ello no bastase, lo mejor que le podía haber pasado a León Leví, quien tiene poderosos contactos en la corte de Madrid, es que el asunto se pusiera en manos de los Delegados Regios. Sus valedores de palacio conseguirán que, finalmente, el rey Alfonso XIII, declare que todas las actividades del "Judío errante" han sido legales y que tiene derecho a negociar sus materiales como mejor le convenga. Los de San Baudelio y los de San Esteban "el viejo".
"S.M. el Rey, ha tenido a bien resolver que no ha lugar a exigir responsabilidades a los señores Barral ni a D. León Leví, pudiendo este último disponer de las piedras que le fueron detenidas en la estación de Morrot... (22 de julio de 1925)".
En sólo tres años, cae el telón sobre un templo que ha permanecido en pie durante ochocientos. Nunca más se vuelve a saber de las "piedras artísticas" procedentes de San Esteban "el viejo". ¿Viajaron hasta Francia, aquellos dos vagones retenidos en Barcelona? ¿Iban en ellos, las "perdidas" pinturas románicas del dicho templo? ¿Cayó, todo, en manos de caprichosos magnates norteamericanos, junto con las pinturas de San Baudelio?

En la estación barcelonesa de Morrot, al pie del Monjuic, se pierde la pista de las piedras extraídas de San Esteban "el viejo", tras el verano de 1925 nadie vuelve a hablar de ellas. [Foto, cortesía de esperandoaltren.blogspot.com].

Para terminar este primer capítulo, de la truculenta historia, copiamos un dato "insignificante" del informe de la Comisión Provincial de Monumentos de Soria, donde recapitula todos los puntos del "affaire" sobre San Esteban "el viejo":
"No habiéndose resuelto por la superioridad nada en concreto referente a este asunto, y no habiendo sido aceptados los ofrecimientos de venta oficiosos hechos al Estado por el señor Barral, éste concretó con don León Leví la venta de las pinturas y restos arquitectónicos de dicha ermita, en cantidad aproximada de 4.000 pesetas".
¿Pero en qué pensaban estos ingénuos próceres de la Comisión, si el Estado no quiso gastar un duro en los importantísimos frescos de San Baudelio, como iba a hacerlo en los de San Esteban? Eso sí, recordemos que las 4.000 pesetas que el estado no quiso dar por las pinturas y piedras de San Esteban "el viejo", las desembolsó para restaurar San Esteban "el nuevo".
San Esteban de Gormaz, perdió un templo con singulares elementos románicos, pero el obispo pudo dormir tranquilo pues había conseguido su espadaña, y el Ayuntamiento tuvo por fin su Plaza del Mercado, popularmente bautizada como "Plaza de los Cerdos". ¿Justicia poética?

[CONTINUARÁ]

[Sobre este escabroso asunto, es absolutamente imprescindible la obra de Carlos de la Casa Martínez y Juan José Ruíz Ezquerro, Iglesia de San Esteban (San Esteban de Gormaz). Reconstrucción histórico-artística de un "expolio legal". Ed. Ayuntamiento de San Esteban de Gormaz, 2002, que actualmente está agotada y es casi imposible de encontrar. De ella hemos tomado, prestados, los dibujos y fotos en negro que se indican. Agradecemos a María de Mesa, que revolviese "Soria con Santiago" para proporcionarnos un ejemplar de dicho libro].

Salud y fraternidad.

4 comentarios:

Rubén Oliver dijo...

Es la típica historia rocambolesca de expolio made in Spain, a mi no es que me sorprenda mucho, pero siempre es "grato" recordar estos pequeños deslices sin importancia de los de siempre. La historia, como tantas otras de parecidos argumentos, no es que roce el escándalo y escarnio patrio, es que los tritura literalmente. Es de esas historias que le hacen a uno estar orgulloso de ser español, a nosotros deberían dirigirse como a los del "permanente sonrojo" , no merecemos más.

un saludo.

Baruk dijo...

Una trama muy apropiada para una novela de intriga... y dices que continúa?

jó! ...a que sabes donde están las pinturas?!!!

Un abrazo

juancar347 dijo...

Por si sirve, sobre el puñetero judío (Elohim le esté dando de latigazos allá donde quiera que esté su alma) y el expolio de San Baudelio, hay un libro de más o menos reciente aparición, que no está muy mal documentado: 'El expolio de las pinturas murales de la ermita mozárabe de San Baudelio', Elías Terés Navarro. Ochoa Editores, 2008. Por lo demás, me refiero al tema y tratamiento dado en las entradas, un trabajo excelente y bien documentado. Eso sí, como dice Baruk, no estaría de más que nos dijeras dónde está Walli. Un abrazo

Alkaest dijo...

No me sean ustedes impacientes, que ya "amenazo", al final de la entrada, con un terrorífico "Continuará".
Lo tengo ya escrito y editado, pero en reserva. Más que nada, para crear expectación, porque si saco las dos entradas seguidas, el misterio se diluye.
Pero no teman sus ilustrísimas, que entrando Agosto -frío en rostro-, les daré cumplida cuenta del insólito final de esta historia.
A Dona Baruk, le adelanto que, como acostumbro a decir: "yo se muchas cosas, pero no lo se todo". Hay que ser judío, para saber lo que piensa un judío, y servidor tiene atestiguada su "limpieza de sangre" en la Real Chancillería, por lo cual ignoro lo que pudo hacer León Leví con las pinturas.
No obstante, sé otras cosas, y esas son las que revelaré en el próximo capítulo...
Y quizá, solo quizá, incluya una tercera entrada, sobre otras pinturas que estuvo a punto de expoliar el maldito Leví, en complicidad con el contratista Barral... Porque estos tipejos nunca actúan solos, recordemos aquello de: "soy el rata primero, y yo el segundo, y yo el tercero".
Alguien debería escribir la biografía del xodío judío, que nos íbamos a quedar con los pelos de punta, pero el maldito se encargó de borrar las pistas.

Salud y fraternidad.