Así era el templo de San Martín, en Villahizán. [Foto de los años 60, por cortesía de Alberto Calderón y su blog:
http://romanicoburgales.blogspot.com/].
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En Villahizán de Treviño (Burgos), existía un templo románico de mediados del s.XII, dedicado a san Martín. Fue reformado, durante el s.XVI, para convertirlo en un gran edificio, conservando únicamente su ábside románico y algún otro elemento antiguo empotrado en la nueva construcción. Persistió como parroquial de un barrio hasta 1875, en que falleció su párroco, y la titularidad pasó al otro templo del lugar, Santa María, de fines del XII.
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En Villahizán de Treviño (Burgos), existía un templo románico de mediados del s.XII, dedicado a san Martín. Fue reformado, durante el s.XVI, para convertirlo en un gran edificio, conservando únicamente su ábside románico y algún otro elemento antiguo empotrado en la nueva construcción. Persistió como parroquial de un barrio hasta 1875, en que falleció su párroco, y la titularidad pasó al otro templo del lugar, Santa María, de fines del XII.
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El mastodóntico edificio, en que se había transformado el templo románico, vivió una dorada decadencia durante ciento tres años más. A partir de los años sesenta empezó a notarse un deterioro progresivo de su estructura, y para 1974 ya se lo cita como un templo “en estado ruinoso”.
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No se hizo nada, cuando las grietas aumentaron de tamaño los “responsables” se limitaron a sacar cuanto de valor había y trasladarlo a la parroquial. Luego, dejaron que el asunto cayese por su peso. Y vaya si cayó, el templo se vino bajo, en 1988.
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Se hundió parte de la torre y, con ella, arrastró las bóvedas de la nave, algunos pilares, la bóveda absidal y la parte norte del ábside románico. El resto quedó en precario equilibrio, lleno de peligrosas grietas y amenazadores desplomes.
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Han pasado veintidós años y, por todo remedio, se ha colocado un vallado de tela metálica alrededor del caído muro absidal, para que zagales traviesos y turistas curiosos no entren en las peligrosas ruinas con riesgo de sus vidas.
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Precaución vana, dentro de poco caerá estrepitosamente el resto del templo, y se podrán hollar los derribados sillares sin ningún peligro. No hay más que ver la ominosa grieta, que recorre toda la fachada sur dislocando el ostentoso escudo heráldico-clerical de la portada sur.
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En el vacío cascarón del templo, los pilares se inclinan, el escombro colmata las naves, las vigas se pudren a medio caer. Lo que resta del ábside románico, se agrieta, se abre, anunciando el cercano fin de todo. Pero qué importa, total, tan sólo se trata de un edificio románico más. ¡Y tenemos tantos!
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No se hizo nada, cuando las grietas aumentaron de tamaño los “responsables” se limitaron a sacar cuanto de valor había y trasladarlo a la parroquial. Luego, dejaron que el asunto cayese por su peso. Y vaya si cayó, el templo se vino bajo, en 1988.
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Se hundió parte de la torre y, con ella, arrastró las bóvedas de la nave, algunos pilares, la bóveda absidal y la parte norte del ábside románico. El resto quedó en precario equilibrio, lleno de peligrosas grietas y amenazadores desplomes.
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Han pasado veintidós años y, por todo remedio, se ha colocado un vallado de tela metálica alrededor del caído muro absidal, para que zagales traviesos y turistas curiosos no entren en las peligrosas ruinas con riesgo de sus vidas.
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Precaución vana, dentro de poco caerá estrepitosamente el resto del templo, y se podrán hollar los derribados sillares sin ningún peligro. No hay más que ver la ominosa grieta, que recorre toda la fachada sur dislocando el ostentoso escudo heráldico-clerical de la portada sur.
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En el vacío cascarón del templo, los pilares se inclinan, el escombro colmata las naves, las vigas se pudren a medio caer. Lo que resta del ábside románico, se agrieta, se abre, anunciando el cercano fin de todo. Pero qué importa, total, tan sólo se trata de un edificio románico más. ¡Y tenemos tantos!
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A quien corresponda: Todavía sería posible, si las tormentas, nevadas y vendavales, de este invierno atípico acaban respetando lo que aún se mantiene en pie, conservar al menos el ábside románico, restaurar su lado norte, limpiar de escombros el resto del templo y consolidar las ruinas. Todavía sería posible, si usted dejara de mirarse el ombligo, de regodearse en sus fantasiosos planes, contando y recontando como un avaro los votos que ello va a proporcionarle.
Mientras recapacita, si aún tiene capacidad de ello, sea condenado a picota y cepo, justo al lado de esos venerables muros que, por su incuria, negligencia y rapacidad, se vienen al suelo, al polvo del olvido, y a la nada.
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Salud y fraternidad.
Mientras recapacita, si aún tiene capacidad de ello, sea condenado a picota y cepo, justo al lado de esos venerables muros que, por su incuria, negligencia y rapacidad, se vienen al suelo, al polvo del olvido, y a la nada.
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Salud y fraternidad.
8 comentarios:
Si en cuarenta años el tiempo ha hecho semejante estropicio en un edificio de piedra... que no hará en nosotros, indefensas criaturas de carne y hueso!!!....
Saludines
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Otro templo que no contaba con los novedosos sensores inalámbricos,que hubiesen dado aviso al "responsable".
Vaya una pena...¡si estaba entero!.
Estamos apañados...
Saludillos...
Todavía serían posible muchas cosas, si este no fuera, en realidad, un país de buitres. ¡Pero si hasta en el tema de las rehabilitaciones de monumentos históricos hay 'tramas negras', como recientemente se ha descubierto en Galicia, donde pilla hasta el tato!. ¡A la picota con toos!.
No se, si debería patentar el "uso y disfrute" de la picota con cepo.
Teniendo en cuenta los "buitres", que nos sobrevuelan ansiosos, no sería extraño que alguno se apropiara del invento, para explotarlo con fines comerciales...
Salud y fraternidad.
La verdad es que viendo las fotos te invade una gran tristeza.
hello... hapi blogging... have a nice day! just visiting here....
La verdad es que llego un poco tarde. Útimamente otras ocupaciones me tienen un poco apartado del Románico (pero este verano seguro que cae por mi blog algún caso no de "picota y cepo", sino ya de horca y cuchillo...). Pero me quería pasar para dar las gracias por "correr la voz"...
Cuando estuve, un señor del pueblo, al ver que nos acercábamos cámara en mano, nos preguntó si no vendríamos de la Diputación para arreglar el templo. Cuando le dijimos que no, se fue con cara de decepción... Me imagino que llevarán los cuarenta años esperando a ver si viene "alguien de la Diputación"... y cuarenta más que les quedarán, que será lo que tarden en ir a declararlo en ruina (¡sorpresa!) y llevarse los escombros... Luego seguro que ponen un bonito panel informativo para conmemorar el templo ausente...
Amigo Alberto, con esto de la crisis me temo que la cosa suceda como tú anuncias: ruina y desaparición.
Y no me refiero a la crisis económica, no, que esa pasará, como pasan todas, antes o después.
Me refiero a la crisis moral, la crisis de valores, que ya se ha hecho endémica en el "ánima" de quien debería encargarse de los asuntos públicos, pero en realidad se ocupa solo de sus asuntos privados...
A buen entendedor, pocas prevaricaciones bastan.
Por ello, me apunto a la solicitud de firmas para reinstaurar el castigo, ejemplar, "de guillotina oxidada".
[Lo de "oxidada", es un añadido de mi vecino don Deogracias, que, como buen ácrata radical, alega que el óxido provocará que se le infecte la herida al reo, cuando le corten la cabeza].
Salud y fraternidad.
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