Al coronar la empinada cuesta y desembocar en la plaza, nos espera una sorpresa, en medio del espacio público se levanta ahora una “cosa”, que todavía hace a muchos retortillenses, o “aforrines”, encomendarse a Nuestra Señora del Prado, románica patrona de la villa, cada vez que se topan con el bulto...
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Nos parece muy bien, el problema es que, el “presunto monumento”, se parece a una picota como un huevo a una castaña. Se trata de un conjunto pétreo, más adecuado para una rotonda cualquiera, donde tantos “monumentos” al absurdo se elevan, que para una plaza rural donde se pretende conmemorar algo concreto “y reconocible”. Aunque claro, “i-reconocible” si que es, tanto, que la juventud del lugar, desconociendo sus antecedentes, lo ha bautizado como “el mechero”.
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A quien corresponda: los “aforrines” no se merecían esta ofensa cultural, así que, por desvirtuar el recuerdo, amén de la estética ancestral, de picotas y rollos jurisdiccionales, con este “monumento” geométrico-engendroso, vaya usted a picota y cepo, hasta que el paso del tiempo derribe esa pesadilla conceptual. Pesadilla que habrá costado sus buenos euros, aunque mejor será no entrar en el cuánto, el quién, el cómo y el por qué...
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Salud y fraternidad.