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En el interior se elimina el material de relleno, para recuperar el nivel original del piso y sacar a la luz posibles elementos arquitectónicos enterrados.
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En el exterior (lado oeste), se ha nivelado el terreno circundante. Ello ha permitido descubrir una serie de niveles cronológicos, desde la roca base. El muro norte, es en realidad una galería porticada de siete arcos, cegada en el s.XVII para añadir otra nave al templo.
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Arco en el lado este, de la galería porticada, el único que permanece exento y nos da idea de su geometría original.
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Emparedados dentro del muro, del s.XVII, permanecen los capiteles y columnas de la galería románica, con sus arcos.
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La portada del templo, al menos una parte de ella, se encuentra en un edificio del pueblo. Bueno se encontraba, porque la casa a la que fue llevada en el s.XVII ha sido derriba. Hoy es un decorado vacío, ante un solar. ¿Tendrán el valor de reintegrarla al templo al que pertenece? ¿Sucumbirán, quienes tienen autoridad para reclamarla, ante los "derechos adquiridos" por los dueños del solar?
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Como en tantos lugares, el cementerio anejo se obstina en pegarse al templo. Durante los últimos años nuevas tumbas han crecido a su sombra, ni siquiera el peligro de desplome ha disuadido, a los pertinaces familiares, de enterrar junto a los ruinosos muros del ábside.
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Un interesante descubrimiento, ha sido el hallazgo de diversos enterramientos superpuestos, correspondientes a varias etapas, bajo el perímetro exterior de los muros del templo, en sus lados sur y oeste (faltan por excavar, el norte y la mayor parte del sur, el este quedará inédito pues lo ocupa el cementerio moderno).
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En el estrato superior, se encuentra una acumulación de huesos, revueltos, que parece producto del vaciado de tumbas antiguas y la creación de una fosa común. Realizada quizá, al tiempo de reformar el templo en el s.XVII.
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En el estrato inferior, sobre la roca base, se encuentran una serie de tumbas antropomorfas medievales, de adultos y niños, donde han aparecido esqueletos casi completos.
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Al lado de las anteriores, hay diversas tumbas de lajas, también con restos óseos bastante bien conservados. Ambos tipos de enterramiento, parecen proceder del periodo románico.
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¿Qué se pensará hacer con tales restos? ¿Dejarlos donde están y cubrirlos piadosamente de tierra y olvido, o habilitar algún tipo de estructura que permita su contemplación?
Las vacías cuencas, de esta anónima humanidad medieval, nos contemplan sin vernos pero parecen querer decirnos algo...
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Estos reyes poderosos
que vemos por escripturas
ya pasadas,
en casos tristes, llorosos,
fueron sus buenas venturas
trastornadas:
así que no hay cosa fuerte;
que a papas y emperadores
y prelados
así los trata la muerte
como a los pobres pastores
de ganados.
(Jorge Manrique, A la muerte de su padre, s.XV).
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A quien corresponda: ¿Nos obsequiará, una vez más, con la típica chapuza del "quiero y no puedo", propia de la estulticia política aunada con los turbios manejos económicos? O por el contrario, ¿tendrá "lo que hay que tener" y la restauración-reconstrucción devolverá, en la medida de lo posible, el pasado esplendor que tuvo este templo románico? ¿Tendremos la oportunidad de disfrutar de su galería porticada, restituida y liberada? ¿Primará en todo el trabajo el aspecto románico, o se preferirá el pastiche ecléctico? ¿Se incluirán elementos "de diseño", en metal, vidrio, y plásticos de última generación, o se respetarán los materiales originales?
Muchos son los interrogantes y los temores que nos acosan, al respecto, pero mientras llega el momento de la dolorosa realidad, nos abstendremos de enviarle a la picota por mor del beneficio de la duda. Aunque, por sus muchas y nefatsas actuaciones anteriores, no se lo merezca en absoluto.
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Salud y fraternidad.