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Porque, como dijo aquel torero, “más cornadas da el hambre...” Hoy me he armado de valor y he cogido el “foto-shop” por los cuernos, para dar otro ejemplo de la vana presunción con que se pregona la “restauración” de Santa María de Carracedo.
Tomemos un “simple” rosetón. De los varios que posee el conjunto monástico de Carracedo, no hay ninguno que conserve sus tracerías, tan sólo algún óculo está intacto. Sin embargo desde antiguo se sabe, porque lo proclama a los cuatro vientos, que un palomar, a no más de cien metros al norte del monasterio, contiene en su estructura numerosas piedras que son fragmentos, casi completos, de las tracerías del gran rosetón románico de la fachada occidental del templo. Fotografiamos, en un par de ocasiones -1981 y 1992-, varias de esas piezas que estaban al descubierto, dos por haberse desprendido el revoco que las cubría, y una por servir de improvisada “celosía” y hueco de ventilación al palomar.
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Más al producirse la tan cacareada “restauración”, ¿alguien se preocupó de reclamar tales piezas al “dueño”? ¿Se preocupó siquiera, de negociar su vuelta al Monasterio? ¿Se pensó en rescatarlas o comprarlas? Y al decir “dueño”, queremos decir el propietario actual del palomar, edificio que alguien levantó, después de 1835, aprovechando piedras labradas procedentes del, forzosamente, arruinado Monasterio, que tomó “prestadas” de aquel y que por tanto no eran suyas.
Las últimas fotos, de 2008, tomadas con cierto riesgo de nuestra integridad física, confirman que el rosetón continúa en el palomar. ¿Por cuánto tiempo? ¿Después de nuestra denuncia, se apresurarán sus actuales “dueños” a desmontar las piezas y venderlas al mejor postor, que resultará ser un americano, asesorado por un anticuario de origen hebreo, “perfil de maravedí” como dijo el poeta Gerardo Diego? Al fin y al cabo, así han salido de Celtiberia las mejores piezas de las colecciones estadounidenses.
Las últimas fotos, de 2008, tomadas con cierto riesgo de nuestra integridad física, confirman que el rosetón continúa en el palomar. ¿Por cuánto tiempo? ¿Después de nuestra denuncia, se apresurarán sus actuales “dueños” a desmontar las piezas y venderlas al mejor postor, que resultará ser un americano, asesorado por un anticuario de origen hebreo, “perfil de maravedí” como dijo el poeta Gerardo Diego? Al fin y al cabo, así han salido de Celtiberia las mejores piezas de las colecciones estadounidenses.
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¿O nos sorprenderán, los actuales “propietarios” del palomar, haciendo generosa donación de las tracerías del románico rosetón a las autoridades “competentes” –si es que existe alguna que lo sea- para ser reintegradas al templo, o al menos al museo del Monasterio de Santa María de Carracedo? “¡...Que toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son!”.
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A quien corresponda. Bien está lo hecho, aunque tarde, pero menos triunfalismos oficiales y más efectividad. Menos presumir a trompetazos de grandes “reconstrucciones”, más o menos ficticias, y más actuar en pequeños elementos con posibilidades reales, como el rosetón empotrado en el palomar. Enmiende su proceder, no quiera confundir al personal ocultando negligencias pasadas con “fantasías temáticas”. Si no lo hiciere, sea llevado a picota y cepo por tiempo indefinido, tanto como se tarde en rescatar y reconstruir ese rosetón, joya del románico leonés.
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Salud y fraternidad.
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Salud y fraternidad.
3 comentarios:
Nuevamente en el curre, así me gusta, y además con las pilas bien cargadas.
Cuantos más te leo, más alucino, es que cada noticia que nos cuentas es cada vez más impactante que la anterior.
Me dá que el rosetón seguirá ahí por mucho tiempo, y que si su "dueño" se entera de vuestro reportaje, ya le dará un llano de cemento encima.
Saúdos dende Areas, Ponteareas.
¡No le des ideas al "dueño"! ¡Por la Diosa bendita, no le des ideas!
Bienvenido a la faena, seguiremos en la brecha aunque ésta se ensanche y acabe tragándonos.
Salud y fraternidad.
Madalas de pedras ...
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