martes, 3 de junio de 2008

"Ratas..." (Zarzuela románica en tres actos)

En este vacío se alzaba el templo de San Miguel, en Tubilla del Agua (Burgos). Hoy, como antaño, la luna pasa con su ritmo cósmico, pero ya solo puede contemplar sus arruinados muros, devorados por los tallos de las enredaderas.
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Una divertida zarzuela de Federico Chueca, “La Gran Vía” (1886), contiene el número musical titulado “La jota de los Ratas”, que alude a tres “rateros”, maleantes de rara habilidad que, indefectiblemente, burlan los torpes esfuerzos hechos por la autoridad para capturarlos. El trío, entra en escena cantando:
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Soy el Rata primero.
Y yo el segundo.
Y yo el tercero.
Siempre que nos persigue la autoridad,
es cuando muy tranquilos
timamos más
”.
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Al estudiar la ruina del templo románico que luego diremos, junto con las actuaciones de los personajes que intervinieron en el caso, nos vino a la memoria la actitud de estos individuos, "ratas" de los bajos fondos, con el agravante de que, nuestros personajes de carne y hueso, carecen por completo de la simpática picardía que derrochan estos rateros de zarzuela. La historia, como nos la contaron la contamos, y puede comenzar así: “En un lugar de Castilla, de cuyo nombre es imprescindible acordarse...”
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El templo de San Miguel, como estaba hacia 1920, Tubilla del Agua (Burgos). [Foto cortesía de "Verne-rdm". Tubilla.net].
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Acto I.
Soy el Rata primero...”
Cuarenta y cinco kilómetros al norte de Burgos, camino de Santander, el pequeño pueblo de Tubilla del Agua poseyó dos templos románicos. La parroquial, muy remodelada, y el templo de San Miguel, bastante bien conservado. Éste, se atribuye a la Orden del Temple, que lo levantaría, en la segunda mitad del s.XII, con esbelta torre adosada de ventanas geminadas, enigmática escultura firmada por el Magister Martinus, y bellos frescos románicos de simbolismo cíclico. El edificio se encontraba en buen estado, a pesar de que, a comienzos de los años 20, cayó un rayo en la torre y destrozó su tejado con parte de una ventana, sin más consecuencias. Diversas fotos de las décadas de los años 20, 50 y 60, del s.XX, demuestran que el edificio estaba estructuralmente intacto, sin daños de consideración.
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Ídem, estado del edificio hacia 1950. [Foto cortesía de "Verne-rdm". Tubilla.net].
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Así las cosas, en 1968, el Arzobispado de Burgos emite el siguiente “recibo”, con su membrete y sello, a favor de un anticuario de Reinosa:
He recibido de don Aurelio Ruiz Hoyos la cantidad de doscientas cincuenta mil pesetas en efectivo y cincuenta mil en un cheque, como precio de una torre en Tubilla del Agua, las cuales serán destinadas a reconstruir la Iglesia Parroquial que se encuentra en estado semi-ruinoso en dicho pueblo. Burgos, 10 de mayo, 1968. Firmado Don Buenaventura Díez Díez. Vicario General”.
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Ídem, situación del templo hacia 1965. [Foto cortesía de "Verne-rdm". Tubilla. net].
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El señor Arzobispo debe estar todavía en el purgatorio, donde le quemarán en las manos esos 1.803 €, ya que tal venta estuvo llena de irregularidades. En primer lugar, el dinero conseguido no se empleó para lo que dice el recibo (la reparación tuvo lugar años más tarde, con un coste de setenta mil pesetas procedentes de otra partida económica). Y en segundo, porque la transacción consistía tan solo en la torre, pero en realidad el comprador se apropió de todo cuanto de valor había en el templo, y el Arzobispado consintió en ello. Item mas, si la venta la hubiese hecho un inculto párroco de aldea se comprende que las “partes contratantes” se hubiesen conformado con ese “recibo”, pero que todo un Arzobispado, nada menos que de Burgos, prescindiese del notario, cuando entonces eran imprescindibles hasta para la venta del utilitario “Seiscientos”, resulta, cuando menos sospechoso. Y si no fuese algo tan triste, sería bien jocosa esa apostilla sobre el destino de las pesetas recibidas: “las cuales serán destinadas a reconstruir”. ¿En qué recibo de pago, se especifica nunca el empleo que dará el vendedor a sus ganancias?...
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Ídem, en la actualidad, rodeado de escombros, lleno de grietas y comido por la maleza.
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Acto II.
Y yo el segundo...”
En junio de 1968 se presentó, en Tubilla del Agua, el anticuario de Reinosa don Aurelio Ruiz Hoyos, acompañado por una cuadrilla de obreros. Acudió al alcalde, esgrimiendo el recibo del Arzobispado, para hacer efectiva su compra. El alcalde, en previsión de lo imprevisible y para guardarse las espaldas, acudió a la guardia civil para solicitar un retén de vigilancia, que garantizase el transcurso pacífico del asunto.
Bien sabía lo que se hacía porque, a pesar de que los tiempos no estaban para bromas con la autoridad, hubo algunos que se atrevieron a pedir explicaciones al munícipe, siendo despedidos con cajas destempladas, aunque los más se limitaron a levantar la voz, congregados como “mirones de obra”, que fueron pacíficamente disueltos por la benemérita.
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Ídem, destrucción, saqueo y ruina. Pero nunca, nunca, olvido.
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Bien provisto de “papeles” y arropado por la autoridad competente, se montó el desmontaje. Que en buena ley, habría que denominar saqueo, pues los cuadrilleros actuaron como saqueadores de tumbas. Los vándalos, los hunos y las huestes de Almanzor, todos juntos, no habrían causado tal catástrofe en tan poco tiempo. Las ruinas que todavía restan sobre el terreno, semejan una zona devastada por la guerra, es difícil imaginarse que fue un trabajo “artesanal” el que causó esta hecatombe. Porque, para quitar las ventanas de la torre se arruinó completamente el resto del templo, circunstancia que no entraba en el “contrato”, pero que se aprovechó para apropiarse de todo cuanto tenía algún valor, so pretexto de su ruina. Así se hicieron con las tres grandes ventanas intactas de la torre, más la dañada por el rayo; una pequeña; dieciséis columnas; dos capiteles, quince canes; tres modillones; diversas impostas talladas; un gran fresco románico y diversos fragmentos de otros. Todo lo cual, convenientemente embalado y cargado en camiones, no tardó en salir hacia Santander.
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Ídem, cualquier piedra esculturada, como la de esta pequeña ventana, fue salvajemente arrancada.
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Cuesta trabajo, creer que el anticuario “adquirió” y desmontó una torre –y de paso saqueó un templo-, solo para llevarse las piedras a su almacén, esperar allí que alguien pudiente pasara ante el escaparate, viese las esculturas y se dijera: “-Hombre que cosa más bonita, voy a comprarla para mi finca”. No, no fue así. Cuando don Aurelio se presentó en Tubilla, para reclamar su “botín”, éste ya había sido vendido a un tercero. Cabe en lo posible que ya lo hubiese sido, cuando obtuvo del Arzobispo el recibo de pago, y estuviese actuando como un testaferro.
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Ídem, ventana de la torre en el Museu Marès (Barcelona). [Foto cortesía de "Verne-rdm". Tubilla.net].
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Acto III.
Y yo el tercero...”
A los pocos días de comenzar el derribo indiscriminado del Templo, apareció por Tubilla el escultor, coleccionista de arte y Director del Museu Marès de Barcelona, el mismísimo don Frederic Marès i Deulovol (1893-1991). Quien, se supone, había comprado su “botín” al anticuario don Aurelio. El señor Marès, controvertido “mecenas” del arte, dicen que acompañado por un técnico del Museo de Arte Nacional de Cataluña, se aprestó a despegar el fresco románico de San Miguel, en magnífico estado de conservación, que junto con parte de lo comprado y lo “tomado en préstamo”, acabó en el citado museo barcelonés. Aunque no todo y no todo a la vista.
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Ídem, parteluz con la popular "Vieja Choricera", de gran tradición en el pueblo. [Foto cortesía de "Verne-rdm". Tubilla.net].
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Si tenemos estómago para visitar esas catacumbas del románico, leonés, castellano, aragonés y aún gallego, que son las salas del antedicho museo, veremos que allí, en una de sus criptas, enmarcados por el pórtico del templo de Anzano (Huesca), están los elementos “comprados” en Tubilla. Bueno, está una ventana de la torre, en cuyo parteluz figura el misterioso personaje encadenado, conocido popularmente en Tubilla como “la vieja choricera”; están algunos arcos moldurados; un capitel y unos pocos canes del alero. Sin embargo, el exquisito fresco románico no aparece expuesto, duerme el sueño de los justos –o la pesadilla de la conciencia culpable- en los almacenes del museo, a buen recaudo. Si no fuese por un profesor de Harvard, que habló de él y publicó su foto en 1930, antes del "escamoteo", no sabríamos ni que aspecto tiene. En cuanto a las otras ventanas de la torre, columnas, capiteles y molduras. ¡Se han esfumado! Nadie sabe, o nadie quiere hablar, sobre su destino. ¿Fueron vendidos, por el anticuario, a otros “mecenas-coleccionistas”? ¿Compró todo el lote, el señor Marès, y luego revendió lo menos significativo? ¿Se cubren de polvo y telarañas, en los almacenes del museo barcelonés?
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Ídem, el fresco románico con San Miguel y el Dragón, según figura en la obra de Chandler Rathfon Post, A History of Spanish Painting, Harvard University Press, 1930, pag. 194. [Foto cortesía de "Verne-rdm". Tubilla.net].
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Repasando este apretado resumen, de lo que los tubillanos consideran expolio y los barceloneses pintan como "salvamento del patrimonio", pensando en las actuaciones de los personajes que intervinieron en el “affaire”, nos parece escuchar de fondo el coro de “los Ratas”:
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Vamos con cuidado,
sin pestañear,
y ya van mil veces
que nos chuleamos
de la autoridad
”.
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Ídem, lo que resta de la nave central, grietas y maleza.
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A quien corresponda. Por haber permitido el desarrollo de este turbio asunto, en grado de acción u omisión. Consintiendo que “los Ratas” se chulearan de la autoridad. Podemos condenar y condenamos, a la pena de picota y cepo, por tiempo indefinido. De la cual no será eximido hasta que, de alguna manera, ponga remedio que satisfaga a las partes en conflicto.
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Ídem, interior del arco absidal, la piedra regresa al seno de la Madre Tierra.
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[Post scriptum: A partir de 2004, el alcalde de Tubilla y un grupo de vecinos, constituidos como asociación cultural, reclaman a la Generalitat de Cataluña la devolución de las piedras, fraudulentamente adquiridas por el Museu Marès, según ellos. El Museu Marès, por su parte, alega la compra legal, pero “no encuentra” otros documentos de esa transacción más que el recibo de don Aurelio dado por el Arzobispo, cuando lo lógico sería tener un recibo dado por don Aurelio al señor Marès. Del anticuario, no queda ni rastro. Y el Arzobispado de Burgos..., bueno, la Iglesia, como siempre, no niega ni afirma, alega "voto de silencio". ¿Quién tiene razón, quién miente? Hay una cosa cierta, "entre todos lo mataron y el solito se murió"].

16 comentarios:

Carlos Sousa dijo...

Que pasada de historia, parece como si fuera de la Edad Media, cuando los obispos y los nobles hacían lo que le daba la gana, y resulta que es de finales del siglo XX. No me lo puedo creer, pues ala, picota y cepo.
Saúdos dende este lado da ponte

Baruk dijo...

Pero caballeros, si el Eclesiastés (uno de mis libros bíblicos preferidos) ya anuncia que todo bajo el sol tiene su tiempo!

Recordaba al leer este tema, que he oído hace poquito una sabia reflexión de un buen pensador, donde sugería que el problema de los hombres es no aceptar lo que ocurre en cada tiempo (algo que comparto), es duro, pero cierto.

Tras ello, él se preguntaba o mejor dicho, también yo me lo pregunto... ¿Estará el secreto, en saber aceptar lo que sucede en cada tiempo y en cada hora?

Ayer, el patrimonio estaba aquí, hoy en las catacumbas de un museo....

Salud y románico

Alkaest dijo...

No obstante... El aceptar los hechos consumados, no exime de su responsabilidad, siquiera sea moral, a quienes han actuado de forma inadecuada. Una cosa es aceptar lo pasado, "a lo hecho pecho", y otra, muy distinta, reirles "la gracia" a "los ratas".
El patrimonio estaba donde estaba y ahora está donde está. Vale, ha sucedido y es posible que no tenga vuelta. Pero de ahí, a dar por bueno lo sucedido hay un abismo. Un abismo, que supone dar carta libre para que otros "ratas", presentes y futuros, campen por sus respetos, roben, timen y saqueen el patrimonio que todavía nos queda.
Aquel fue el tiempo y la hora de los "ratas", de todo pelaje, que se aprovechaban de las circunstancias. Pero esta es la hora y el tiempo de aprender del pasado, para intentar impedir la repetición de lo que no debe ser repetido. No queramos ser, sobre cornudos apaleados.

"¡Otro absurdo!: que no se ejecute en seguida la sentencia de la conducta del malo, con lo que el corazón de los humanos se llena de ganas de hacer el mal; que el pecador haga el mal cien veces, y se le den largas..."
Eclesiastés, VIII-12.

Salud y fraternidad.

JosepMª dijo...

Todo nuestro patrimonio público expoliado (aunque pagado, robado)lleva su nombre de origen:
-Ventana de la Torre de Tubilla.
-Artesonado del monasterio de Sijena.
-Claustro de Sant Miquel de Cuixà.
-Dama d'Elx.
-Estela de Vinebre.
-Etc, etc, etc...
Y a su lugar de origen ha de volver.
Cuando la razón nos ilumine...
Iluso?

PS.Su blog me hace gozar por sus comentarios y cabrear por las realidades que fotografia.

Montacedo dijo...

Hola,

Quisiera saber si podría citar en mi blog lo esencial de la historia, citando por supuesto la fuente (las fuentes en este caso). Mi ánimo no es en ningún caso comercial, sino dar algo más de difusión a este tipo de cosas.

También me podría interesar reflejar otros casos llamativos en la provincia de Burgos, como la trilogía del agua y la roca de San Pantaleón, Puentetey y San Miguel.

Alkaest dijo...

Compadre Montacedo, y disculpe la familiaridad del trato.

Por supuesto que puede citar mis textos, siempre con la buena voluntad de indicar de dónde proceden y su autor original.

Cuanta más difusión tengan estos "disparates" mejor, quizá así logremos crear un "estado de opinión", favorable, respecto a la conservación del Patrimonio Cultural común.

Salud y fraternidad.

David dijo...

Baruk, se un poco más imparcial, no todo lo que hacen en Cataluña es bueno, todo le que tienen en el Marés es fruto del expolio, que lo devuelvan a sus duños legítimos.

Alkaest dijo...

Lo ideal sería... Pero el problema es que, lo ideal, raramente tiene solución práctica, sin crear a la vez problemas secundarios, que se multiplican hasta el infinito.
¿Me permitirán ustedes, que juegue a ejercer de Salomón, y partamos la diferencia?
Si todos los museos, del mundo, quisieran de pronto, en un ataque de locura, devolver sus bienes "malamente habidos", las implicaciones legales serían infinitas e insolubles.
Por tanto, propondría una solución de compromiso. Aunque suene tanto o más "idealista", que la devolución pura y dura.
¿Sería aceptable, como mal menor, que los museos costeasen la elaboración y colocación de réplicas, de calidad, de las piezas "de dudosa procedencia" que existen en sus fondos?
Así, al menos, como sucede en las iglesias románicas pireanicas, con sus pinturas murales, todos podrían disfrutar in situ de las joyas artísticas -aunque sean réplicas, menos es nada-. En el Pirineo, este sistema ha resultado de gran utilidad práctica, los turistas pagan gustosos por visitar dichos monumentos, que "parecen" completos, y contemplar las réplicas de las pinturas murales o frontales de altar, les resulta a los no expertos igual de gratificante.
No es la solución ideal, no es un acto de justicia, pero ante la alternativa. ¿Qué es mejor?
A veces, es preferible conformarse con lo menos malo, cuando se está seguro de que no podrá obtenerse lo mejor.

Por desgracia, no creo que mi propuesta sea tan siquiera considerada, por las "autoridades competentes", puesto que admitir eso sería admitir la posesión fraudulenta de tales bienes. Y la política de los museos, de todo el mundo, es siempre "negar la mayor".

Lo siento mucho, pero esta vez soy más pesimista de lo habitual.

Salud y fraternidad.

JosepMª dijo...

David, por favor...
Claro que no todo es bueno en Catalunya.

En el Marés.
En el Palau Nacional.
En el British Museum.
En el Arquológico de Madrid.
En el Louvre.
En el Museo de Berlín.
En The Cloisters de New York.
Etc, etc, etc...

Seguramente, con factura legal.
Pero, expolio.
¿Quién empieza a devolver?


Alkaest.
Cada pieza (del patrimonio) lleva consigo el nombre del lugar de procedencia.
Y allí ha de volver.
Las copias, que se las queden los museos metropolitanos, serán tan didácticos como con los originales.

Pero somos una especie perversa.
No veo remedio.
Posiblemente, no lo hay.

Salut.

Montacedo dijo...

Puestos a hablar de utopías, creo que lo mejor sería que los bienes se restituyeran desde el momento en que el propietario original garantice que los puede conservar en adecuadas condiciones.

Por otro lado, el matir regional-nacional es también muy importante. A muy pocos le resulta doloroso que muchas piezas de pequeñas iglesias se encuentren en el Museo de Burgos o en el Museo del retablo y es sangrante, sin embargo, el caso que nos ocupa.

Alkaest dijo...

Si, deberíamos comenzar por admitir que "en todas partes cuecen habas, y en mi casa a calderadas".
No existe museo, por pequeño o grande que sea, que no atesore una o varias piezas de dudosa procedencia. La "rapiña" del Patrimonio, no es patrimonio de una región, de un país, o de una raza, salvo que hablemos de la raza humana. Y deberíamos considerar, también, el hecho de que muchas piezas están más seguras en algún museo, aunque esto moleste a los propietarios legales y a los propietarios "morales" del objeto.

También es cierto, que por arrojarnos culpas, unos a otros, a veces con acritud e insultos, no vamos a resolver el problema, aunque estemos discutiendo hasta que pasen las burras de la leche.
Insisto en la utopía "en fa menor". Ante la realidad incontestable de que nadie está dispuesto a devolver nada, por las buenas, y ni siquiera por las malas, ¿no sería lo más inteligente conformarse con el mal menor?.
Debe ser que tengo buen conformar, porque yo saltaría de contento si pudiese ver reunidas, por ejemplo, en Sant Pere de Rodes todas las piezas románicas dispersas, aunque fuesen copias de escayola pintada; o los frescos de San Baudelio de Berlanga, aunque se tratase de copias acrílicas; o la portada, completa, de San Miguel de Uncastillo, aunque consistiera en fibra de vidrio; o el claustro de Sacramenia, aunque estuviera hecho de cartón piedra; etc, etc.
Porque ¿Cuál es la alternativa? Yo se lo diré: polémicas estériles, disputas inútiles, peleas barriobajeras, insultos y ofensas, animadversión. Y, en definitiva, hacernos mala sangre, amontonando bilis y, en último extremo, deseos de venganza. Para terminar, todos, como el "Rosario de la Aurora".

Y si hay algún iluso, que piense que la verdadera alternativa está en la "Justicia", que se desengañe. Esa expresión es mas idílica que los deseos de restitución museística, en la vida real lo que existe es la "justicia"... A buen entendedor.

Salud y fraternidad.

Unknown dijo...

Cetina
Todo Museo tiene una parte de expolio, considerando expolio el traslado de una pieza al Museo Marés o el del Retablo de S Esteban de Burgos (¿sigue cerrado?).
Ahora bien, se debe considerar que en muchos casos, el emplazamiento original hace que no se pueda entrar en los templos por falta de personal que te lo abra y su interior carezca de las condiciones mínimas de seguridad.
Creo que los traslados a lugares públicos y civilizados como son los Museos es preferible a que las piezas acaben en el water del Sr. Roca de Marbella.

Alkaest dijo...

Y yo creo, que el hecho de tener que acomodarnos con la realidad, la triste realidad, no significa de ninguna manera renunciar a la búsqueda del ideal.
El conformismo, es pan para hoy y hambre para mañana. La utopía, el ideal, es semilla que puede tardar años en crecer, pero al igual que esas plantas del desierto, algún día llegará una lluvia que la vivifique y llene de flores el erial en que estamos convirtiendo el mundo.
Insisto, como "don Erre que Erre", lo ideal es la devolución de los objetos a sus legítimos propietarios, y que éstos los conserven en condiciones óptimas de seguridad, expuestos para disfrute de todos. Lo ideal es que, a ladrones, saqueadores, miserables rapiñadores, intermediarios, consentidores y compradores de objetos robados, les corten... las alas.
Propongo trabajar sin descanso, removiendo Roma con Santiago, para encaminarnos hacia la utopía y el ideal.
Pero mientras se cumple esa lejana utopía, ¿por qué hemos de conformarnos con la apatía, rendirnos a lo presuntamente irremediable? ¿por qué no disfrutar, aunque sea, de copias bien hechas de tales piezas?

Salud y fraternidad.

JosepMª dijo...

Hace dos años, esta entrada me tocó el alma.
Ayer volví a emocionarme.
Constatar que hay (pocas)personas que se ocupan por el Patrimonio Público y su justa ubicación y administación es un (pequeño) consuelo.
Alkaest, respeto tu (utópica) opinión. Hace tiempo la compartía.
Tengo 62 años, no soy conformista, pero he tragado mucha (in)quina.
No creo en la justicia.
No espero entendimieno.
Los mejores clientes de los rapiñadores, después (o antes) de los coleccionistas particulares, son (muchos) Museos.
Te agradezco el consejo de acabar con insultos territoriales.
Alma Grande, no abandones.

Salut
i fraternitat.

Alkaest dijo...

Compadre JosepMª.

Tienes mucha razón, y no me hago demasiadas ilusiones, pero como dijo el otro: "Puede que al final, tenga razón el pesimista. Pero mientras tanto, lo pasa mejor el optimista..."

Parece que el "movimiento", "moda", o "despertar del interés", por lo medieval en general y lo románico en particular, al que creo haber aportado algún granito de arena, por minúsculo que fuera, algo ayuda a mejorar el panorama.
Se rescatan y restauran edificios condenados a la ruína y el olvido, templos, castillos, ermitas, palacios.
Bien es verdad, que no en el número y calidad que nos gustaría, pero menos da una piedra. También es verdad, que detrás de todo ello hay un 1% de amor al arte, y un 99% de mercantilismo, ganancias turísticas y desarrollo económico de zonas deprimidas.
Pero por una vez, y sin que sirva de precedente, ¿acaso el fin no justifica los medios? O mejor, ¿acaso los medios no encuentran media justificación en un fin justo?

Sea como sea, todavía tengo un gramo de optimismo, quizá porque soy "algo" más joven, apenas un año... ¡Pero un año, son doce meses...!

En cuanto a la utilización de particularismos, regionalismos, localismos, y demás "ismos", como arma arrojadiza. Hace mucho que todos sabemos a quien interesa "vender" ese "armamento", para que bienintencionados muy mal informados se "maten" -siquiera sea verbalmente-, puesto que "a río revuelto, ganancia de pescadores". Así, que no les demos el trabajo medio hecho, si quieren "pescarnos" que tiren ellos la caña... y ya se verá.

Salud y fraternidad.

Unknown dijo...

Lo importante de la historia es que los objetos están a buen recaudo y no han sido destruidos por el abandono.
Supongo que el señor Mares como buen amante del arte y de la historia debía sufrir igual que ahora sufrimos nosotros viendo como van destruyendo las ruinas de Palmira. El debió ver que aquella magnifica construcción se estaba abandonando, mientras ni la iglesia ni los vecinos del pueblo hacían nada para evitarlo.
Y rata? , perdonen que les diga pero en esta historia el Sr. Mares no era la rata, era el gato listo. La ratas fueron el obispo, el párroco, el alcalde y algunos del pueblo que egoistamente callaron y no actuaron.
Les recuerdo que toda la colección el Sr. Mares la ha retornado al pueblo asegurando de esta manera que no se pueda comerciar con ella.