jueves, 12 de junio de 2008

“Estos, Fabio, ¡ay dolor!, que ves ahora campos de soledad, mustio collado...”

Ermita del Cementerio, lado suroeste, s.XII-XIII, Treviana (La Rioja).
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Sobre una ladera, bajo la que fluye el río Ea, quedan las maltrechas piedras del que fue hermoso templo románico. Los siglos y la incuria humana lo acabaron arruinando, hasta que en 1821 su solar fue transformado en cementerio del pueblo. Algunos sillares caídos, se utilizaron para consolidar aquellas partes que habían resistido, otros sirvieron para levantar la tapias del camposanto, sin importar si estaban esculturados o no.
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Ídem, presbiterio y ábside, medio enterrados por el deslizamiento del terreno.
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Como ermita de La Concepción, capilla del cementerio y almacén del sepulturero, aguantó muchos años, hasta que su deterioro le impidió cumplir con este humilde trabajo. Hacia 1970 se "adecentó" la cabecera, y hará unos veinte años se reparó la cubierta. La maleza invade, periodicamente, el exterior del ábside y con más o menos regularidad se desbroza. Poco más.
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Ídem, exterior del ábside y muro del cementerio.
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La primera mención de éste templo, aparece en el Cartulario de San Millán, del 873, como Monasterio de San Andrés de Trepeana. En el medievo era conocido como Monasterio de San Pedro, s.XII-XIII, y estaba patrocinado por la poderosa familia Haro. De la importancia del lugar da cuenta que, todavía en el s.XIV, además del templo parroquial -románico, reformado en gótico-, existían el de San Pedro, más una sinagoga y una mezquita.
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Ídem, muro norte y ventana del presbiterio.
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De los tres paños del ábside, sólo se conservan el central y el del evangelio, más el lado norte del presbiterio, y los arranques de la nave. El resto es reconstrucción posterior y bastante chapucera, esto se aprecia incluso en altura, puesto que los canes y capiteles han sido recolocados a un nivel menor del original, forzando las arquivoltas de las ventanas.
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Ídem, arquivoltas de la ventana norte del presbiterio, su rica labor escultórica se disuelve por el "mal de la piedra".
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Que fue un templo de mediana importancia, se deduce de esas dos grandes ventanas, muy elaboradas, en ábside y presbiterio -se perdió su pareja del sur-, con capiteles de monstruos: arpías, ornitosirenas; más otros de vegetales: piñas, hojas; y sus arquivoltas, florales. En el alero malviven algunos canes, bastante estropeados, que delatan su grandeza pasada. Al interior, las ventanas tienen arco pentalobulado y capiteles vegetales con rostros humanos. El arco triunfal, ligeramente apuntado, nos habla de un románico tardío pero todavía rico en sus expresiones.
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Ídem, muro del cementerio, materiales de reempleo procedentes del templo, un capitel quizá de la ventana sur, o de la portada.
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Del magnífico templo, que sus restos nos permiten adivinar, sólo quedan maltrechas e inestables ruinas, dudosamente conservadas. ¿Cuantas piedras labradas se ocultan, todavía, entre los muros del camposanto? ¿Cuántas bajo el terraplén sobre el que se asienta? ¿Cuantas entre el relleno de las tumbas? No hay respuesta, pero sus maltratados sillares parecen murmurar:
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"Sólo quedan memorias funerales
donde erraron ya sombras de alto ejemplo,
este llano fue plaza, allí fue templo;
de todo apenas quedan ya señales".
(Rodrigo Caro, 1573-1647, A las ruinas de Itálica).
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A quien corresponda. Acuda en socorro de estos jirones de esplendor románico, no consienta que acaben, también, enterrados en las laderas del cerro. Organice la excavación arqueológica del terreno y devuélvanos, siquiera sea las migajas, de lo que hubo de ser, con seguridad, un magnífico templo medieval. Si no lo hiciere, sea condenado a picota y cepo por tiempo indefinido, y su memoria olvidada por los siglos venideros.

1 comentario:

Carlos Sousa dijo...

Ya ves, sigo visitandote, me estoy haciendo un aficionado a tu blog y a tu gran trabajo. Nunca pensé que habría tantos casos de abandono, y algunos tan sangrantes, como los que mencionas.
Llevo una temporada, en que sitio al que voy, siempre me pongo a apreciar iglesias o monumentos, me está entrando el gusanillo, y un caso que ví que podría valer para hacer un post que cuadrase en tu blog, sería el del Monasterio de Melón en Ourense, una preciosidad en ruinas.
Enhorabuena.