martes, 24 de febrero de 2009

¡Me lo copia cien veces!

Junto a los ricos templos de San Miguel y San Esteban, la localidad berciana de Corullón (León) cuenta además con el modesto San Fiz. Es, sin embargo, un buen ejemplar de románico rural, ss.XII-XIII, que no carece de elementos destacables, a pesar de saqueos y destrozos varios. No obstante ha sido restaurado, al par que señalizado. Sin embargo, de dicha señalización solo podemos decir una cosa: ¡Es una vergüenza! O mejor, un par de cosas: ¡Un robo y una vergüenza!
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El fabricante del cartel informativo, por el que habrá cobrado sus buenos dineros, no ha empleado los mejores materiales, ya que la capa de pintura se ha levantado, y el metal, al carecer de protección, presenta numerosos puntos de óxido. No ha de durar muchos inviernos más, sobre todo con el clima del Bierzo.
A tan mala calidad material, hay que añadir su mala calidad “intelectual”. Quien escribió este panel, el operario que lo hizo en el taller, digo, fue cuando menos negligente, pues se le colaron dos “gazapos” brutales. Y, seguramente, a su jefe o supervisor le pasaron inadvertidos tales “gazapos”, porque no queremos pensar que una vez descubiertos los coló de “matute”. Claro, que si lo hizo, debió ser con la cómplice estupidez del funcionario que los encargó, pues o bien no los revisó según se los entregaron, o bien no descubrió las faltas por incultura manifiesta.
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Pasen, pasen y vean los “gazapos” triscar por los prados del texto escrito:
Su planta es de una sola nace rectangular”, (debería decir “nave rectangular”).
Alero con cornisa sobre medillones sencillos”, (debería decir “modillones sencillos”).
¿Qué cultura es la que intentamos difundir, con estupideces como la presente? ¿Así pretenden, los organismos encargados de ello, educar a los ciudadanos para que amen el patrimonio?
Pero claro, estos carteles se han pagado con dineros públicos, o sea, de nuestros impuestos, por lo cual el administrador de los mismos, es, además de torpe, un mal administrador al que parece no importarle como se gasta un dinero que no ha salido de su bolsillo.
Y si alguien piensa que hay problemas más serios, para el patrimonio, que unos cuantos gazapos en los carteles informativos, tendré que darle la razón. Pero también será bueno que las “autoridades competentes” reflexionen, sobre la sospechosa abundancia de carteles con “gazapos”, porque si consentimos el desprecio de los pequeños detalles, no deberá extrañarnos luego que se desprecien también los grandes. Como decían nuestras abuelas: “Bien está lo que bien parece”.
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A quien corresponda. Haga un curso acelerado de gramática de la lengua castellana –porque de Gramática Parda, ya sabemos que va usted bien servido-, inspeccione a las empresas encargadas de elaborar los carteles, que para eso cobran sus buenos dineros, es decir, nuestros buenos dineros, y mándeles rectificar. Si no lo hiciere, vaya a picota y cepo, para que durante su estancia y arresto, nos copie cien veces los textos incorrectamente redactados, de los paneles informativos, monumentales, de toda Celtiberia.
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Salud y fraternidad.

lunes, 9 de febrero de 2009

La “Cenicienta” de Caracena.

El pueblo de Caracena (Soria), es conocido por su templo de San Pedro y la preciosa galería porticada que atesora. Pero allí hay otro templo románico, el de Santa María, un hermano pobre al que pocos visitan.
Y se comprende el por qué, nadie se ha molestado en restaurarlo aunque si en injuriarlo. Sus muros enfoscados, no invitan a la aproximación. Sin embargo, si venciendo el prejuicio estético nos llegamos a él tendremos una agridulce sorpresa. Porque el edificio, a pesar de los destrozos, abandonos y saqueos, conserva todavía algunos elementos que denotan la riqueza que debió poseer. Y la riqueza que, de seguro, todavía oculta bajo capas de yesos y encalados.
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La sencilla portada sur, ha sido cobijada bajo un artificioso y rústico porche, para lo cual se han tapado parte de sus arquivoltas y columnas. Ello estropeó la portada, pero no impidió que los amigos de los ajenos “afanasen” los capiteles figurados. Eso sí, se supone que el porche ha protegido la portada del clima...
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En el ábside, enfoscado como todo lo demás, se abre una magnífica ventana, con capiteles de animales fantásticos, que sólo por las primorosas arquivoltas, de entrelazos, ya merecería una cuidadosa conservación. Sin embargo, una grieta ha partido el muro, separando los sillares, como un aviso sobre la ruina que viene.
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La portada norte, la más rica del templo, ha sido cegada con sillares, ya que da al cementerio. Antaño tuvo también su porche “protector”, pero ahora solo muestra los mechinales de las vigas que lo sostuvieron antes de hundirse. Y, como no, diversas lápidas y cruces han aprovechado justo esta zona para reposar recordando a los vecinos que ya no están.
El edificio, guarda todavía algunas otras piezas arquitectónicas interesantes, pero permanecen escondidas. Quizá salgan a la luz, cuando la ruina del templo se haga realidad y los muros, al derrumbarse muestren aquello que los siglos y las gentes ocultaron.
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A quien corresponda. ¿Tendrá que venirse abajo este templo, sin haber sido restaurado, para que los lamentos del personal le muevan a hacer algo en su favor? La lógica mercantil dice, que es en beneficio de los habitantes del lugar que aquí existan dos monumentos románicos, en lugar de uno, pues ello representará más atractivo turístico. Y usamos tal argumento monetario, por ver si eso le mueve a actuar, ya que los argumentos puramente culturales parecen hacer escasa mella en su determinación de ignorar la triste realidad de tantos y tantos monumentos. Si aún así no hiciere nada, sea condenado a picota y cepo por tiempo indefinido.
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Salud y fraternidad.

martes, 3 de febrero de 2009

“Por san Blas, la cigüeña verás...”

Villanueva de la Torre, es sólo una pedanía de Barruelo de Santullán (Palencia), al norte de Aguilar de Campoo, pero en el medievo tuvo cierta importancia, como delatan el magnífico templo románico de Santa Marina, del s.XII, diversas casas solariegas con escudos heráldicos, y la cercana torre defensiva. Además, desde 1175, la villa perteneció al Monasterio de Santa María de Aguilar, durante varios siglos.
Si subimos a la torre del templo, desde el cuerpo de campanas divisaremos, hacia el sur, el torreón defensivo que, al menos en su actual estado, no datará de más allá de mediados del s.XIII, aunque se asiente sobre una edificación anterior. Poseyó un foso perimetral de protección, como se adivina por los restos conservados, así como barbacana que le permitía defender el acceso de la planta baja.
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Durante siglos, la torre ha sufrido sucesivos desmochamientos y recrecidos, que la privan hoy de una estampa más airosa, por haber perdido las hiladas superiores de sillares, con sus almenas, a pesar de lo cual aún alcanza los 15 metros de altura. De planta cuadrada, debió tener cuatro pisos separados por techumbres y suelos de madera, en los intermedios se abren sendos vanos, uno de los cuales tiene indicios de haber sustentado un cadalso. El torreón, guarda muchas similitudes con el existente en el vecino Rebolledo de la Torre (Burgos), junto a otro templo románico.
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Actualmente es propiedad particular y está “bajo la protección” de la Declaración genérica del Decreto de 22 de abril de 1949, y la Ley 16/1985 sobre el Patrimonio Histórico Español.
Hablando en plata, que está abandonada a su triste suerte. Así las cosas, la torre se desmorona lentamente, pero dentro de un “marco legal”. Su interior está colmatado por los derrumbes de las plantas superiores, varias grietas crecen a lo largo de sus muros. El día menos pensado, todo vendrá al suelo y entonces allí serán los lamentos, las críticas, el arrojarse las culpas unos a otros. Entre tanto, sobre sus descuadrados sillares todavía anidan las cigüeñas del refrán: “Por san Blas, la cigüeña verás. Y si no la vieres, año de nieves”.
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Por lo que pueda pasar, no hagan caso de las guías al uso, que proclaman el “libre acceso” a la torre. Pues al menor descuido, les pueden caer encima algunos sillares o, en el mejor de los casos, una generosa ración del “guano” que derrama la colonia de cigüeñas que ha ocupado sus almenas...
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A quien corresponda: Mande ya, sin tardanza, recuperar y restaurar la Torre Fuerte de Villanueva, no sobran tantas fortificaciones en la zona como para permitirnos perder otra más. Si no lo hiciere, sea llevado a picota y cepo, o mejor aún, aherrojado a los muros de la ruinosa torre, expuesto a la lluvia de guano de las simpáticas aves zancudas, por tanto tiempo como tarde en avenirse a razones.
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Salud y fraternidad.